Francisco de Enzinas, traductor del N.T. y ¿autor del ‘Lazarillo de Tormes’? (II)

Del hecho de que Enzinas fue un escritor con notables cualidades se deriva la atención prestada a su posible autoría del Lazarillo.

27 DE ABRIL DE 2023 · 23:36

El lazarillo de Tormes, de Luis Santamaría y Pizarro.,
El lazarillo de Tormes, de Luis Santamaría y Pizarro.

Reina en España otra peste, que hace morir eterna- mente a las pobres almas, y que al mismo tiempo exprime los sudores y el haber de la pobre gente. Es la infinita cantidad de indulgencias del Papa, que llaman bulas, inventadas directamente para deshonrar a Dios y profanar la sangre de Jesucristo. Y, sin embargo, están tan llenas de fantasías y engaños tan evidentes, que aun los aldeanos y los niños podrían percibirlo. Pero es tan grande la tiranía, las pobres gentes son mantenidas tan a rienda corta, que, aunque se conozca abiertamente todos esos engaños, no hay nadie, sin embargo, que ose abrir la boca contra ellos: ni siquiera hay quien ose dejar de adorarlas y adquirirlas a muy alto precio.1

Francisco de Enzinas

Francisco de Enzinas como escritor humanista

La lenta recuperación de la figura de Enzinas, tal como demuestra Jorge Bergua Cavero, profesor de la Universidad de Málaga, comenzó con la mención de Casiodoro de Reina en la Biblia del Oso (1569) y de Richard Simon en un libro sobre las traducciones del Nuevo Testamento (1695). Más adelante, Nicolás Antonio se referiría a él en Bibliotheca Hispana Nova (1672),2 y Juan Antonio Pellicer y Saforcada (1738-1806) le dedicaría varias páginas en su Ensayo de una biblioteca de traductores españoles (1778), de donde Bergua Cavero extrajo un amplio fragmento.3 Sobre el estudio moderno de su obra Bergua Cavero menciona a Benjamin Barron Wiffen, Carl Schmidt, Charles-A. Campan y, sobre todo, a Luis Usoz y Río (1805-1865), el famoso bibliófilo protestante que atesoró una inmensa colección de libros heterodoxos, quien editó y tradujo la Historia uera (sobre el asesinato de Juan Díaz) y otras obras de Enzinas.4

Las apreciaciones de Marcelino Menéndez y Pelayo (quien se sirvió de la biblioteca de Usoz y Río) sobre la calidad de su trabajo literario (con base en las evidencias de las Memorias, posiblemente traducidas del latín al francés por Juan Calvino) enfatizan su talento literario:

El autor poseía facultades narrativas y dramáticas muy poco comunes y dibuja vigorosamente las situaciones y los caracteres, hasta el punto de dar a su Memorias toda la animación de una novela. Es de los pocos españoles que han sobresalido en el género autobiográfico. Aunque generalmente exacto en sus relaciones, en lo poco que nos es dado comprobarlas, el tono de la obra es el de un apasionado sectario; pero esta circunstancia, que le quita autoridad como historiador, da brío y movimiento a su estilo y a nosotros mucha luz para comprender lo arrebatado de las pasiones religiosas en el siglo XVI.5

 

Inmediatamente después el gran polígrafo celebra la forma en que Enzinas cuenta la historia de Gil Tielmans, así como “lo rico y brillante” de su prosa latina. A ello le siguieron las afirmaciones de Marcel Bataillon, quien rastreó sólidamente la evolución de su labor como estudioso del griego y traductor del Nuevo Testamento. Este erudito francés reconstruyó los orígenes familiares de Enzinas, incluyendo su relación con Pedro de Lerma, cancelario de la Universidad de Alcalá y decano de la Facultad de Teología de París, donde murió luego del acoso de que fue objeto por parte de la Inquisición.6 En el capítulo dedicado a “La reforma española en la época de las primeras reuniones del concilio de Trento”, expone cómo se trasladó a Lovaina (1539) y Wittenberg (1541), adonde “llevó a feliz término su traducción del Nuevo Testamento”.7 Para esta reconstrucción, Bataillon se basa, sobre todo, en las Memorias de Enzinas y en los trabajos del estudioso alemán Edward Boehmer.8

Pero, además, Bataillon valora a Enzinas como un auténtico humanista erasmista que, fiel a esta escuela de pensamiento, tradujo también a Luciano de Samosata y a Plutarco,9 pues como bien comenta: “…es muy natural pensar en una influencia erasmiana cuando se ve cómo algunos humanistas españoles se dedican a traducir a Luciano a su lengua materna. Boehmer [p. 181], atribuye a Enzinas, no sin verosimilitud, la traducción española de la Historia verdadera que se publicó en Estrasburgo en 1551”.10 Otros estudiosos importantes de Enzinas han sido Arthur Hörmann,11 Carlos Gilly,12 José C. Nieto,13 Francisco Socas (primer traductor de las Memorias al español, 1992, y editor del texto latino), Ignacio J. García Pinilla (editor del Epistolario, 1995)14 y Jonathan Nelson.15

A partir del trabajo de estos autores, Bergua Cavero elaboró un catálogo muy completo de las obras y traducciones de Enzinas, distinguiendo meticulosamente las que publicó en vida, alrededor de 14, y las póstumas, además de otras en las que pudo haber participado.16 Obviamente, entre las primeras destacan la traducción de dos obras, de Lutero y Calvino (1540); el Nuevo Testamento (1543), por supuesto; la historia de la muerte de su amigo mártir Juan Díaz (1546, con prólogo de Bucero); algunos decretos del Concilio de Trento (1546); y otras traducciones bíblicas: Salmos, Proverbios y Eclesiástico (1550). Entre las últimas se mencionan dos muy llamativas, que bien podrían tener relación con la posible escritura del Lazarillo: Feliciano de Silva, Segunda Comedia de Celestina… (1550) y Los cuatro libros del invencible caballero Amadís de Gaula […], 2 tomos (1551).

Francisco de Enzinas, traductor del N.T. y ¿autor del ‘Lazarillo de Tormes’? (II)

Película de 1959 sobre el Lazarillo.

Del hecho de que Enzinas fue un escritor con notables cualidades se deriva la atención prestada a su posible autoría del Lazarillo, quizá justificada también por su eventual interés por producir una obra literaria afín a la época. El debate sobre el posible autor de ese libro aún tiene muchos capítulos por escribirse. Posteriormente a su publicación comenzó la discusión y ahora continúa con nuevos elementos que se agregan a lo dicho y escrito durante varios siglos. La hipótesis más reciente, que atribuye su escritura a Francisco de Enzinas, fue propuesta por el investigador francés Roland Labarre en 2006, también autor de una edición de la obra publicada tres años después. Labarre la fundamenta a partir de diversos elementos biográficos, escriturales y estilísticos.

Ciertamente, Bataillon prácticamente descarta que el Lazarillo fuera concebido “por una cabeza erasmista”,17 no obstante lo cual sus apreciaciones pueden ser leídas como una clave que podía conducir a la posible autoría de Enzinas, en medio de las varias posibilidades:

¿Quiere decir esto que el erasmismo no contribuyó en nada a crear la atmósfera en que surge el Lazarillo, a preparar su enorme éxito? Nadie osaría pretender tal cosa. El anticlericalismo popular de la novela picaresca, su falta de respeto con los poderosos, encontraban apoyo, en fin de cuentas, en el nuevo anticlericalismo de los clérigos, en su afán de poner el cristianismo del corazón por encima de las jerarquías de toda especie. Y si se considera, no ya el espíritu de la nueva novela, sino su forma, se observa que el Coloquio erasmiano abría muchísimos caminos al arte literario, inclusive el de la biografía aventurera.18

 

De ahí que al momento en que Labarre se aventuró a proponer a Enzinas como autor, mucha de esta argumentación está como telón de fondo de esa probabilidad:

Para sustentar esta hipótesis, nos apoyamos primero en el aspecto formal del relato autobiográfico de Lazarillo construido como las Memorias de Enzinas sobre el modelo de un informe frecuentemente salpicado de preguntas dirigidas al personaje importante a quien se dirige. […] También se siente la tentación de ver una conexión entre la inmodestia de Lazarillo al declarar al lector, sobre su “pequeña nada”, que no se “disgustaría si todos los que la encuentran la conocen y se deleitan con algún sabor”.19

 

Pero quien más se ha empeñado en demostrar que Enzinas es el autor del Lazarillo, siguiendo a Labarre, es Alfredo Rodríguez López-Vázquez, profesor de la Universidad de La Coruña, quien en otro tiempo defendió la autoría de Fray Juan de Pineda (1520-1599).20 Su propuesta ha pasado por diversas etapas (pues también afirma que escribió las dos partes) y desembocó en una edición crítica de la obra (2020). La resumió de esta manera:

La propuesta de atribución a Enzinas hecha por Labarre se basaba en un elemento ideológico o doctrinal muy claro: la coincidencia en lo que atañe a la crítica demoledora de las bulas, centrada en el mismo entorno geográfico y en la misma época en torno a las Cortes de Toledo de 1538-9, inmediatamente anteriores al episodio con que se abre la segunda parte del Lazarillo, el desastre de la expedición naval a Argel, que provoca la transformación (tan lucianesca) de Lázaro en atún. Junto a esta evidencia ideológica y doctrinal, que sitúa al Lazarillo en el ámbito de la Reforma Protestante, el mero análisis estilístico y estilométrico de las traducciones de Luciano hechas por Enzinas confirma que la hipótesis Labarre, que actualiza una observación crítica de Menéndez y Pelayo (Núñez Rivera, 2016), se puede defender también por medios objetivos y con una metodología que responda a los criterios habituales en la ciencia.21

Francisco de Enzinas, traductor del N.T. y ¿autor del ‘Lazarillo de Tormes’? (II)

La observación crítica de Menéndez y Pelayo a que hace alusión Rodríguez López-Vázquez está tomada de un ensayo de Valentín Núñez Rivera (Universidad de Huelva) y corresponde a un par de cartas del autor de los Heterodoxos españoles, la primera de las cuales fue dirigida a Gumersindo Valverde en 1875, en la que afirma: “En cuanto a la segunda parte (la de los atunes) yo tengo vehementes sospechas de que debe de ser obra de Francisco de Enzinas”.22 En la otra, enviada el 11 de enero de 1889 al hispanista francés Alfred Morel-Fatio (1850-1924), y de manera más extensa, señala lo siguiente acerca de ambas partes de la obra:

Pensando sobre la cuestión del Lazarillo que Vd. trata con tanta novedad e ingenio, y volviendo a leer la segunda parte anónima, me he venido a confirmar más y más en la sospecha de que el autor de esta segunda parte debe de ser el protestante burgalés Francisco de Enzinas: a ello me persuaden la fecha, lugar y condiciones tipográficas del libro, y más aún la circunstancia de ser en parte imitación de la Historia Verdadera de Luciano, que el mismo Enzinas tradujo en estilo bastante parecido al del Lazarillo segundo. Y a veces van mis sospechas más lejos: no creo imposible, ni mucho menos, que sea también autor del primero. Vd. nota y con razón que la segunda parte (la de los atunes) no es tan despreciable como suponen rutinariamente los críticos. Yo creo que su inferioridad procede sólo de no ser una galería de tipos y de cuadros de costumbres, de valor artístico permanente, como la primera, sino una alegoría satírica cuya clave tendrían los contemporáneos. Pero el estilo no me parece indigno del autor primitivo, a lo menos en los primeros y últimos capítulos de la obra. Nada de esto pasa de suposición, pero de fijo no tan aventurada y desnuda de fundamento como la que ha venido atribuyendo el libro a D. Diego de Mendoza.23

 

Éste fue un enorme giro en la búsqueda del autor del Lazarillo, avalado por uno de los críticos más feroces de los autores de orientación protestante o humanista, quien reconsideró profundamente sus opiniones anteriores. Su comentario abrió la puerta para considerar seriamente la autoría de Enzinas. Con base en todo lo anterior, la edición crítica se presenta como sigue:

En esta edición proponemos un nuevo texto del Lazarillo de Tormes basado en la evidencia de que existen dos transmisiones distintas: en 1553 en Amberes, y una prínceps en 1550 probablemente en Amberes o Estrasburgo. Proponemos además la autoría de la obra para Francisco de Enzinas, traductor de Luciano, del Nuevo testamento y de siete libros del Antiguo testamento, así como obras de Plutarco, cicerón y Tito Livio. Se relaciona la intención de la obra con el pensamiento de la Reforma Protestante y se aporta material probatorio que explica las razones por las que la Inquisición prohibió el libro en 1559, y lo censuró en 1573.24

 

1 F. de Enzinas, “Las bulas en España”, en Memorias. Historia del estado de los Países Bajos, y de la religión de España. [1558] t. 2. Trad. de Adam Sosa. Buenos Aires-México, La Aurora-Casa Unida de Publicaciones, 1944 (Obras clásicas de la Reforma, VIII), pp. 70-71.

2 J. Bergua Cavero, Francisco de Enzinas, un humanista reformado en la Europa de Carlos V. Madrid, Trotta, 2006, pp. 23-24.

3 Ibid., pp. 24-26. Cf. J.A. Pellicer y Saforcada, Ensayo de una biblioteca de traductores españoles. Madrid, Antonio de Sancha, 1778, pp. 78-85.

4 Ibid., pp. 26-28.

5 M. Menéndez y Pelayo, Historia de los heterodoxos españoles. Erasmistas y protestantes. Sectas místicas. Judaizantes y moriscos. Artes mágicas. [1882] México, Porrúa, 1982, p. 136.

6 M. Bataillon, Erasmo y España. Estudios sobre la historia espiritual del siglo XVI. 2ª ed. México, Fondo de Cultura Económica, 1966, pp. 481-482. Cf. F. de Enzinas, “Pedro de Lerma”, en op. cit., pp. 41-46.

7 Ibid., p. 514.

8 Cf. F. de Enzinas, Memorias, op. cit.; y E. Boehmer, “Franzisco and Jaime de Enzinas”, en Spanish reformers of two centuries from 1520. I. Estrasburgo-Londres, Karl Trübner-Trübner & Co., 1874, pp. 133-184. Este autor hace un recuento minucioso del trabajo de Enzinas como escritor y traductor.

9 M. Bataillon, op. cit., pp. 415, 625.

10 Ibid., p. 643.

11 A. Hörmann, Francisco de Enzinas und sein Kreis bis zum Beginne des ersten Wittenberger Aufenthaltes im Jahre 1541: mit kommentierten Briefen. Berlín, Druck von E. Ebering, 1902.

12 C. Gilly, “Francisco de Enzinas”, en Spanien und der Basler Buchdruck bis 1600. Ein Querschnitt durch die spanische Geistesgeschichte aus der Sicht einer europäischen Buchdruckerstad. 1983.

13 J.C. Nieto, “Enzinas y su entorno”, en El Renacimiento y la otra España: visión cultural socioespiritual. Ginebra, Librairie Droz, 1997, pp. 117-127.

14 F. de Enzinas, Epistolario. I.J. García Pinilla, ed. Ginebra, Librairie Droz, 1995.

15 J. Nelson, autor de una tesis inédita sobre Enzinas (Francisco de Enzinas (Dryander) and Spanish evangelical humanism before the Council of Trent, Universidad de Manchester, 1999), escribió el cuadernillo que acompaña la edición facsimilar del Nuevo Testamento (Madrid, Sociedad Bíblica, 2020).

16 J. Bergua Cavero, op. cit., pp. 213-217. Cf. Juan Bautista Vilar, “Francisco de Enzinas”, en Real Academia de la Historia.

17 M. Bataillon, op. cit., p. 611.

18 Ídem.

19 R. Labarre, op. cit., p. 281. Versión propia.

20 A. Rodríguez López-Vázquez, “Una refutación de las atribuciones del Lazarillo a Alfonso de Valdés, Hurtado de Mendoza y Arce de Otálora: La hipótesis de Fray Juan de Pineda”, en Lemir, 14, 2010, pp. 313-334.

21 A. Rodríguez López-Vázquez, “La Historia verdadera de Luciano, la traducción de Enzinas y el Lazarillo. Hacia una autoría compartida”, en Etiópicas, 13, 2017, p. 64.

22 V. Núñez Rivera, “Atisbos lucianescos en los Lazarillos”, en Pierre Darnis et al., eds., Sátira menipea y renovación narrativa en España: del lucianismo a Don Quijote (Homenaje a Michel Cavillac). Pessac Cedex-Córdoba, Université Bordeaux Montaigne-Universidad de Córdoba, 2016, p. 183. Las citas corresponden a M. Menéndez y Pelayo, Epistolario. Madrid, Fundación Universitaria Española, 1982-1991, pp. 114-116. Núñez Rivera cita a Florencia Calvo, “‘Ni temeraria ni quimérica’. La literatura picaresca española en Marcelino Menéndez Pelayo. Desde los estudios sobre Lope de Vega al epistolario”, en Hesperia. Anuario de Filología Hispánica, XII, l, 2009, pp. 59-74.

23 Ídem. Énfasis agregado.

24 “Sumario”, en www.peterlang.com/document/1111417.

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