Reforma protestante y reformas religiosas: Una visión panorámica de la pluralidad teológica-eclesial en el siglo XVI

Ciclo de conferencias La Reforma Protestante del siglo XVI y el protestantismo en América Latina Centro Cultural de la Biblia, Lima, Perú. (Un fragmento). 

27 DE OCTUBRE DE 2017 · 08:07

Primus Trubar. ,
Primus Trubar.

La moderna revolución contra el orden feudal y la cultura medieval fue producida por la aparición de nuevos vitalismos en el orden social y el descubrimiento de nuevas dimensiones en la empresa cultural de la humanidad. Fue verdaderamente democrático en cuanto desafió la unidad prematura de una sociedad y la estabilización de una cultura, en cuanto desarrolló nuevas posibilidades culturales y sociales.[1]

Reinhold Niebuhr

 

El siglo de las reformas religiosas (1498-1598)

Formalmente, se puede decir que, en materia religiosa, el siglo XVI comenzó en 1498, año en que fue ejecutado Girolamo Savonarola (nacido en 1452), y culminó en 1598, con la promulgación del Edicto de Nantes, en Francia, luego de ocho guerras de religión. Ambos episodios hablan con elocuencia del carácter contradictorio de los rumbos que la religión tomaría durante esa centuria. La experiencia de persecución y rechazo que representan concentran, para bien y para mal, los énfasis trazados por la heterodoxia religiosa de esa época.[2] La figura de Savonarola, por un lado, anticipó y conectó mucho de lo que casi 20 años después se instalaría como consigna en el corazón de Europa: la búsqueda de una espiritualidad individual, el rechazo del papado como institución de poder y la posibilidad de nuevas formas de ser iglesia en medio del control de los poderes materiales. La gesta del sacerdote de Florencia, con todo y que ya no debe ser vista como parte de los grupos de “pre-reformadores” como se decía antes, fue un notable antecedente de la lucha genuinamente reformadora que se desencadenaría pero que, a la vez, arrastraba ya varios ejemplos bastante arraigados en la historia europea por lo acontecido en Francia e Italia (valdenses), Inglaterra (con Wiclif y los lolardos) y Bohemia (Jan Hus, Lucas de Praga y otros), cuya impronta no se había perdido, como bien han demostrado los expertos. Los primeros serían un factor de enlace , antes y después de que asumieron la fe reformada en 1532.[3] La marca de Wiclif seguiría vigente hasta el surgimiento de la Iglesia Anglicana.[4] El husismo había llegado a ser ya una marca de la identidad checa, al grado de que su cercanía con Alemania le serviría para revitalizarse con los diversos contactos que hizo.[5] […]

Cronológicamente posterior al humanista francés Jacques Lefèvre d’Etaples (1450-1537), traductor de la Biblia, el dominico Savonarola llevaría su empeño transformador a las esferas políticas de Florencia, donde contribuyó a la realización de varios cambios sociales, en abierta pugna con Lorenzo de Médicis y luego con el papa Alejandro VI. Por todo ello este personaje ganó un lugar en el monumento a la Reforma luterana en Worms, a los pies de la estatua de Lutero.[6] Al valorar su actuación en el cruce de caminos histórico que le tocó vivir, su papel profético es indiscutible:

 

Entre los siglos XV y XVI está empezando a plasmarse en formas definidas un mundo dominado por una dinámica de decisiones exclusivamente humanas, “racionales”, un orden hostil a la inesperada irrupción de una voluntad trascendente incontrolada. Para quien, en nombre de Dios, se subleva contra la injusticia y exhorta a los fieles a hacer lo mismo no queda ya espacio; el único destino posible para el último profeta de cuño vetero-testamentario no puede ser otro que la condena a muerte. El pacto perverso entre el poder temporal y el poder espiritual corta el camino al profetismo, determinando la derrota de Savonarola y la extinción de la figura del mediador entre Dios y el hombre que anuncia al pueblo el mensaje del Omnipotente, y que hasta Él conduce la plegaria, las dudas y el sufrimiento de la criatura.[7]

 

El año 1598, a su vez, significó el hecho de que, luego de ocho guerras de religión, por fin se alcanzó un reconocimiento de la disidencia religiosa en Francia, pero cuyos ecos venían de diversas latitudes debido a la sorprendente interconexión para esos tiempos, si se consideran las dificultades para la comunicación. El Edicto de Nantes, firmado el 30 de abril de ese año, se presentó, luego de varias décadas de conflicto, aderezadas con una gran cantidad de muertos para ambos bandos, pero sobre todo para las iglesias reformadas, como el fundamento de “la unión y concordia, tranquilidad y descanso, y del restablecimiento de todo este Estado en su primer esplendor, opulencia y fuerza”.[8] El Edicto, además, reafirmó una libertad de conciencia absoluta, fruto de largos esfuerzos capitaneados durante una época por Calvino, Teodoro de Beza y el almirante Gaspard de Coligny, entre tantos líderes, pero la libertad de culto, tan escamoteada por la corona y buena parte de la nobleza, seguiría siendo limitada. […]

Entre esas fechas, se sucedieron un sinnúmero de acontecimientos, algunos de los cuales, de manera simultánea, fueron la expresión del clamor común por la transformación de los hábitos y costumbres religiosas.[9] La distribución cronológica de todo ello muestra un enorme abanico humano y social que, al desplegarse por los territorios europeos, dio cuerpo a un gran conjunto de redes de relaciones que inevitablemente se enlazaron para canalizar los más diversos enfoques de la fe que se pudieran imaginar. Los espiritualismos, los evangelismos y las tendencias místicas encontraron un caldo de cultivo peculiar que incubó, progresivamente, lo que sería el nuevo rostro de la Cristiandad desgarrada para siempre.[10] […]

 

La diversidad originaria de las reformas protestantes

A la perspectiva que interpretó durante mucho tiempo la Reforma como un proceso monolítico y que produjo una gran cantidad de análisis en ese sentido, le ha sucedió la visión más plural, más abierta y menos restringida a un corto número de protagonistas principales para que, así, se perciba la panorámica de un conjunto de movimientos que se articularon, algunos, de diversas maneras, y otros que prácticamente no se tocaron entre sí. La variedad de enfoques y abordajes se ha multiplicado tanto que, prácticamente, cada región o contexto particular ayuda a iluminar, desde sus particularidades propias, aspectos muy concretos de la evolución de los movimientos reformadores. Un ejemplo de esta búsqueda de la pluralidad fue el conjunto de reuniones promovido por la Alianza Reformada Mundial entre 1986 y 1989, denominados Praga I-III, debido al lugar donde se realizaron y que desembocó en una consulta llevada a cabo en Ginebra en 1994. Una de las conclusiones fue la clara diferenciación entre Primera Reforma (valdenses, husitas), Segunda Reforma o Reforma Magisterial (Lutero, Zwinglio, Calvino y otros como Martín Bucero) y la Reforma radical (anabautistas).[11] La conferencia principal, del profesor anabautista estadunidense Donald F. Durnbaugh (1927-2005) trazó muy bien el mapa de las relaciones entre estos tres bloques, así como la manera en que las etiquetas utilizadas hasta entonces resultaban insuficientes para comprender la complejidad de los mismos.[12]

Hablar de “reformas protestantes” implica la posibilidad de superar la visión limitada a sólo una línea de pensamiento y acción y trata de hacer justicia a la multitud de actores que, de una manera u otra, contribuyeron con su aportación al conjunto de cambios que se dio en buena parte de Europa. Así, es posible abordar el mosaico de aportaciones desde varias ópticas, como son las vertientes nacionales, regionales, confesionales o incluso de género. En el primer sector, puede ponerse el ejemplo de España, cuya representación de personajes en el exilio obligado al que se vieron sometidos muestra una gama impresionante de posturas y aportaciones; Italia es otro caso notable, para seguir en la “periferia” de los movimientos principales; Eslovenia también, e incluso Finlandia, Polonia y Suecia. Otro criterio es el relacionado con los diversos conventículos repartidos en Francia (Meaux), Italia (Nápoles, con Juan de Valdés) o España (Sevilla y Valladolid). Otro apartado puede ser el de los grupos de reformadores por confesiones (husitas, luteranos, reformados, anabautistas, valdenses, anglicanos), ciudades (Estrasburgo, Basilea, Ginebra) o regiones (Palatinado alemán). Veamos algunos casos más específicos.

Bernhard Rothman (1495-¿?) fue predicador evangélico y teólogo anabautista nacido en Westfalia y muerto en fecha y lugar desconocidos. Estudió en Deventer y Münster, fue maestro en Warendorf y, a partir de 1529, vicario en la catedral de Saint Mauritz, cerca de Münster. Viajó a Wittenberg, Marburgo y Estrasburgo. Por sus sermones evangélicos fue expulsado por el príncipe obispo Federico von Wied, de Münster. Los historiadores modernos son unánimes en su alabanza del genio de este hombre, un teólogo entrenado y que asumió temprano una posición de liderazgo en la iglesia evangélica en Münster. […]

Jan Laski (1499-1560) nació en Lask, cerca de Lodz. Fue sobrino del arzobispo de Gnesen, del mismo nombre, canciller de la corona y primado de Polonia. Educado en la corte de su tío, estudió de 1514 a 1519 en Viena, Bolonia y Padua, y desde 1517 ejerció como canónigo. Ordenado en 1521, fue nombrado secretario real. Entre 1524 y 1525 estuvo en Basilea y París, e hizo amistad con Erasmo, Zwinglio, Ecolampadio, Amerbach y Melanchthon. Entre 1526 y 1529 viajó con su hermano a Hungría, Alemania y Viena. […] Entre 1543 y 1548 organizó la vida eclesiástica por invitación de Ana de Oldenburgo, para viajar después a Inglaterra, invitado por Thomas Cranmer, donde dirigió una comunidad calvinista. Su influencia se dejó sentir en Wesel y de allí al Rhin hasta Heidelberg. Antes de desatarse las persecuciones de María I, regresó a Emden pasando por Dinamarca. A comienzos de 1553 volvió a Polonia a través de Wittenberg y Fráncfort y, como jefe extraoficial de los calvinistas, luchó por la unidad de los protestantes en su país entre 1556 y 1560. Con ideas de Melanchthon, pero en sentido calvinista, se preocupó por el ecumenismo y la paz. Los evangélicos de Polonia, en el sínodo de Kozminek en 1555 se unieron con los Hermanos Bohemios, adoptando su confesión y orden eclesiástico. En 1557 presentó una Confesión de compromiso y apoyó la traducción de la Biblia al polaco y editó un ordenamiento escolar para calvinistas.

Primus Trubar (1508-1586), reformador esloveno nacido en Rašica y muerto en Derendingen, cerca de Tubinga. Después de estudiar en Rijeka, Salzburgo (en el convento benedictino de San Pedro) y en Viena, en 1524 fue invitado por el obispo de Trieste a ser su asistente y a cantar en coro episcopal. En 1528 estuvo presente en el martirio de Balthasar Hubmaier y su esposa. Fue ordenado sacerdote en 1530. A través de Heinrich Bullinger conoció en 1541, la reforma en Suiza. En 1542 fue canónigo catedralicio en Liubliana. Sus sermones le granjearon gran popularidad. Cayó en sospecha de protestantismo, por lo que debió huir en marzo de 1548 a Núremberg. […] Entre 1555 y 1560 publicó una traducción del Nuevo Testamento al esloveno. En 1561 llegó a ser superintendente en Liubliana, donde creó el primer ordenamiento eclesiástico luterano en tierras hereditarias de Austria (1564). En 1565 fue obligado a abandonar nuevamente su patria para ser pastor en Lauffen y, a partir de 1566, en Derendingen. Fue el creador del lenguaje literario y la ortografía eslovenas, y también fue responsable de los primeros textos impresos de la música de su país.[13]

 

Girolamo Zanchi.

Girolamo Zanchi (1516-1590) fue un teólogo reformado italiano nacido en Alzano, hijo de un historiador y jurista, muerto en Heildelberg. A partir de 1531 fue canónigo regular en Bérgamo y desde 1541 en Lucca. Allí se acercó a la Reforma bajo la influencia del prior Pedro Mártir Vermigli, quien lo familiarizó con los escritos de Melanchthon, Bullinger y Bucero. Después de huir de la Inquisición, vivió en los Grisones y en Ginebra, para luego ser profesor de filosofía y teología en Estrasburgo (1553-1563). Allí entró en conflicto con Johannes Marbach por la doctrina de la Santa Cena. Después de otros años como párroco en los Grisones, fue profesor de teología en Heidelberg a partir de 1568, actividad que prosiguió en Neustadt desde 1576. Junto a Bucero y Beza se le considera fundador de la ortodoxia reformada. […] En 1577 se le encomendó la tarea de ayudar a Ursino en la creación de una confesión de fe, que fue usada en la Harmonia confessionum fidei de 1581. La teología de Zanchi, uno de los principales teólogos de la segunda mitad del siglo XVI, es tradicionalmente considerada como calvinista, sin embargo, es difícil de atribuirle plenamente esta clasificación, como también es difícil atribuirle la luterana. Zanchi afirmó, según la perspectiva calvinista, la tesis de la predestinación, aunque él creía que las diferencias entre luteranos y calvinistas en la Eucaristía no eran tan relevantes.[14]

Francisco de Enzinas (1518/20-1552). Protestante español apodado Dryander, nació en Burgos y murió en Estrasburgo. Descendía de una rica y noble familia. Estudió en Lovaina (1539) y en Wittenberg (1541) donde vivió en casa de Melanchthon y tradujo el Nuevo Testamento al español. En Lovaina “formó un círculo de amistad con estudiantes ávidos de saber y dispuestos a transgredir los límites fijados por la ortodoxia”. Entre Lovaina y París, Francisco trabó amistad con círculos humanistas que conocían la doctrina reformada: Cassander, el polaco Juan Lanski, el cisterciense Alberto Handerberg o el médico Pablo Roels” (Moreno y Fernández Luzón). Estuvo en París en agosto de 1541 para asistir a los funerales de su tío Pedro de Lerma, quien también estaría dentro de la Reforma evangélica. […] Luego de llevar un ejemplar de su traducción del Nuevo Testamento al emperador en Amberes, donde la había publicado, fue encarcelado en Bruselas entre diciembre de 1543 hasta febrero de 1545, cuando se fugó. Regresó a Alemania y viajó por Estrasburgo, Zúrich, Saint Gallen, Constanza y Basilea, donde conoció a Bucero, Bullinger, Joachim Vadian y Ambrosius Blarer. Se dirigió a Inglaterra donde obtuvo una cátedra de griego en Cambridge. […]  Según José C. Nieto, “es una figura capital para un entendimiento histórico de la Reforma en España y emerge en el panorama religioso entre Juan de Valdés y la Reforma sevillana con personalidades tan centrales como Juan Gil y Constantino Ponce”. […] Murió víctima de la peste en Estrasburgo.

Un capítulo central dentro de este rescate de protagonistas casi olvidados es el de las mujeres. Tradicionalmente ubicadas en el ámbito doméstico y como una especie de “acompañantes invisibles” de estos procesos, fueron en realidad un factor decisivo para el rumbo que tomaron las reformas en los diversos espacios geográficos. […]

Dentro de los varios abordajes existentes sobre este tema, sobresale el de Cornelia Schlarb, que identifica a 11 mujeres del ámbito alemán y francés.[15] Divide a las mujeres en algunos grupos: a) esposas de reformadores; b) reformadoras; c) activistas, y critica que prácticamente después de cinco siglos se han cumplido en ellas las aspiraciones de la Reforma sobre el sacerdocio universal de los creyentes. Sus observaciones, enmarcadas en la década de la Reforma de la Iglesia Luterana Alemana, son muy pertinentes para valorar los alcances de los valores protestantes en nuestro tiempo. Mencionaremos aquí algunos ejemplos de la participación de las mujeres en las reformas religiosas del siglo XVI, testimonio claro de su importancia y colaboración decidida al servicio de esa causa.

Giulia Gonzaga (1513-1556) Nacida en Gazzuolo y fallecida en Nápoles. Hija del príncipe Luis de Sabbioneta, y de Francesca Fieschis. Esposa de Vespasiano Colonna (agosto de 1526), condesa de Fiondi y duquesa de Trajetta, viuda en 1528. Célebre por su belleza y sus dotes intelectuales y espirituales. En Fondi se rodeó de un círculo de artistas y eruditos (Ludovico Ariosto, quien la cita en su Orlando furioso, Torquato Tasso, Tizzano). A partir de 1537 estuvo en contacto en Nápoles con prelados de la línea reformadora (Girolamo Seripando, Reginald Pole, Ercole Gonzaga), pero también con Bernardino Ochino (luego de un sermón de Cuaresma predicado por él en Nápoles en 1535). […] George Williams señala: “Admirada y festejada, esta mujer perseveró en su búsqueda religiosa, y supo conservar sus amistades masculinas en un plano elevado, superando y espiritualizando las emociones que inevitablemente despertaba en los demás. Era su espíritu el que presidía el círculo evangélico en que entró Valdés al convertirse, en 1536, en consejero espiritual de Julia”.[16]

 

Anne Askew.

Anne Askew (1521-1546). Nació en Stallingborough y murió en Londres. Fue una poeta acusada de ser protestante y de negar la doctrina de la transustanciación durante el reinado de Enrique VIII. Describió todo su juicio en The Examinations, donde denunció que la persecución se inició por causa de su rechazo a la autoridad masculina tradicional, pues fue una de las primeras mujeres divorciadas del ámbito anglosajón (su esposo era un ferviente católico) y escapó de su casa cuando se le prohibió predicar o escribir libremente. Dicha obra es uno de los más importantes documentos autobiográficos del tormentoso siglo XVI con que se cuenta y es una evidencia de su inteligencia y sobresaliente valor. Una edición reciente (1996) es de la Universidad de Oxford. En el día de su ejecución en Smithfield, Londres, tuvo que ser trasladada en una silla hasta el poste donde sería quemada viva. La llevaron así porque sus huesos habían sido dislocados, siéndole imposible caminar. […] Su habilidad para evitar la acusación en 1545 señala lo que Paula McQuade llama el “verdadero brillo” de Askew, mostrando que “ella estaba suficientemente familiarizada con la ley inglesa para intentar usar el sistema en su beneficio. Por otro lado, esa obra es un raro registro de su experiencia como una mujer en la Inglaterra de los Tudor, y muestran su posición única en ese mundo como mujer educada. Leída como originalmente se pretendía, la obra de Askew es uno de los relatos autobiográficos más importantes de la agitación religiosa del siglo XVI y un testamento de su inteligencia y valor excepcionales.[17]

Finalmente, Olivia Fulvia Morata (1526-1555). Nacida en Ferrara, Italia, fue un ingenio bastante precoz. Educada por su padre, Peregrino Fulvio Morato, en la cultura clásica y en el calvinismo. A los 13 años conocía el griego, el latín y declamaba a Cicerón. Muy interesada en las ciencias también. En Vicenza frecuentó una comunidad de anabautistas y, para evitar las persecuciones, se trasladó con su esposo a Suiza. En una carta enviada a Celso Secondo Curione (quien atrajo a su padre a la fe protestante), humanista y reformador piamontés, quien le preguntó si volvería a su país, respondió: “¡Preferiría ir hasta el fin del mundo antes que vivir en un lugar así!”. Como otras exiliadas italianas, dio importancia a las complejas disputas doctrinales que dividían el movimiento protestante. […] Cuando su marido fue llamado a la Universidad de Heidelberg, Olimpia también aceptó una cátedra en lengua griega, sin embargo, murió de tuberculosis en 1555, cuando finalmente era posible la paz entre el ejército imperial y la alianza protestante. El centro de formación clerical de la Iglesia Protestante de Baden lleva su nombre: la Morata-House en Heidelberg (www.morata-haus.de). […]

Con estos y una multitud de ejemplos, es posible replantearse hoy, desde la enorme pluralidad que mostró la Reforma en su etapa originaria, la visión de un conjunto de movimientos sociales que tuvieron una base comunitaria mucho más amplia de lo que se ha creído por momentos. Las reformas religiosas fueron un auténtico mosaico de posibilidades diferenciadas para la práctica y la expresión de la fe cristiana.

 

[1] R. Niebuhr, The children of light and the children of darkness. Nueva York, Scribner’s, 1945, p. 18, cit. por Ángel Mergal, Reformismo cristiano y alma española. Buenos Aires, La Aurora, 1949, pp. 94-95.

[2] Véase Joseph Macek, La revolución husita: orígenes, desarrollo y consecuencias. Madrid, Siglo XXI Editores, 1975. Una edición anterior de esta obra es: ¿Herejía o revolución?: El movimiento husita. Madrid, Ciencia Nueva, 1967; y “El movimiento husita y el legado de Juan Hus”, en www.czech.cz/es/66236-el-movimiento-husita-y-el-legado-de-juan-hus.

[3] Álvaro Michelin Salomón, “El valdismo medieval como movimiento inspirador para una iglesia horizontal y participativa”, en Cuadernos de Teología, Buenos Aires, ISEDET, vol. XXXIII, 2014, disponible en www.globethics.net.

[4] Véase Juan Driver, “Juan Wyclif y los lolardos”, en La fe en la periferia de la historia: una historia del pueblo cristiano desde la perspectiva de los movimientos de restauración y reforma radical, www.menonitas.org/publicaciones/driver_fe_en_periferia/driver_fe_periferia_09.pdf.

[5] Cf. María Ester Aguirre Lora, “III. Tras las huellas de unas historias”, en Calidoscopios comenianos I. México, CESU/UNAM-Plaza y Valdés, 1997; y L. Cervantes-Ortiz, “El husismo: factor clave de la identidad checa” (I), en Protestante Digital, 16 de febrero de 2017, http://protestantedigital.com/cultural/41492/El_husismo_factor_clave_de_la_identidad_checa_I.

[6] Cf. L. Cervantes-Ortiz, “Worms: monumento a la Reforma luterana”, en Protestante Digital, 4 de marzo de 2016, http://protestantedigital.com/cultural/38774/El_monumento_a_la_Reforma_luterana_en_Worms.

[7] Pietro Venturelli, “Florencia en el ‘desierto de las tribulaciones’. Notas sobre Jerónimo Savonarola, profeta del bien común histórico”, en Araucaria. Revista Iberoamericana de Filosofía, Política y Humanidades, núm. 22, segundo semestre de 2009, p. 65, http://alojoptico.us.es/Araucaria/nro22/ideas22_3.pdf.

[8] Nicolas Le Roux, Las guerras de religión. Madrid, Rialp, 2017, p. 95.

[9] Véase Ángel M. Mergal, “La Reforma Protestante”, en Reformismo cristiano y alma española. Buenos Aires, La Aurora, 1949, pp. 33-43, www.metro.inter.edu/facultad/esthumanisticos/coleccion_mergal/Libros%20y%20Manuscritos%20Digitalizados/ Reformismo%20Cristiano/3%20-%20La%20Reforma%20Protestante.pdf. Mergal (1909-1971) fue un profesor y teólogo bautista puertorriqueño que merece ser más conocido dados los alcances de su trabajo histórico y de análisis teológico.

[10] Cf. George H. Williams, La Reforma radical. México, Fondo de Cultura Económica, 1983.

[11] Cf. Milan Opocensky, ed., Towards a renewed dialogue. The First and Second Reformations. Ginebra, Alianza Reformada Mundial, 1996 (Estudios, 30).

[12] D.F. Durnbaugh, “The First and Radical Refortmations and their relations with the Magisterial Reformation”, en M. Opocensky, op. cit., pp. 8-29. Durnbaugh fue autor, también, de The believers’ Church. The history and character of Radical Protestantism (1968).

[13] CF. A. Bernard, “La Réforme et le livre slovène”, en Bulletin de la Societé de l’Histoire du Protestantisme Français, núm. 141, 1995, pp. 5-26; y France Martin Dolinar, “Primus [Primoz] Trubar”, en Walter Kasper et al., eds., Diccionario enciclopédico de la época de la Reforma. Barcelona, Herder, 2005, pp. 570-571.

[14] Véase Christopher J. Burchill, “Girolamo Zanchi: Portrait of a Reformed theologian and his work”, en Sixteenth Century Journal, vol. XV, núm. 2, 1984, pp. 1-26, http://paolocastellina.wc.lt/storia/zanchi/vitadizanchi.pdf; y Willem van’t Spijker, “Girolamo Zanchi”, en Walter Kasper et al., eds., Diccionario enciclopédico de la época de la Reforma. Barcelona, Herder, 2005, pp. 613-614.

[15] C. Schlarb, “Women of Reformation”, en www.evlks.de/doc/Frauen_in_der_Reformation_engl.pdf; Cf. “Courageous women: the Reformation challenges male dominance”, 21 de febrero de 2017, en www.luther2017.de/en/news/mutige-frauen-mit-der-reformation-geriet-die-maennliche-vorherrschaft-ins-wanken/.

[16] Cf. Roland H. Bainton, “Giulia Gonzaga”, en Women of the Reformation in Germany and Italy. [1971] Boston, Beacon Press, 1974, pp. 171-185; Simonetta Carr, “Giulia Gonzaga: detrás de la Reforma italiana”, en Iglesia Bautista de North Bergen, www.ibrnj.org/giulia-gonzaga-detras-de-la-reforma-italiana/; Klaus Jaitner, “Giulia Gonzaga”, en Walter Kasper et al., eds., Diccionario enciclopédico de la época de la Reforma. Barcelona, Herder, 2005, p. 234; y Giulio de Martino y Marina Bruzzese, Las filósofas. Las mujeres protagonistas en la historia del pensamiento. Madrid, Ediciones Cátedra-Universidad de Valencia, p. 111.

[17] Véase “Anne Askew: poetisa, predicadora, mártir protestante”, en www.preguntasantoral.es/2013/03/anne-askew/; Elaine Beilin, The Examinations of Anne Askew. Women writers in English, 1350–1850. Universidad de Oxford, 1996; John Foxe, El libro de los mártires. Una historia de las vidas, sufrimientos y muertes triunfantes de los cristianos primitivos y de los mártires protestantes. [1563] Terrassa, CLIE, 2008.

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