Cuando la gente es grande y Dios es pequeño, de Ed Welch
Cuando te comparas con otras personas, ¿te sientes bien con respecto a ti mismo? Tal vez la forma más peligrosa del temor al hombre es la que se relaciona con el “éxito”. Tales personas piensan que ya alcanzaron el éxito. Pero sus vidas aún están definidas por los demás en vez de por Dios. Un fragmento de 'Cuando la gente es grande y Dios es pequeño', de Edward T. Welch.
06 DE NOVIEMBRE DE 2014 · 22:50
Fragmento extraído del libro 'Cuando la gente es grande y Dios es pequeño' de Edward T. Welch (Prergrino, 2014). Puede saber más sobre el libro aquí.
En el sentido bíblico, la palabra “temor” tiene un significado amplio. Incluye tener miedo de alguien, pero el significado se extiende hasta mostrar admiración por alguien, ser controlado o dominado por la gente, adorar a otras personas, poner nuestra confianza en ellas, o necesitarlas.
Una nota adicional: al igual que la palabra “temor” tiene una definición amplia en el sentido bíblico, ocurre lo mismo con la palabra “hombre”. En la Escritura incluye hombres, mujeres y niños. Cuando empleo la expresión “temor al hombre” en este libro, no me estoy limitando al género masculino. Estoy asumiendo, basado en la Biblia, que toda persona en nuestras vidas puede potencialmente controlarnos.
Como sea que quieras decirlo, el temor al hombre puede resumirse de esta manera: reemplazamos a Dios por la gente. En lugar de tener un “temor del Señor” bíblico, tenemos temor a los demás.
Por supuesto, el “temor al hombre” se puede denominar de muchas maneras. Cuando somos adolescentes lo llamamos “presión social”. Cuando somos mayores, se llama “complacer a la gente”. Recientemente, se ha llamado “codependencia”. Con estas etiquetas en mente, podemos descubrir el temor al hombre por todas partes.
- ¿Has batallado contra la presión social? La “presión social” es simplemente un eufemismo del “temor al hombre”. Si la experimentaste cuando eras joven, créeme, aún está allí. Puede estar sumergida y revelarse en maneras más apropiadas para un adulto, o puede estar camuflada en tu impresionante currículum vitae (lo que consideras tus éxitos).
- ¿Tienes demasiados compromisos? ¿Encuentras difícil decir “no” aun cuando la sabiduría te indica que deberías? Vives para “complacer a los demás”, lo cual es otro eufemismo del “temor al hombre”.
- ¿“Necesitas” algo de tu cónyuge? ¿”Necesitas” que tu cónyuge te escuche? ¿que te respete? Piensa cuidadosamente. Ciertamente Dios se complace cuando halla buena comunicación y honra mutua entre los cónyuges. Pero para muchos, el deseo de estas cosas tiene sus raíces en algo que va más allá del diseño de Dios para sus hijos. A menos que entiendas los parámetros bíblicos del compromiso matrimonial, tu cónyuge llegará a ser a quien temas. Tu cónyuge te controlará. Tu cónyuge tomará calladamente el lugar de Dios en tu vida.
- ¿Es la autoestima una preocupación crítica para ti? Esta, al menos en los Estados Unidos, es la manera más popular de expresar el temor a otras personas. Si la autoestima es un tema recurrente para ti, hay muchas probabilidades de que tu vida gire en torno a lo que otros piensen de ti. Reverencias o temes sus opiniones. Las necesitas para reforzar tu sentido de bienestar e identidad. Las necesitas para que te llenen.
- ¿Has temido alguna vez el ser expuesto públicamente como un impostor? Esto le ocurre a muchos hombres de negocios y gente aparentemente de éxito. Este sentimiento de ser expuesto es una expresión del temor al hombre. Significa que las opiniones de otras personas son capaces de controlarte, especialmente su opinión de que eres un fracaso.
- ¿Estás siempre inseguro de las decisiones a causa de lo que los demás puedan pensar? ¿Tienes miedo de cometer errores que te hagan caer mal a ojos de los demás?
- ¿Te sientes vacío o sin propósito? ¿Experimentas un “hambre de amor”? De nuevo aquí, si necesitas a otros para llenarte, estás controlado por ellos.
- ¿Te avergüenzas con facilidad? Si es así, la gente y sus opiniones probablemente te definen. O, utilizando el lenguaje bíblico, estás exaltando las opiniones de los demás hasta el punto de ser gobernado por ellas.
- ¿Mientes? ¿Especialmente las mentiras piadosas? ¿Qué me dices de disfrazar la realidad, aunque técnicamente no estés mintiendo con tu boca? La mentira y otras formas de vida en la oscuridad, por lo general, son formas de querer parecer mejores ante los demás. También sirven para cubrir nuestra vergüenza delante de ellos.
- ¿Tienes celos de otras personas? Estás siendo controlado por ellos y sus posesiones.
- ¿Te enfada o deprime a menudo la gente? ¿Te saca de tus casillas? Si es así, probablemente son el centro de control de tu vida.
- ¿Evitas el contacto con la gente? Si es así, aun cuando no digas que necesitas a otras personas, de todas maneras estás controlado por ellas. ¿No está dominado el ermitaño por el temor al hombre?
- ¿Acaso no están la mayoría de las dietas (aunque aparentemente en la categoría de “salud”) dedicadas a impresionar a los demás? El deseo de “alabanza de los hombres” es una de las maneras de exaltar a la gente por encima de Dios.
- ¿No ha acertado ninguna de estas descripciones? Cuando te comparas con otras personas, ¿te sientes bien con respecto a ti mismo? Tal vez la forma más peligrosa del temor al hombre es la que se relaciona con el “éxito”. Tales personas piensan que ya alcanzaron el éxito. Tienen más que otras personas. Se sienten bien consigo. Pero sus vidas aún están definidas por los demás en vez de por Dios.
UN PROBLEMA UNIVERSAL
No pienses que este es un problema solo de tímidos y cobardes. ¿No están acaso los que viven enfadados o los que tratan de intimidar a los demás también controlados por otros? Cualquier intento de ser más que los demás cumple los requisitos.¿Qué me dices del ejecutivo que está trabajando para ser más productivo que su colega para adelantarlo en el escalafón? El eterno fanfarroneo en la sala de juntas es una versión agresiva del temor al hombre. ¿Y piensas que las estrellas atléticas no están buscando la buena opinión de los aficionados y de los reporteros deportivos? Declarar agresivamente que no necesitas a nadie es igualmente evidencia del temor al hombre como lo son otros ejemplos más tímidos que hemos visto. El temor al hombre viene en estos envoltorios y en muchos otros.
¿Te ves ya incluido? Si no lo haces, considera solo una palabra: evangelismo. ¿Alguna vez has sido demasiado tímido como para compartir tu fe en Cristo a causa de lo que otros podrían pensar que eres, un tonto irracional?
Te pillé.
El temor al hombre forma parte del ser humano de tal manera que deberíamos comprobar el pulso de aquel que lo niega.
En los Estados Unidos estamos al final de una revolución que incluyó cantidades de libros sobre la codependencia. Durante varios años, todo libro que tuviese la palabra “codependencia” en el título tenía la garantía de ser un éxito de ventas.
Melody Beattie, por ejemplo, ganó millones con su libro Codependent No More (Deja de ser codependiente). Obviamente, habló de un asunto que era importante para muchos, sin embargo, se trata del temor al hombre en su vestimenta secular. Melody Beattie habla acerca del problema en términos de ser controlado o dependiente de otras personas y su prescripción es que deberías amarte más a ti mismo.
LA BÚSQUEDA DE UNA RESPUESTA BÍBLICA
Para el mundo evangélico ese enfoque sonó un poco superficial, así que muchos cristianos respondieron diciendo que un mejor tratamiento contra la codependencia es saber que Dios te ama más de lo que piensas. Dios puede llenarte con amor, así pues, otras personas no tendrán que llenarte.
Ciertamente esto es mejor que la exhortación a amarse más a sí mismo, pero esta respuesta es aún incompleta (y esto puede sonar controvertido). El amor de Dios puede ser una respuesta profunda para prácticamente cualquier problema humano, pero algunas veces puede ser utilizado de tal manera que se convierte en una versión diluida de una verdad profundamente rica.
Por ejemplo, algunas veces, debido a nuestros errores al interpretar la Escritura, esta respuesta no tiene en cuenta el llamamiento que Dios nos hace a considerar a los demás como superiores a uno mismo (cf. Fil 2:3), o hace caso omiso a la necesidad de arrepentimiento. Algunas veces, permite que nosotros y nuestras necesidades sean el centro del Universo y Dios se convierta en nuestro recadero psíquico con la tarea de elevar nuestra autoestima.
Necesitamos investigar aún más la Escritura para poder entender verdaderamente la experiencia universal del “temor al hombre”. El propósito de este libro es dar ese siguiente paso. Durante el recorrido nos encontraremos con personas como Abraham y Pedro, quienes resbalaron en el abismo del temor al hombre y arrastraron a otros con ellos. Consideraremos las maneras sutiles en las que el temor emerge en nuestras vidas. Veremos que los escritores de la codependencia estaban en lo cierto, es una epidemia nacional. Luego, encontraremos la solución de Dios.
Aquí están algunos de los temas que exploraremos:
- Para entender realmente las raíces del temor al hombre, debemos comenzar haciendo las preguntas correctas. Por ejemplo, en lugar de: “¿Cómo puedo sentirme mejor conmigo mismo y no ser controlado por lo que piensen los demás?” una pregunta mejor sería: “¿Por qué estoy tan preocupado por la autoestima?” o “¿por qué tengo que tener a alguien (aun a Jesús) que piense que soy fantástico?”. Estos son algunos de los temas que consideraremos desde muchos ángulos en este libro, pero incluido en la respuesta está el hecho de que necesitamos pensar con menor frecuencia en nosotros mismos. Hablaremos después del porqué y el cómo.
- El tratamiento más radical para el temor al hombre es el temor al Señor. Para ti, Dios debe ser más grande que la gente. Este antídoto tarda años en ser entendido; de hecho, nos llevará toda la vida. Pero mi esperanza es que el proceso pueda ser acelerado y cultivado a través del estudio de este libro.
- Con respecto a los demás, nuestro problema es que los necesitamos (para nosotros mismos) más de lo que los amamos (para la gloria de Dios). La tarea que Dios establece para nosotros es que los necesitemos menos y los amemos más. En vez de buscar maneras para manipular a los demás, debemos preguntarle a Dios cuál es nuestro deber hacia ellos. Esta perspectiva no llega a nosotros con naturalidad y muchos de nosotros necesitamos considerar esta verdad desde varios ángulos antes de poder entenderla. Pero la convicción de este libro es que esta verdad es otra de las paradojas divinas que se encuentra en la Escritura: el camino del servicio es el camino a la libertad.
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