Los cátaros y la Biblia, de Pedro Puigvert

El despiste de algunos autores que no han examinado a fondo las doctrinas de los cátaros les confunden con movimientos pre-reformados, como, por ejemplo, los valdenses o los husitas.

22 DE DICIEMBRE DE 2022 · 16:51

Detalle de la portada del libro.,
Detalle de la portada del libro.

Un fragmento de “Los cátaros y la Biblia”, de Pedro Puigvert (Unión Bíblica, 2020). Puede saber más sobre el libro aquí.

Prefacio

Este libro es la tesina que elaboré como culminación de mis estudios de postgrado presentada en la Facultad del Instituto Superior de Teología y Ciencias Bíblicas CEIBI para la obtención del título de Magíster en Ciencias Bíblicas, especialidad Sagrada Escritura. El objetivo que he perseguido con este trabajo ha sido indagar sobre el origen del catarismo para descubrir si era verdad que se trataba de un movimiento que buscaba volver a las fuentes del cristianismo o si, por el contrario, sus doctrinas, creencias y prácticas procedían de unas corrientes de pensamiento que se desarrollaron a partir del siglo II de nuestra era, apartándose de las enseñanzas de las Sagradas Escrituras y que con toda razón fueron consideradas heréticas. Precisamente, algunos intelectuales que desconocen el cristianismo bíblico y evangélico, han opinado que el catarismo fue un movimiento que había vuelto a la pureza del evangelio creído y practicado por las primitivas comunidades, emitiendo su opinión desde de su posición de católicos por el hecho de que los cátaros habían dejado algunas doctrinas y prácticas del catolicismo de la Edad Media, pero aparte de las reminiscencias, la negación y sustitución por otras doctrinas no significa que fuese un movimiento de reforma como el que apareció en otros grupos en la misma época y que siglos después de adhirieron a la Reforma protestante. Por cierto, el despiste de algunos autores que no han examinado a fondo las doctrinas de los cátaros, ni conocen el cristianismo evangélico, les confunden con movimientos pre-reformados, como, por ejemplo, los valdenses, los lolardos y los husitas, o los colocan al mismo nivel de disidentes.

En este libro no he querido presentar solamente la parte histórica y doctrinal de los cátaros, sino que he contrastado sus doctrinas con las enseñanzas bíblicas para demostrar que, aunque en sus escritos citan la Biblia, sus creencias no están fundamentadas en ella, así como sus prácticas religiosas que se desprenden de su fe. Como vivían austera y pobremente, gozaron de la simpatía del pueblo y de algunos nobles que les arropaban, lo que no es obstáculo para señalar que era un movimiento herético. Por esto, buena parte del libro lo dedico a exponer las principales doctrinas que surgen de un examen objetivo de la Biblia y que son patrimonio del cristianismo evangélico.

El lector observará que la bibliografía es mayormente de obras en francés. He querido expresamente buscar lo que dicen autores que viven en el país que ocuparon los cátaros y que son los que mejor conocen lo que fueron. Algunos pertenecen a asociaciones cátaras que son entidades divulgativas de la cultura que crearon, como, por ejemplo, los productos manufacturados del campo y algunas artes en las que eran expertos. Uno de estos eruditos me ayudó en la selección de la bibliografía que es de fiar, además de mi trabajo de campo visitando las localidades donde enraizaron hasta que fueron exterminados por la Cruzada organizada por el papa Inocencio III contra ellos, porque en Francia son innumerables las novelas que se han escrito y como es propio de este género literario son obras de ficción que no me interesaban para mis propósitos.

Introducción

Mi interés por los cátaros surgió a raíz de la lectura de una información en que aparecía una localidad de la región francesa del Languedoc que se llama Puivert, es decir, mi apellido al que se le ha desprendido la letra “g” porque al pronunciarlo en francés desaparece. Una segunda razón es que el pensamiento de los cátaros es dualista (afín al maniqueísmo) y gnóstico, pero al mismo tiempo, tenían una gran predilección por los escritos del apóstol Juan, que precisamente no dan pie para sostener este tipo de teología y quería descubrir los motivos. La herejía cátara se basaba en la creencia de un mundo dual, dividido entre el bien y el mal. Se pueden encontrar vestigios en los motivos artísticos, como el de la iglesia del castillo de Puivert, en donde tras la cabeza de la virgen, aparece la del diablo.

Los cátaros y la Biblia, de Pedro Puigvert

Fotografía del castillo cátaro de Puivert, Francia. / Foto: Bridom, Viquipèdia.

Castillo de Puivert- De los castillos cátaros, el de Puivert es verdaderamente uno de los mejor conservados. Es también uno de los más interesantes monumentos del siglo XI. Con su torreón de 35 metros de alto en el cual hay cuatro espléndidas salas que se superponen y sus seis torres de defensa. Esta fortaleza domina el antiguo lago glaciar de Puivert. Su torreón se restauró recientemente y se ofrece a la vista sobre el llano del Quercorb al norte, al oeste de Montsegur en las cimas de los Pirineos y al este, del pico de Bugarach. No está en un lugar muy elevado, pues era la residencia de verano de los vizcondes de Trencavell. Más que una fortaleza militar, era un lugar de diversión, en donde se celebraban encuentros de recreo.

Origen del nombre cátaro

En los lugares más comunes en que se informa sobre los cátaros es habitual leer que el nombre procede del griego καθαρος que significa “puro” o “limpio” (Tit. 1:15), un nombre que fue asumido por los novacianos del siglo III. Sin embargo, los cátaros o albigenses, no se llamaron nunca de esta manera a sí mismos. El término fue acuñado por sus adversarios con una connotación peyorativa. Según parece, el primero en usar tal apelativo fue el monje alemán Eckbert de Schonau que lo empleaba en sus sermones. Posteriormente, el polemista católico Alain de Lille, escribió que se les llama así a causa del latín catus, que quiere decir “gato” cuando dice: “se dan cuenta que besan el trasero de un gato, forma bajo la cual se les aparece Lucifer…” En realidad, esto era una infamia para burlarse de ellos por el hecho de atribuir la creación del mundo a Satanás y que en las tradiciones medievales el gato era el animal que simbolizaba al diablo. Por otro lado, la palabra alemana medieval ketter, quiere decir “hereje” y deriva de katte (gato). También se les atribuyeron otros nombres: en Alemania los trataban de “cátaros”, en Flandes eran llamados “poplicanos” y “piphles”, en Italia “patarins” (por su repetición del Pater, o sea, el Padrenuestro), en Bosnia “bougres” o “boulgres”, es decir, “búlgaros”. En el norte de Francia les dieron un apodo injuriante que acabó por ser sinónimo de sodomita. En cambio, en el Sur de Francia, concretamente en el Languedoc, el país de Oc (Occitania), eran llamados tisseyres (tejedores) debido al oficio que desempeñaban. Asimismo, se les conoció por los términos geográficos de los lugares en que vivían: “los herejes ageneses, tolosanos, albigenses”. Pero los dos términos que han quedado para la historia son el de cátaros y albigenses, porque una gran mayoría habitaba en la región cuya ciudad principal es Albi.

Fuentes documentales sobre los cátaros

Entre ellos se denominaban “cristianos” y a los dirigentes los conocían como Perfectos, “hombres buenos” o “amigos de Dios”, una fórmula que se encuentra en el Languedoc en el siglo XIII y es la traducción del eslavo “bogo-mil”. Las fuentes históricas para conocer a los cátaros son varias: en primer lugar, está el Libro de los dos Principios, un manuscrito de finales del siglo XIII, que pertenece a la Biblioteca Nacional de Florencia. En segundo lugar, el Liber contra Manicheos, una obra atribuida a Durán de Huesca (1222 o 1224), en que figuran largos extractos de un tratado cátaro de dicho autor, un valdense convertido al catolicismo. En tercer lugar, tenemos un Tratado anónimo descubierto en Praga en 1939, copia en latín de otro anónimo compuesto en el Languedoc a principios del siglo XIII, cuyo autor fue quizás Barthélemy de Carcasona, hereje notorio que, según algunas fuentes, habría sido representante oficial en Languedoc de un antipapa cátaro residente en Bosnia. En cuarto lugar, está la Cena Secreta o Interrogación de Juan, el cual no es propiamente un texto cátaro, pero tempranamente estuvo en las manos de los “hombres buenos”, en Francia y en Italia, ejerciendo una influencia profunda sobre el dualismo moderado. Hay indicaciones que señalan que fue entregado por los bogomilos al obispo patarín de Italia Nazario (1150-1235). Se trata de un texto apócrifo (un falso evangelio) donde el apóstol Juan interroga a Jesús sobre la organización del mundo por el diablo, la creación del hombre, el fin de los tiempos, etc., en el transcurso de una Cena secreta del reino de los cielos. En quinto lugar, están los Rituales Cátaros, que son dos: uno conocido como de Lyon, escrito en occitano y el otro de Florencia (incompleto) escrito en latín. […]

1. El origen de los cátaros

Resulta bastante difícil conocer la misteriosa cuestión de los orígenes del catarismo, aunque desde la mitad del siglo XX en adelante, gracias a una serie de trabajos de investigación histórica, utilizando fuentes desconocidas hasta entonces, se han podido aportar valiosas informaciones, que, sin haber resuelto el misterio, han modificado algunos criterios erróneos. Así que examinaremos varias hipótesis con el objetivo de llegar a entender su origen. A principios del siglo XI aparece un movimiento espiritual en Francia e Italia conocido como catarismo. Este movimiento se extendió, en el transcurso del siglo XII, más o menos ampliamente en Cataluña, Alemania del Oeste y hasta Inglaterra. En la Cruzada contra los albigenses se presenta como un conjunto doctrinal muy complejo, en que refleja las influencias gnósticas y maniqueas. Examinaremos algunas hipótesis ofrecidas por especialistas en el tema. […]

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