‘El culto protestante: un abordaje teológico’, editado por C. Chalamet y F. Dermange

Coordinado por los profesores Christophe Chalamet y François Dermange, de la Universidad de Ginebra, la editorial suiza Labor et Fides está por lanzar en los próximos días este volumen en el que colaboraron más de 20 autores.

25 DE JUNIO DE 2021 · 11:45

Portada del libro y coordinadores.,
Portada del libro y coordinadores.

Si la liturgia reformada pretende estar arraigada en la larga tradición cristiana, es ante todo porque propone vivir de forma condensada la experiencia misma del pueblo elegido por Dios durante las sucesivas etapas de la historia de la alianza.

C. Chalamet y F. Dermange

 

Coordinado por los profesores Christophe Chalamet y François Dermange, de la Universidad de Ginebra, la editorial suiza Labor et Fides está por lanzar en los próximos días el volumen Le culte protestante: une approche théologique (El culto protestante: un abordaje teológico), en el que colaboraron más de 20 autores/as (la mayor parte ligados a dicha institución), entre ellos Olivier Fatio, Félix Moser, Michel Grandjean, Sarah Stewart-Kroeker, Benoît Zimmermann, Sarah Scholl, Bernard Rordorf, Andreas Dettwiler, Vincent Schmid, Élisabeth Parmentier, Sarah Scholl, Sarah Stewart-Kroeker, Meehyun Chung, Nico Koopman y el Hermano Alois. Los temas trabajados, en tres secciones (Introducción, Los elementos del culto: lectura teológica y aperturas) van desde las herencias medievales y la invención del culto reformado, hasta el análisis de cada sección del culto, sin dejar de lado los desarrollos en otras regiones del mundo como Corea, Estados Unidos, América Latina, Sudáfrica y Taizé. Se incluye aquí un fragmento del original en español de “El significado del culto de los protestantes en el contexto latinoamericano”, del autor de estas líneas. Vaya la gratitud para el Dr. Luis Vázquez Buenfil, quien gentilmente lo tradujo al francés y a los editores del libro por su generosa invitación.

 

Un culto inculturado

Uno de los conceptos que debería manejarse al momento de acercarse a la realidad litúrgica de las iglesias protestantes o evangélicas en América Latina es aculturación, tal como lo desarrolló el sacerdote filipino Anscar J. Chupungco, quien definió así el fenómeno en este campo específico:

 

Es un proceso, por medio del cual elementos pertinentes de una cultura local son integrados en el culto de una iglesia local. Integración significa que la cultura influencia la forma de componer y proferir textos de oración, ejecutar acciones rituales y expresar el mensaje en formas artísticas. Integración puede significar también que ritos, símbolos y fiestas locales, luego de pasar por la debida crítica y reinterpretación cristiana, se vuelven parte del culto litúrgico de una iglesia local.1

 

La razón para ello es que, aunque este término como tal no se usa en ese ambiente eclesial, en la práctica ha acontecido que todo lo relacionado con el culto, así como se recibió de las propuestas misioneras, se ha adaptado progresivamente a las necesidades e idiosincrasia del subcontinente.2 Se puede decir que “si una liturgia es capaz de evocar la cultura local, esto es una señal que de hecho ha ocurrido [la] aculturación”.3 Esta forma de conceptualizar el intercambio cultural que acontece en la liturgia favorece la recuperación de los elementos autóctonos de la cultura que recibe el contenido cristiano de la misma y valora críticamente los que “arrastra” la cultura que lo transmite. Las formas litúrgicas propiamente protestantes siempre se confrontaron o contrastaron críticamente con las católico-romanas, por lo que la manera en que la liturgia arraigó en las “subculturas evangélicas” caracterizadas por un fuerte apego a la Biblia, a los himnos recibidos en traducciones y al énfasis en la subjetividad individual. Como resultado de todo ello, el culto evangélico se convirtió en una muestra de aculturación un tanto incompleta, puesto que las matrices culturales propias no habían producido muestras suficientes de una adecuada incorporación en la expresión litúrgica. Ésta se limitó, durante mucho tiempo a repetir lo recibido de las “iglesias madres”. O, dicho en otros términos, esas iglesias trasladaron las expresiones litúrgicas propias de la inculturación sucedida en la cultura anglosajona o estadounidense al ámbito de las nuevas comunidades religiosas latinoamericanas surgidas como fruto de su trabajo misionero sin considerar las inmensas diferencias culturales que existen entre ambas.4

A semejante desfase cultural se refirió alguna vez el teólogo protestante brasileño Rubem Alves cuando narró cómo se sintió al entrar a un templo protestante en una ciudad andina: al escuchar los primeros acordes de un himno clásico, sintió que se encontraba más bien en una ciudad estadounidense. La herencia litúrgica recibida de las llamadas “iglesias históricas” se ha transformado, merced a las adaptaciones culturales que ha sufrido, en un auténtico híbrido que no ha dejado de incluir las tendencias festivas comunitarias propias del ambiente hispanoamericano con sus variantes regionales. Así, por ejemplo, es muy llamativo ver en las iglesias caribeñas, la presencia de instrumentos propios de la música tropical, con fuerte presencia africana. A este sabor festivo y alegre de la liturgia y a sus resonancias teológicas transformadoras (no siempre experimentadas conscientemente por las comunidades) se refiere Carmelo Álvarez, quien dedicó un volumen completo al tema: “El regocijo de saberse en compañía de los otros hace que se propicie un optimismo contagioso que invita al compartir, al testimonio; a la acción unida parala construcción de un mundo mejor en que la iglesia es signo de esperanza”.5 […]

 

Influencias y desarrollos

Dos libros marcaron fuertemente a varias generaciones eclesiales en el campo litúrgico latinoamericano, ambos con el mismo título: El culto cristiano. El primero, de William D. Maxwell,6 y el segundo, del pastor reformado suizo Jean-Jacques von Allmen.7 Los nuevos materiales o libros de texto consagrados a la liturgia no ignoraron estas combinaciones y exponen la gran necesidad de atender, por un lado, la historia y la tradición del culto, y por el otro, el contexto actual de las y comunidades. Las diversas publicaciones confesionales o ecuménicas intentaron reflejar la renovación litúrgica y el diálogo con las nuevas formas de culto emanadas del debate teológico. Se pueden señalar algunos antecedentes de esta tendencia: Emilio Castro escribió una sección notable sobre el culto en un libro sobre pastoral que marcó toda una época.8 En México apareció el volumen colectivo El culto es fiesta, en 1988, con autores de diferentes confesiones.9 Alvin Schutmaat, profesor presbiteriano estadounidense afincado en Colombia elaboró un material didáctico para el Seminario Bíblico Latinoamericano en 1985,10 y su colega costarricense Edwin Mora G. redactó otro en 1991.11 Rubem Alves publicó, entre 1999 y 2002, Culto Arte: celebrando la vida, una colección de cuatro volúmenes basados en el año litúrgico. Culto cristiano: historia, teología y formas (Consejo Latinoamericano de Iglesias, 2000), del luterano brasileño Nelson Kirst, es una muestra del esfuerzo de varias instancias por actualizar el panorama de esta disciplina. Otro de los grandes especialistas en liturgia fue el anglicano brasileño Jaci C. Maraschin (1929-2009), cuyas obras, entre ellas, La belleza de la santidad. Ensayos de liturgia (ASTE, 1996) son una referencia obligada. Uno de sus discípulos, Claudio Carvalhaes, actualmente profesor del Seminario Unión (EU), sigue explorando caminos, especialmente desde el campo de la poscolonialidad teológica. Religión, liturgia y arte. Correlaciones (2018) y Liturgy and Postcolonialism: An Introduction (2015) son dos de sus aportaciones. […]

En Da leveza e da beleza. Liturgia na Pós-Modernidade (De la levedad y de la belleza. Liturgia en la posmodernidad, libro póstumo de 2010), continuación de La belleza de la santidad, Maraschin trabaja un tema que sigue siendo bastante extraño para la práctica protestante latinoamericana, con todo y que lo posmoderno la ha impactado visiblemente. Allí explora, en la primera parte, algunos aspectos que no siempre son considerados en relación con el culto, como el placer, la belleza y los usos de la liturgia, centrándose al final en las experiencias litúrgicas en la posmodernidad. En la segunda parte, se ocupa del canto litúrgico y lo sitúa en el contexto de esa realidad contemporánea. […]

Desde Venezuela y a partir de otro ángulo de análisis, César Henríquez se ha preguntado sobre el lugar del culto en el contexto posmoderno señalando los aspectos más cuestionados de la mentalidad dominada por las mentalidades y prácticas afines a él: consumismo, teatralidad, tecnologización, que han influido en el culto inevitablemente y convertirlo en espectáculo, entretenimiento, en espacio para la catarsis emocional, en una actividad superficial, frívola, light. Paradójicamente, el culto: “Debe ser estético y lucir bien, por lo que tiene que deshacerse de todo lo que carezca de belleza, es decir, [de lo] que no sea fashion”.12 En su opinión, el culto cristiano debe seguir siendo un “instrumento de transformación” y de “discernimiento”.[…]

 

Renovación y cambio

Por último, hay que mencionar las propuestas de renovación que han surgido recientemente en el Cono Sur en varias instancias de inspiración protestante, pero con perspectiva ecuménica, pues combinan elementos de la tradición con la inclusión de otros propios de la cultura popular sudamericana. Es el caso de la Red Crearte (https://redcrearte.org.ar), que ha participado en reuniones de la Comunión Mundial de Iglesias Reformadas y el Consejo Mundial de Iglesias. Los cantos compuestos por el profesor metodista argentino Adam Sosa, los himnos-tangos del obispo argentino Federico Pagura,13 los arreglos de coros y adaptaciones de Alvin Schutmaat, los himnos del colombiano Eleazar Torreglosa o del colectivo venezolano Caleb, de origen pentecostal, han venido a reforzar creativamente la liturgia y a dotarla de un sentido teológico más profundo, a contracorriente de las modas impuestas por el establishment evangélico estadounidense controlado por la industria disquera, que convive con estas formas un tanto experimentales. Porque hay que decirlo tal como es: el adocenamiento uniformador de esta presencia de orientación más comercial manifiesta una gran discursiva, teológica, poética y musical que ha hecho del culto evangélico convencional una serie de performances, en donde los “directores de culto y alabanza” y los cantantes más afamados se han convertido en una suerte de gurúes que pretenden dictar los rumbos de la liturgia actual. Muchos de ellos son venerados y elevados a la categoría de salmistas como parte de las transformaciones actuales del ambiente cristiano, ya no evangélico o protestante, como solía decirse. Cada país latinoamericano cuenta con representantes reconocidos de estas expresiones cultuales.14

‘El culto protestante: un abordaje teológico’, editado por C. Chalamet y F. Dermange

  Libro de Carmelo Álvarez. Foto de Lusmarina Campos Garcia y Luis Vázquez Buenfil. 
 

Como conclusión, se citará el magnífico trabajo de la teóloga y liturgista luterana brasileña Lusmarina Campos Garcia, “Celebrar con arte, emoción y compromiso. Un intento de respuesta a la pregunta: ¿cómo traer de regreso la belleza y el arte al interior de nuestras celebraciones litúrgicas?”,15 quien ha articulado una sólida reflexión acerca de la interacción más deseable entre esos elementos. Sus preguntas iniciales son muy desafiantes, pues apuntan hacia la percepción litúrgica integral e integrada. […]

Por lo mismo, sus conclusiones atacan los puntos esenciales de esta realidad comunitaria, de las posibilidades recuperadas del culto cristiano renovado en verdad, desde sus raíces más profundas:

 

Saber que el desierto y el árbol, la tierra agrietada y la lluvia, la lágrima y la sonrisa, los vacíos y las profundidades, las reconciliaciones y las intimidades, las piedras y los caminos, las semillas y las cuerdas, los vientres y las misericordias, la primera y la última belleza, el Espíritu, son metáforas de la eternidad. Y la eternidad está aquí, ahora, ayer, mañana y ese lugar y hora que aún no conocemos.

Afinando, hasta que el escritor se convierte en texto, papel mezclado con palabras en movimiento; palabras que aman, liberan, hacen vivir, experimentan la muerte e insisten en volver a vivir. ¡Creo que es más o menos así!16

 

Notas

1 Anscar J. Chupungco, “Two Methods of Liturgical Inculturation”, en Anita Stauffer, ed., Christian Worship: Unity in Cultural Diversity. Ginebra, The Lutheran World Federation, 1996, p. 77-94, cit. por Nelson Kirst, “Liturgia”, en Christoph Schneider Harpprecht y Roberto E. Zwetsch, eds., Teología práctica en el contexto de América Latina. Quito, Consejo Latinoamericano de Iglesias-Editora Sinodal, 2011 (Compañerismo en la misión de Dios), pp. 152-153.

2 Otros autores hablan más bien de inculturación, en un sentido más positivo, entendida como “el descubrimiento progresivo, inteligente y contemplativo que se hace de la revelación divina en el universo simbólico y valorativo, en el horizonte de sentido propio, en la cultura de un grupo humano, a través de la interpretación juiciosa de sus acciones significantes, acogiendo el mensaje divino que comportan para todos, y no sólo para la respectiva cultura”..

3 Nelson Kirst, op. cit., p. 153.

4 El músico y liturgista estadounidense Alvin Schutmaat (1921-1987) contrastó detalladamente estas diferencias en el material didáctico Culto cristiano. San José, Seminario Bíblico Latinoamericano, 1985, pp. 9-12.

5 Carmelo Álvarez, Celebremos la fiesta. Una liturgia desde América Latina. San José, Departamento Ecuménico de Investigaciones, 1986 (Aportes), p. 94. Cf. Santos Pérez, “La liturgia desde América Latina”, en SELADOC, Panorama de la teología latinoamericana. II. Salamanca, Ediciones Sígueme, 1975, pp. 177-185.

6 William D. Maxwell, El culto cristiano: su evolución y sus formas. Buenos Aires, Methopress (Biblioteca de estudios teológicos), 1963. Edición original en inglés: 1936.

7 Jean-Jacques von Allmen, El culto cristiano: su esencia y su celebración. Salamanca, Ediciones Sígueme, 1968 (Diálogo, A-16). Publicado en inglés en 1965.

8 Emilio Castro, “Adorando desde lo profundo”, en Hacia una pastoral latinoamericana. San José, Seminario Bíblico Latinoamericano-Publicaciones INDEF, 1974 (Iglesia y misión, 2), pp. 60-76.

9 Varios autores, El culto es fiesta. Notas en torno al año litúrgico. México, Publicaciones El Faro, 1988.

10 Alvin Schutmaat, Culto cristiano. San José, Seminario Bíblico Latinoamericano, 1985.

11 Edwin Mora G., Hacia una liturgia latinoamericana que afirme la vida. Pastoral de la espiritualidad. San José, Seminario Bíblico Latinoamericana, 1991 (CEPAS, 16). Cf. Ídem, La celebración cristiana. Antología. Renovación litúrgica contextual. San José, Universidad Bíblica Latinoamericana, 2005.

12 César Henríquez M., “Culto, teología y posmodernidad”, ponencia presentada en la Consulta teológica “La iglesia ante los desafíos de la postmodernidad”, Seminario Evangélico Asociado, 4-7 de abril de 2002, en Edwin Mora Guevara, La celebración cristiana...

13 Luiz Carlos Ramos, “Tenemos esperanza”, en www.luizcarlosramos.net/tenemos-esperanza/, 6 de junio de 2016.

14 Véanse: “Brasil, la nueva meca de la música evangélica”, en France 24, 24 de mayo de 2020; “Los mejores cantantes cristianos de Argentina”; “Álex Campos, el grande de la música cristiana”, y Tito Paredes, Con permiso para danzar. Renovación de la música y liturgia en las iglesias evangélicas de América Latina, 1970-2004. Lima, Centro Evangélico de Misiología Andina-Amazónica, 2006.

15 Lusmarina Campos Garcia, “Celebrar com arte, emoção e compromisso - Uma tentativa de resposta à questão: como trazer de volta a beleza e a arte para dentro das nossas celebrações litúrgicas?”, en Tear Online, São Leopoldo, vol. 2, núm. 1, enero-junio de 2013, pp. 19-28.

16 Ibid., p. 27.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Ginebra viva - ‘El culto protestante: un abordaje teológico’, editado por C. Chalamet y F. Dermange