José Emilio Pacheco: Poesía y fin de mundo
Morimos con las épocas que se extinguen, Inventamos edenes que no existieron, tratamos de explicarnos el gran enigma de estar aquí un solo largo instante entre el porvenir y el pasado. JEP, "Épocas"
J.E. Pacheco, Fin de mundo (Desenlace). México, Era, 2000, p. 36.
22 DE FEBRERO DE 2014 · 23:00


La constatación de esta nueva realidad del deterioro ecológico lleva a Pacheco a otorgar cada vez mayor importancia a la observación y al estudio de la naturaleza. No sorprende, por tanto, encontrar una visión plenamente romántica en “Las ostras”, un poema de su penúltimo libro, en el que la definición del arte como “atención enfocada” ilustra bien la nueva tendencia menos culturalista, y más atenta al entorno natural, de su poética: Pasamos por el mundo sin darnos cuenta, sin verlo, como si no estuviera allí o no fuéramos parte infinitesimal de todo esto. No sabemos los nombres de las flores, ignoramos los puntos cardinales y las constelaciones que allá arriba ven con pena o con burla lo que nos pasa. Por esa misma causa nos reímos del arte que no es a fin de cuentas sino atención enfocada. No deseo ver el mundo, le contestamos. Quiero gozar la vida sin enterarme, pasarla bien como la pasan las ostras, antes de que las guarden en su sepulcro de hielo (El silencio de la luna, p. 97).3En un primer abordaje de los libros publicados hasta 1989 se intentó describir la evolución de esa poesía concluyendo con la mención de “Caín”, texto perteneciente al poemario Ciudad de la memoria, de ese mismo año, el cual concluye así: “Caín quedó condenado a ser extranjero errante/ en el planeta del castigo/, a tener conciencia, a sentir culpa,/ a ser conciencia culpable”. Como se ve, la marca religiosa y ética acompaña el énfasis sobre el lugar de la humanidad en el mundo.4

Entre tanta destrucción queda una parte edificante. En el zafarrancho general de la vida, en la guerra perpetua y la separación interminable, sobreviven, y nada puede ya borrarlos, el segundo de amor, el minuto de acuerdo, el instante de amistad. Basta para vivir agradecidos con esos nombres que no volveremos nunca a pronunciar. (p. 22)En el segundo, se incluye el muy teológico “La caída”:
El tiempo no es eterno. Acabará también como el Sol. Lástima de verdad no estar aquí para ver rencorosos la caída del intangible inmenso que nos hizo y con la misma naturalidad nos deshace. (p. 95)Y, desde una voz epigramática, “El fin del mundo”:
El fin del mundo ya ha durado mucho Y todo empeora Pero no se acaba (p. 94)Los versos se transforman en escepticismo melancólico con pocas notas de esperanza, es verdad, pero redimidos por la capacidad lírica de sobreponerse para decir lo que el paso del tiempo produce en el sujeto hablante: poesía, apocalipsis y fugacidad. Desde esa tesitura, para terminar, leamos estos poemas:
De sobra Al planeta como es no le hago falta. Proseguirá sin mí como antes pudo existir en mi ausencia. No me invitó a llegar y ahora me exige que me vaya en silencio. Nada le importa mi insignificancia. Salgo sobrando porque todo es suyo. (p. 63) Palinodia Me arrepiento de todo lo que dije y de cuanto callé. Pido perdón al silencio. Lamento haber interrumpido la Nada. (p. 88) Plegaria Dios que estás en el No bendice esta Nada de la que vengo y a la que regreso. (p. 94)Con una reminiscencia bíblica más, procedente, otra vez, de Siglo pasado:
Diluvio Ahora la lluvia le dice basta a la tierra. Quiere recuperar lo que fue suyo. Desde hoy todo será de nuevo el absoluto imperio del agua. Se reblandecen y se vienen abajo los monumentos erigidos para glorificar nuestra nada, para creernos un poco menos efímeros. Sólo hubo un Arca. Sus vestigios se pierden en el Monte Ararat inalcanzable. Ya no hay salida. El aire mismo está anegado de lluvia. Lo que era el sol se ha vuelto apenas la sombra en donde cae para siempre la lluvia. No arde la luz enteramente construida de agua. Nadie pensaba que el mundo se iba a acabar otra vez por la lluvia. (p. 27)*****
2 V. Quirarte, “José Emilio Pacheco”, en Los días que no se nombran. Selección de poemas 1985-2009. México, Asociación Nacional del Libro, 2011, p. 26.
3 N. Binn, “Los indicios del fin. La poesía ecologista de José Emilio Pacheco”, en Literatura y Lingüística, Santiago de Chile, 2011, www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0716-58112001001300010.
4 L.C.-O., “José Emilio Pacheco, un enamorado del lenguaje bíblico”, en Encuentro, revista del Presbiterio Juan Calvino, julio de 1991, pp. 4-7.
5 L.C.-O., Idem, en El Faro, revista de la Iglesia Nacional Presbiteriana de México, noviembre-diciembre de 1994, pp. 175-178.
6 L.C.-O., “El lenguaje bíblico en la poesía de José Emilio Pacheco”, en Signos de Vida, Consejo Latinoamericano de Iglesias, septiembre de 2003, pp. 37-39.
7 C.D. Carrillo Juárez, “La poesía de José Emilio Pacheco y la tradición bíblica”, en P. Popovic Karic y F. Chávez Pérez, coords., José Emilio Pacheco: perspectivas críticas. México, Siglo XXI, 2006, p. 193ss.
8 L.C.-O., “El lenguaje bíblico en la poesía de José Emilio Pacheco”, en Letralia, año XIV, núm. 213, 6 de julio de 2009, Cagua, Venezuela, www.letralia.com/213/ensayo01.htm.
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