Historia, gracia y gloria: las reformas protestantes y los desafíos para las iglesias de hoy (1)

Las exigencias que enfrentamos hoy no son tan distintas de las que experimentaron los reformadores del siglo XVI.

28 DE OCTUBRE DE 2022 · 09:39

Monumento conmemorativo del Sínodo de Chanforan, de 1532.,
Monumento conmemorativo del Sínodo de Chanforan, de 1532.

Centro Evangélico de Estudios Pastorales en Centroamérica (Cedepca), 31 de octubre, 2022

 

Ahora bien, mientras que nacía la Reforma, nacía al mismo tiempo un mundo nuevo. Transformación en todos los planos de la sociedad: en lo político con la formación de naciones, en lo económico con el triunfo de la economía burguesa sobre la economía feudal, en lo intelectual con el Renacimiento. Y he aquí que nos parece muy remarcable el hecho de que la Reforma no fue ni un sostén del pasado cristiano, ni un apoyo sin reserva a esta nueva sociedad.[1]

Jacques Ellul

 

Palabras preliminares

Mucho se ha escrito y dicho acerca de la necesidad y utilidad de seguir conmemorando y estudiando lo sucedido durante las reformas religiosas del siglo XVI que cambiaron el rostro de la cristiandad para siempre, especialmente ante el acceso de la llamada modernidad. La Dra. Dawn DeVries, profesora del Seminario Presbiterio Unión (Virginia, EU) lo ha vuelto a plantear en un breve texto que muestra, al mismo tiempo preocupación y sorpresa por la disminución en el interés hacia esos acontecimientos por parte de las iglesias de hoy. Allí observa: “He recibido comentarios más de una vez en mis más de 30 años de enseñanza en seminarios presbiterianos de que los pensadores ‘muertos, blancos, varones, europeos’ tienen poco que ofrecernos hoy: los problemas que nos ocupan son diferentes a los que les preocupaban”[2]. Y lanza la pregunta obligada: “¿Sigue siendo valioso celebrar la Reforma en nuestras iglesias y estudiarla en nuestros seminarios?”.

Algo similar sucede en prácticamente todas las iglesias y denominaciones, porque, aunque en el mundo evangélico hispanoamericano no se caerá en la celebración del Día de Todos los Santos (o Halloween), como en Estados Unidos, lo cierto es que cada vez se ve con mayor distancia. La respuesta de DeVries a su pregunta es afirmativa, puesto que las exigencias que enfrentamos hoy no son tan distintas de las que experimentaron los/As reformadores/as del siglo XVI. Y ella hace confluir, como lo intentaremos ahora también, la historia, la gracia y la gloria de Dios:

En medio de las ansiedades de nuestra época —nuevas tecnologías, desigualdad de ingresos, pobreza aplastante, odio y violencia racial/étnica/nacionalista, desastres naturales interminables, guerras, crisis de refugiados, gobiernos fallidos e iglesias políticamente corruptas— nosotros, como Lutero, Calvino y Knox antes de nosotros, podemos dejar los resultados al poderoso Dios de la gloria que es al mismo tiempo el Dios bueno y amoroso de la gracia. Y podemos participar en los desafíos y oportunidades de cada día con toda la energía, la creatividad y la esperanza que podemos sacar del reconocimiento de que no somos nuestros: pertenecemos a Dios.[3]

Historia, gracia y gloria: las reformas protestantes y los desafíos para las iglesias de hoy (1)

Dawn DeVries.

1. ¿En dónde radica su vigencia?: la vertiente histórica de las reformas religiosas del siglo XVI

Después de las inmensas explosiones académicas, teológicas y eclesiales acaecidas en 2017 para celebrar los 500 años de la Reforma de Lutero y otras fechas más que se han venido sucediendo (medio milenio en casi todos los casos; los 450 años de la Biblia de Casiodoro de Reina fue otra efeméride importante), en 2022 han coincidido tres fechas que pueden ayudar a replantear la vigencia de dichas reformas. Cada una de ellas apunta hacia la posibilidad de releer los acontecimientos históricos con otros ojos, muy diferentes a como se han interpretado. Primero, 450 años de la infausta Noche de San Bartolomé (agosto de 1572); en segundo lugar, 490 años del Sínodo de Chanforan (septiembre de 1532) que marcó el compromiso de los valdenses para unirse a las iglesias reformadas francosuizas y patrocinar la Biblia traducida por Pierre Robert, Olivétan (1506-1538), primo de Juan Calvino; y 500 años de la traducción del Nuevo Testamento por Lutero (septiembre de 1522). Y acercándonos ya a los 500 años de la Guerra de los Campesinos Alemanes y los 850 del inicio del movimiento valdense. La forma en que los protestantes franceses recordaron el suceso de 1572 y la decisión del gobierno parisino son una muestra de cómo puede asimilarse y procesarse el pasado en un contexto de diálogo interconfesional e interreligioso. La revista Réforme publicó un suplemento especial al respecto, en donde el filósofo Olivier Abel escribió:

Entre estos dos obstáculos, ¿cómo conmemorar a San Bartolomé? Primero debemos medir el horror pasado, que tiene algo único, imprescriptible. Con la distancia histórica, la relativización puede convertirse en una facilidad, como si no hubiera en esta historia una terrible asimetría entre mayoría y minoría, entre fuerte y débil. Dicho esto, encuentro prometedora la noción de amnistía, que pone fin a los procesos penales sin anular las responsabilidades éticas y políticas. Una sociedad sin amnistía, donde la justicia recordaría interminablemente todo, de hecho, estaría constantemente carcomida por los duelos y los resentimientos del pasado.[4]

El llamado Sínodo de Chanforan marcó un antes y un después en el devenir del movimiento valdense, que estableció relaciones directas con los reformadores Guillaume Farel, Ecolampadio, Martín Bucero y Wolfgang Capitón. Esta visión amplia permitió desarrollar conexiones que hoy se llamarían “ecuménicas” al reconocer que los proyectos comunes bien podían contribuir al extendimiento de la nueva perspectiva y religiosa. La traducción de esa Biblia aparecería tres años después y sería la base de otras posteriores reconocidas como emblemáticas para la tradición reformada. El teólogo valdense italiano Giorgio Tourn ha publicado recientemente un libro sobre ese gran esfuerzo editorial conjunto[5].

Sobre el Nuevo Testamento de Lutero no quedan dudas acerca de su importancia religiosa, teológica y cultural pues incluso algunos autores católicos reconocen la calidad de su trabajo. Es el caso de Manuel Santos Noya, quien en un análisis de la traducción observa enfáticamente: “Conseguir que la Biblia hable alemán, en vez de griego o latín, es lo que Lutero no solo se propuso, sino que logró en alto grado. Por eso su Nuevo Testamento es no solo un excepcional documento teológico que marcó profundamente la vivencia religiosa de innumerables generaciones de fieles, sino también un monumento lingüístico que influyó decisivamente en la evolución de la lengua alemana”[6]. La inmensa fuerza teológica, espiritual y cultural de esa traducción sentó las bases para que Lutero, en la teoría y en la práctica, abriera las puertas de las Escrituras a las multitudes para que identificasen directamente los propósitos soteriológicos de su contenido[7]. La ruta de la lectura generalizada de la Biblia se consolidaría irremisiblemente como una característica central de todas las iglesias protestantes

 

Notas

[1] J. Ellul, “Actualidad de la Reforma”, en L. Cervantes-O., ed., Antología de Martín Lutero. Legadoado y transcendencia. Una visión antológica. Barcelona, CLIE, 2019, p. 22. Trad de F.J. Domínguez Solano. Publicado originalmente en Foi et Vie, año 58, núm. 2, marzo-abril de 1959, pp. 39-64.

[2] D. DeVries, “Is celebrating and studying the Reformation still valuable?”, en Presbyterian Outlook, 25 de octubre de 2022,. Versión propia.

[3] Ídem.

[4] O. Abel, “Je redoute la capacité de notre société à fabriquer en son sein un corps étranger” (“Temo la capacidad de nuestra sociedad para fabricar un cuerpo extraño dentro de sí misma”), en Réforme Plus, núm. 3959, 1 de septiembre de 2022, p. 3, versión propia. Existe versión completa del suplemento en español.

[5] G. Tourn, La Bibbia di Olivetano. Turín, Claudiana, 2022. Cf. Andrea Arcuri, “Da movimiento ereticale a Chiesa riformata: una lettura del valdismo attraverso le sue confessione di fede”, en Saitabi. Revista de la Facultat de Geografia i Història, 68 (2018), pp. 87-103y Álvaro Michelin Salomón, “EL valdismo medieval como movimiento inspirador para una iglesia horizontal y participativa”, en Cuadernos de Teología, ISEDET, núm. 33, 2014, pp. 179-202.

[6] M. Santos Noya, “Significado teológico de las modificaciones de Lutero del texto griego y latino en las cartas paulinas”, en Concilium, núm. 370, abril de 2016, p. 48.

[7] Cf. Eric W. Gritsch, “Luther as Bible translator”, en Donald K. McKim, ed., The Cambridge Companion to Martin Luther. Universidad de Cambridge, 2003, pp. 62-72.

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