Juan de Patmos: el visionario y su visión, de Néstor Míguez (II)

Míguez subraya la importancia del Apocalipsis para las comunidades de base y los grupos de lectura popular en Latinoamérica.

01 DE MAYO DE 2020 · 10:15

Néstor Míguez.,
Néstor Míguez.

Se me ha preguntado qué es lo que todavía queda por saber. La respuesta es muy sencilla: es preciso repasar una vez más todos los temas que han ido apareciendo sucesivamente a partir de la apocalíptica de la cristiandad primitiva: la misión, la libertad de la comunidad cristiana, la fe sometida a la prueba, que son otros tantos aspectos diferentes del regnum Christi. [1]  

Ernst Käsemann

 

En la segunda parte del cap. 1 del libro de Néstor Míguez sobre el Apocalipsis (Juan de Patmos: el visionario y su visión. Buenos Aires, La Aurora, 2019) ocupa un lugar importante la lectura que se ha hecho del libro bíblico en América Latina. Partiendo de una anécdota acontecida en Costa Rica adonde surgió un comentario sobre la influencia de dicho libro en el compromiso que muchos jóvenes asumieron para participar en las luchas sociales e incluso en movimientos armados a partir de una visión triunfalista, Míguez subraya la importancia del Apocalipsis para las comunidades de base y los grupos de lectura popular en la región. Afirma también que la exégesis latinoamericana del libro “ha destacado sobre todo el sentido de llamado, de convocatoria, su reclamo de fidelidad y de inspiración para la fe” (p. 21). Un factor que entra en juego al momento de valorar esta presencia bíblica es el crecimiento del pentecostalismo, pues pone en juego la experiencia espiritual de su autor, quien “es movido por el Espíritu, cae en éxtasis, tiene visiones, escucha la palabra de ángeles, tiene el don de profecía”. Todo un conjunto de situaciones con el que el pentecostalismo se identifica profundamente, “más allá de la influencia fundamentalista o dispensacional que suelen tener muchas de estas iglesias”.

Todo lo anterior, y mucho más, se manifiesta en la lectura comunitaria del libro en América Latina, especialmente por los contextos opresivos en donde ha podido recuperar una significación liberadora y por ser fuente de inspiración para la proyección de la fe en la búsqueda de la justicia y la esperanza que brinda. Sin olvidar, tampoco, que “ha dado lugar a fundamentalismos de derecha o de izquierda”, agrega Míguez, algo que ha sucedido en otras regiones del mundo, como Sudáfrica, prueba de lo cual son los estudios de Allan Boesak, y se refiere en particular a Comfort and protest: The Apocalypse from a South African perspective (Comodidad y protesta: el Apocalipsis desde una perspectiva sudafricana, 1987).

La “lectura liberadora latinoamericana” comenzó con la práctica de las comunidades de base que abordaron los textos bíblicos desde su situación existencial, sus conflictos y esperanzas, a partir de la década de 1960. La vigencia del mensaje de Apocalipsis adquirió relevancia en medio de las dictaduras militares y después con la imposición del capitalismo global y el libre mercado en el continente. Al identificarse con la marginalidad, el dolor y el martirio, surgieron los comentarios populares.

El primero de ellos, obra de Carlos Mesters (1931), biblista brasileño de origen holandés, fue Cielo nuevo y tierra nueva. Esperanza de un pueblo que sufre. El Apocalipsis de san Juan: una clave de lectura (edición mexicana, 1989), reaparecido como taller bíblico, El Apocalipsis: la fuerza de los símbolos (2006). Con un tono de esperanza, cada capítulo “comienza con una afirmación de fe, un reclamo de justicia, un llamado a la participación en la comunidad del Cordero” (p. 23). Lejos de ser un libro de condena y temor, es visto como una bendición. Muy similar a lo que harían posteriormente Pablo Richard (Apocalipsis: reconstrucción de la esperanza, 1994) y Javier Saravia (El camino de la historia. Un curso sobre el Apocalipsis, 2015). Estas interpretaciones enfatizan las cartas a las iglesias de Asia menor (caps. 2-3), las visiones a partir del cap.4 y el triunfo de Dios sobre sus enemigos.

Dos números de la Revista de Interpretación Bíblica Latinoamericana (RIBLA) son importantes en este recuento: el núm. 7 (1990, ver aquí) y el 34 (1999, ver aquí), dedicados a la apocalíptica, esperanza de los pobres y al Apocalipsis de Juan y la mística del milenio, respectivamente. En el primero, escribieron J. Severino Croatto (apocalíptica en general), Richard (Daniel 7), N. Míguez (I Tesalonicenses), Dagoberto Ramírez (Marcos 13), Jorge Pixley (persecuciones en el imperio romano), Juan Snoek (Joel 1-2 desde Nicaragua) y Uriel Molina (la revolución y las elecciones nicaragüenses en 1990).

El otro número se dedicó completamente al Apocalipsis, por lo que se trabajaron diversos aspectos: “El Apocalipsis de Juan como relato de una experiencia visionaria. Anotaciones sobre la estructura del libro” y “Caos y recreación del cosmos. Una percepción del Apocalipsis de Juan” (J.A. Filho), “Juan de Patmos, el visionario y su visión” (N. Míguez), “Éxtasis visionario y culto en el Apocalipsis de Juan. Un análisis del Apocalipsis 4 y 5 en comparación con los viajes celestiales de la apocalíptica” (P. Nogueira), “La marca de la bestia” (P.M. Ferrer), “La victoria de la vida: Milenio y reinado en Apocalipsis 20.1-10” (P. Lima Vasconcellos), “Sin mar, sin templo y sin lágrimas (Ap 21-22)” (Sandro Gallazzi), “Las últimas plagas… y las de todos los días. El poder cósmico y el poder cotidiano en el Libro del Apocalipsis y en literatura comparada” (G. Cornelli) y “Apocalipsis” (J.L. Rodríguez Gutiérrez).

Juan de Patmos: el visionario y su visión, de Néstor Míguez (II)

Libro de Mesters sobre el Apocalipsis.

Los primeros ensayos, comenta Míguez, valoran la experiencia particular de la visión, el momento extático. Y añade: “El Apocalipsis, con su superposición de tiempos […] nos señala un tiempo no lineal, un tiempo quebrado, una anticipación mesiánica, un kairós que se superpone con la actualidad. Pasado y futuro coinciden, lo inesperado puede aparecer en cualquier momento de la historia. El futuro está encerrado en el presente, del cual busca liberarse” (p. 27). Ese futuro no sigue la lógica del presente, es un “mecanismo de deconstrucción de un presente doloroso, del sufrimiento y la pobreza, del dominio y la explotación inmisericorde de la creación”. Por supuesto que el futuro deseado no es continuidad del presente, pues depende del inacabable amor de Dios. Pero se trata de un Dios que rescata a su pueblo y le permite superar toda forma de dolor y tristeza (21.3-4).

Hay que decir que el propio Míguez ha publicado otros ensayos sueltos sobre Apocalipsis. Entre ellos están: “Las víctimas en el Apocalipsis. Estudio de Apocalipsis 5 tras 500 años de incorporación de América Latina al dominio occidental”, en RIBLA núm. 12, 1992/2; “Apocalipsis: un testimonio de la historia”, “El Apocalipsis como profecía y visión: la identidad de Juan como profeta” y “Juan de Patmos: el visionario y su visión” (antecedente directo de este libro), en Vida y Pensamiento, vol. 19, núm. 2, 1999.

Esta sección concluye afirmando que no solamente los teólogos y biblistas han mirado al Apocalipsis como fuente de esperanza, dado que también otras expresiones de la cultura popular lo han hecho. Es el caso del cantante Fito Páez, quien en el álbum Giros (1985) incluyó la canción “D.L.G.” (de los grones, negros), cuya letra dice así:

Y se abrirá todo el cielo,
no será un día normal.
Después de todo, todo llega

siempre de algún modo
las profecías se dan.
Apocalipsis de abajo,
un maremoto de amor,
fiesta en la calle,
un orgasmo que nunca se acabe:
Día de resurrección

Y será, y será un fuego, un pantallazo,

un rayo luz, conmovedor, una tormenta,

una música infinita.

Míguez cierra esta sección exponiendo que la hermenéutica latinoamericana liberadora ha ido dejando atrás la lectura positivista, pretender mirar la revelación “desde su sesgo más racional” (p. 28). Intenta ir más allá de la racionalidad capitalista y del libre mercado a fin de alentar la esperanza y recuperar, así, el mensaje de este libro fundamental. Pendiente queda el uso del desarrollo de otras líneas de investigación sobre el Apocalipsis desde América Latina, concretamente los derivados del trabajo de Ricardo Foulkes y Juan Stam, entre otros.

 

Notas

[1] E. Käsemann, Sobre el tema de la apocalíptica cristiana, en Ensayos exegéticos. Salamanca,Ediciones Sígueme, 1978 (Biblioteca de estudios bíblicos, 20), p. 246.

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