La ética de Calvino ante algunas tendencias teológicas reduccionistas (I)

El proyecto del libro va más allá de los aspectos religiosos a fin de demostrar la actualidad y vigencia del pensamiento del reformador francés.

09 DE FEBRERO DE 2024 · 09:17

Detalle de la portada del libro.,
Detalle de la portada del libro.

Este libro pretende dar a conocer mejor el pensamiento de un hombre muchas veces caricaturizado y disfrazado, porque fue percibido por los católicos de su tiempo como su principal adversario. Fuera de la polémica, veremos que Calvino ofrece una auténtica relectura de los Evangelios, al extraer las consecuencias para la vida personal de los cristianos, en todas las dimensiones de su vida personal y social, incluidas la política y la económica. Mi convicción es que, a pesar de los errores de juicio que a veces tuvo (¡Calvino no fue un santo!), su pensamiento sigue siendo relevante para nosotros, incluso hoy en día. Esto se aplica tanto en Europa como en América Latina siempre que reine la injusticia.1

F. Dermange, La ética de Calvino

Lo “reformacional” en el escenario

Recientemente se han dado a conocer dos resúmenes de la corriente de pensamiento que se conoce como “filosofía reformacional” (palabra esta última que no existe en castellano, hay que repetirlo una vez más) la misma que se ha arrogado la representación actual de la teología reformada, como si no existieran otras manifestaciones que se siguen desarrollando en diferentes espacios geográficos. Ambas síntesis (una de ellas sumamente breve) retoman las bases bíblicas clásicas que la teología reformada elaboró desde sus inicios en el siglo XVI. La primera, expresa en pocas líneas los grandes temas soteriológicos predicados incansablemente por las iglesias reformadas: creación, caída, redención y consumación. En eso no hay ninguna sorpresa. Lo llamativo es la forma en que este esquema es colocado forzadamente en el de la ostentosamente autodenominada “filosofía cosmonómica” o “reformacional”. Se trata, dice el texto en cuestión, de “una ontología construida sobre este motivo que toma en serio la enseñanza de que todo lo creado subsiste en Cristo y es gobernado por él”.2 Lo que se agrega abona precisamente a lo que la linealidad bíblica ya ha desarrollado: “Reconoce la corrupción de la creación precisamente comprendiendo las leyes que la rigen, particularmente las normas divinas”. El cierre del brevísimo texto se cura en salud al tratar de responder a algunas de las críticas que se han hecho a determinados exponentes de esta corriente: “Como se puede apreciar, no hay absolutamente ninguna influencia mística o esotérica en ella”.

El segundo texto, bastante más amplio e informativo, explica las mismas líneas generales de las ideas “reformacionales” desde su surgimiento en los Países Bajos con el político Guillaume Groen van Prinsterer (1801-1876), aun cuando la referencia inicial es a Abraham Kuyper (la figura más reconocible de los inicios del llamado “neocalvinismo”) para después señalar al profesor de derecho Herman Dooyeweerd y el filósofo Dirk Vollenhoven como “pioneros de la filosofía reformacional, una escuela cristiana de filosofía que tenía el propósito de ofrecer una visión cristiana que ayudara a evaluar la filosofía y las amenazas del liberalismo secular que surgió en los Países Bajos entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial”.3

Al abordar los postulados centrales de esta “filosofía” salen a la luz las bases bíblicas que siempre han formado parte de las grandes afirmaciones de la teología reformada, aunque aquí se presentan supuestamente “mejoradas” o complementadas por el pensamiento “reformacional”, cuyas aportaciones son mezcladas con ellas: la soberanía de Cristo; la “soberanía de las esferas” (uno de los conceptos principales de esta corriente); la gracia común; la antítesis (presentada como una aportación propia de lo “reformacional”, aunque se oculta su origen y desarrollo en otras escuelas filosóficas); el mandato cultural; y la estructura y dirección, en dónde muy brevemente se esboza el esquema bíblico mencionado en el otro texto. Su conclusión es que la “filosofía reformacional” es “una corriente de pensamiento que se levantó en un contexto particular para defender las doctrinas esenciales del cristianismo ante las corrientes filosóficas de su tiempo y lugar”.

Este par de textos de promoción y defensa de lo reformacional es apenas una muestra de la forma en que se presenta a sí mismo, por un lado, como garante único y más autorizado de la teología reformada y, por el otro, como la forma ejemplar de relacionar las enseñanzas bíblicas con el pensamiento filosófico actual. Su discurso filosófico, cuyas categorías son empleadas preponderantemente por los expositores y apologetas, toma por sorpresa a pastores y estudiantes, sobre todo presbiterianos, que no cuentan con una formación filosófica suficiente para discernir los problemas que implica el diálogo entre teología y filosofía o el uso de recursos filosóficos aplicables a la tarea teológica y eclesial. Lamentablemente, en los seminarios e instituciones de educación teológica, los cursos de filosofía son básicamente introductorios y no se consigue acercarse a las obras de Paul Tillich o Wolfhart Pannenberg, por citar sólo dos autores teológicos con aportaciones filosóficas notables. Tampoco se estudia a conciencia la producción de teólogos reformados como Karl Barth, Emil Brunner o Jürgen Moltmann, a fin de apreciar la rica variedad de opciones de desarrollo de esta teología de inspiración calvinista.

Ésta es una de las razones por las que el ímpetu con que pretende imponerse la perspectiva “reformacional” no encuentra mayor resistencia o espacios de discusión para valorar su posible utilidad para la iglesia actual. Cuando se demuestra que las grandes enseñanzas reformadas siempre han destacado especialmente el tema de la soberanía de Dios, los exponentes del pensamiento “reformacional” se atrincheran en estructuras rayanas en el esoterismo (sobre todo las que aplican la “soberanía de las esferas” a todos los aspectos de la realidad), así como en el lenguaje filosófico que deslumbra a quienes no lo manejan, además del complejo de superioridad con que se comportan muchos de sus exponentes (“La filosofía de la idea de la ley (vulgarmente llamada ‘reformacional’) no sólo es consistente con las tres formas de unidad, los credos históricos de la cristiandad y la Confesión de Westminster, sino que los presupone. Afirmar otra cosa sólo exhibe ignorancia y falta de competencia en filosofía”.4), quienes presumen de ser egresados de instituciones de bajo perfil académico, como el Seminario Edinburg, en Texas, que ni siquiera cuenta con registro de la Asociación de Escuelas Teológicas de Estados Unidos.

La ética de Calvino como alternativa real

Ante tal panorama teológico y eclesial, es preciso acudir a otros espacios geográficos e ideológicos que siempre han estado ahí, pero que por muchos motivos no han tenido cercanía o influencia en el ámbito latinoamericano y mexicano, particularmente. Si en otro tiempo se leían bastante las obras de Juan A. Mackay, por ejemplo, en los últimos 30 años se han popularizado progresivamente autores principalmente estadounidenses muy conocidos por los estudiantes y pastores jóvenes (C. van Til, R.C. Sproul, T. Keller, J. MacArthur...) por encima de teólogos/as de otros países y regiones.

Desde el ambiente francófono surgió la posibilidad, gracias al interés y trabajo arduo del Dr. Luis Vázquez Buenfil, egresado de las universidades de Ginebra (Sociología) y Estrasburgo (Teología), y de la simpatía y disposición del Dr. François Dermange, profesor de la Universidad de Ginebra, autor de La ética de Calvino, publicado originalmente en 2017, fue posible su traducción y edición con el apoyo de la Comunión Mundial de Iglesias Reformadas (WCRC, por sus siglas en inglés), la Universidad de Ginebra y la editorial Labor et Fides. Los demás coeditores son la Comunión Mexicana de Iglesias Reformadas y Presbiterianas (CMIRP) y la Casa Unida de Publicaciones (CUPSA).

La ética de Calvino ante algunas tendencias teológicas reduccionistas (I)

En la presentación del autor, Vázquez Buenfil resume muy bien la importancia de la obra y sus largos años de estudios sobre el tema del volumen, y ubica muy bien su relevancia en el contexto que predomina en México y en buena parte de América Latina:

En el mundo francófono, Dermange ha publicado numerosos libros y artículos de su especialidad y es reconocido como una de las voces imprescindibles en este campo del conocimiento científico. Actores del campo religioso, suizos y europeos, lo consultan para conocer su punto de vista sobre muchas cuestiones concretas, ya sean sociales o políticas, económicas o religiosas, ecológicas o bioéticas. Ahora recibimos en el mundo hispanoamericano su libro La ética de Calvino, auténtica síntesis teológica sobre esta cuestión. Publicado originalmente en 2017, este texto es una mina de oro en cuanto a la vida y obra de Calvino se refiere, sus construcciones teológicas y su implementación en la vida social y religiosa de su tiempo. Es una obra que rompe, metodológicamente hablando, con innumerables publicaciones que caen en la apologética fundamentalista, que propagan a Calvino simplemente porque sus autores son calvinistas y que aprenden su pensamiento a través de textos que provienen de otros idiomas (especialmente del inglés actual) y no directamente de la lengua francesa de finales de la Edad Media, la misma que utilizó el fundador de las iglesias reformadas.5

En la introducción, el Dr. Dermange describe muy bien el propósito del libro en el marco de los estudios acumulados sobre la ética calviniana y explica la amplitud de miras de su proyecto que va más allá de los aspectos religiosos a fin de demostrar la actualidad y vigencia del pensamiento del reformador francés incluso después de las polémicas creadas alrededor de la interpretación de las sus implicaciones. Así, apunta en diferentes direcciones: la política, la acción social, la economía, la educación, el humanismo, como ejemplos de las diversas áreas de influencia. La estructura del libro incluye, en los tres primeros capítulos, los aspectos estrictamente soteriológicos (La vida según la naturaleza, según la gracia y según el Espíritu), y en los dos últimos se analizan la economía y la política como muestra de los alcances de esta ética. En palabras de Dermange:

Calvino no es, sin embargo, el “bibliócrata” que a veces se ha descrito. Nunca tuvo la pretensión de que las únicas normas que se aplican al mundo profano sean la repetición analógica de los principios de la Escritura válidos en el orden de la fe. Por el contrario, se opone a los que quieren emprender este camino, por una simple razón. Si los humanos han sido “tan ingeniosos en la inteligencia de las cosas mundanas e inferiores”, sin otra ayuda que la de la naturaleza, eso debe indicar “cuánto nuestro Señor ha heredado con gracias a la naturaleza humana, después de haber sido despojada del Soberano Bien”.

Tomando el punto de vista de Dios, nos damos cuenta de que la inteligencia y la libertad humanas, criticadas cuando pretenden levantarse contra Dios, son, sin embargo, dones que resultan de la Providencia, y que ellas deben ser honradas como tales. Al ejercer sus facultades lo mejor que pueden, los seres humanos participan así, involuntariamente, en un orden mantenido por Dios para asegurar la vida después de la caída. La Providencia “no permite que todas las criaturas sean llenas, movidas, vivificadas por la virtud de este mismo Espíritu, y esto depende de la propiedad de cada una de ellas, tal como Él la dio en la creación”.6

Estas afirmaciones coinciden con las apreciaciones de Daniel Vidal en una reseña sobre el libro:

En Calvino hay juegos de “conceptos” que requieren una lectura atenta para evitar cualquier confusión. La gracia dispensada al mundo es “irreversible”. Por eso es una “condición de libertad”. Esto no quiere decir más que esto: pensar en un mundo sin Ley es pensar en un mundo de choques de fuerzas y limitaciones. Un mundo inhabitable. Sinceramente, asqueroso. La “libertad” no pasa “por encima de la Ley”, como podría haber supuesto Lutero, en su enfrentamiento con la institución romana, sino que “pasa por” esta Ley, escribe Calvino en la Institución de la religión cristiana. Si la Ley está en el principio de libertad, más allá de cualquier incidencia religiosa, es porque “abre al sujeto a una vida cada vez más profunda”: porque el sujeto es esta “existencia” que está constituida tanto por sus obras como por la “gracia” con la que estas obras finalmente se fusionan. Sin duda deberíamos leer aquí, como invita F. Dermange, “el surgimiento moderno de un yo autónomo”. Lo cual respondería así a lo que Calvino define como la “promesa” divina: que “toma por objeto lo que en sí mismo no tiene valor y le da uno”. Lo esencial aquí es este “no valor”, que convierte a cualquier “hombre sin cualidad” en el único capaz de libertad, ya que está “desapropiado de su destino”.7

Esta relectura no dogmática de la doctrina de la gracia común es una notable lección teológica que permite ir más allá de los esquematismos fundamentalistas y “reformacionales” que suponen que hay una abierta oposición entre la autonomía (no reconocida) de la dinámica de la historia y de la vida social que obliga a la iglesia a “defender” la soberanía divina sobre todas las esferas de la existencia. Solamente con una visión así de abierta es posible superar las estructuras mentales de algunas tendencias reduccionistas que le imponen a las enseñanzas bíblicas un molde externo que no necesariamente les hace justicia y más producen confusión al momento de analizar las realidades y las coyunturas humanas con base en determinados sistemas doctrinales.

 

Notas

1 François Dermange, “Prólogo”, en La ética de Calvino. Trad. de Luis Vázquez Buenfil. México, Comunión Mundial de Iglesias Reformadas-Comunión Mexicana de Iglesias Reformadas y Presbiterianas-Universidad de Ginebra-Labor et Fides-Casa Unida de Publicaciones, 2023, p. 9. Énfasis agregado.

2 Sin título, en el muro de Facebook de Adolfo García de la Sienra Guajardo, 29 de enero de 2024.

3 Víctor Zaldaña, “¿Qué es la teología reformacional?”, en Coalición por el Evangelio, 2 de febrero de 2024.

4 A. García de la Sienra Guajardo, en su muro de Facebook, 27 de enero de 2024.

5 L. Vázquez Buenfil, “Presentación”, en F. Dermange, La ética de Calvino, p. 6. Énfasis agregado.

6 F. Dermange, “Introducción”, en La ética de Calvino, p. 24. Énfasis agregado.

7 D. Vidal, “François Dermange, L’éthique de Calvin”, en Archives des sciences sociales des religionsnúm. 184, octubre-diciembre de 2018, p. 266Versión propia.

 

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