El amor, es una fruta para dos

Me acuerdo perfectamente de la analogía que se utilizó en nuestra boda: dos ríos diferentes entre sí, que un día unen sus aguas para siempre.

12 DE FEBRERO DE 2022 · 13:00

Beatriz Garrido, en el día de su boda. / Cedida.,
Beatriz Garrido, en el día de su boda. / Cedida.

“El matrimonio es un anillo de oro en una cadena que empieza en una mirada y acaba en la eternidad”. 

Khalil Gibran

 

“Un matrimonio feliz es la unión de dos buenos perdonadores.”

Ruth Bell Graham

 

“No hay relación de comunión y compañía más agradable, amistosa y placentera que un buen matrimonio.”

Martín Lutero

 

 “El matrimonio, como la vida entera, es algo terriblemente difícil que hay que volver a empezar desde el principio todos los días, y todos los días de nuestra vida. El esfuerzo es constante, e inclusive agotador muchas veces, pero vale la pena.” 

Gabriel García Márquez

 

En poco se celebra en nuestro país “El día de los enamorados”, hay muchas parejas que lo celebran a lo grande, yo lo respeto, pero lo cierto es que nosotros nunca lo hemos celebrado, nos parece un reclamo comercial para montones de cosas; aunque cada quien es libre de pensar o realizar lo que desee. De todos modos, me da pie para reflexionar un poquito sobre el tema del amor, del matrimonio, después de llevar casada con mi esposo hace casi 42 años.

Cuando pienso en el día de nuestra boda, un día en el que llovía, y yo pensaba en mi traje blanco y demás, mientras mi tía Esther me repetía continuamente: “No te preocupes reina... que “novia mojada, novia afortunada”. Quise ir a casarme a la preciosa tierra de mi padre, la villa marinera de Ares, y aquello fue una odisea intentando encontrar un lugar para la celebración; terminamos en un lugar precioso que hoy no existe,  hoy sería como de costas, estaba casi sobre la ría, en la playa de Ber.  Era de noche y el precioso espectáculo de la ría iluminada tras los cristales enamoraba; aunque creo que nosotros no nos fijábamos demasiado en eso.

El Siervo de Dios que tuvo la Palabra en la preciosa ceremonia, fue alguien tan querido y recordado para mí como Don Francisco Lacueva y siento no quitarle el Don, algo que ya no se usa casi nunca, pero… no se lo voy a quitar;  un teólogo de primera categoría que dejó una posición y un futuro brillante en el seno de la iglesia católica cuando conoció al Señor de un modo personal, y sufrió más que mucho por aquella decisión. Lo recuerdo muchísimas veces apoyado sobre el púlpito con la Biblia abierta, pero sin una sola nota, se la sabía en hebreo, griego, arameo y todo lo que le cayera, y en muchas ocasiones contaba unas anécdotas increíblemente buenas.

En la predicación de nuestra boda, me acuerdo perfectamente la analogía que utilizó, dos ríos... dos ríos diferentes entre sí; cada uno con su caudal, sus riveras, sus meandros, su recorrido… que un día unen sus aguas para siempre, y eso da lugar a un río mucho más grande, precioso, caudaloso y enriquecedor. Versó mucho sobre todo este tema, y en ocasiones me pregunto como pude estar atenta al mensaje. Su regalo de bodas fue una preciosa Biblia en hebreo que conservamos con muchísimo cariño, y hacia el final, dijo una frase que creo que jamás podre olvidar: “Pido a Dios que vuestros hijos tengan el talento de su padre y el talante de su madre”. Aquel día no le dí mucha importancia, pero más tarde comencé a cuestionarme un tanto aquella frase tan bonita…. ¿su talento y mi talante? Hmmmm. Hace poco encontré escrito lo siguiente,  TALANTE + TALENTO = DESPERTAR DE LA PERSONA A LA VIDA, esto estaba escrito en relación a la familia y a la crianza de los hijos, entonces me acordé de aquella frase y de mi querido Don Francisco. Durante años, me cuestioné un tanto aquella frase que a mi madre le encantó; hoy la recuerdo con mucho cariño, igual que aquel día.

Éramos tan jóvenes… Y llovía. Él con su traje de media etiqueta, igual que mi padre, y yo con mi vestido blanco, no era nada recargado, muy fino, y mi pelo recogido un tanto alto y un precioso tocado, sin que me faltara el ramo de orquídeas en tonos malva.  Han pasado muchos años y no todo ha sido fácil, veníamos de dos trasfondos muy diferentes y nuestros temperamentos y forma de ser siempre han sido de lo más dispar, algo que a pesar de los años nadie pudo cambiar del otro; eso significa que los dos tenemos carácter. Un día me preguntó mi hija, ¿pero cómo os casasteis vosotros dos? Pues el Señor lo quiso así, seguimos sin celebrar el día de los enamorados, pero celebrando cada día juntos, y más cuanto más pasa el tiempo, pero como escribía García Márquez, en una frase que os dejé al principio, vale la pena el esfuerzo.  A los pocos años de casarnos fuimos encomendados al ministerio a todo tiempo; igual de diferentes que nuestro temperamento es nuestro modo de trabajar en el ministerio; pero hoy me acuerdo del mensaje de los dos ríos de Don Francisco Lacueva, estos dos ríos tan diferentes juntos desde hace tanto, cuando trabajan juntos en algo, siempre termina siendo maravilloso.

Nuestros anillos de oro siguen en el dedo, el mío en la mano derecha, el suyo en la izquierda…. Ninguno renuncia a su país ni a sus costumbres, pero esa diversidad, aunque en ocasiones difícil, es increíblemente enriquecedora. 

Jamás olvidaré el primer programa de radio que grabé sola, la entrevista se la hice a Victor Mirón y su esposa Çesca Planagumá, evidentemente iba sobre la familia, el matrimonio, el amor… y escogí una vieja canción secular sobre el tema, de ahí el título de este artículo. Os la dejo en una versión de hace pocos años, deseo que la podáis disfrutar, y meditando en todos estos temas, y después de dejaros curiosear un poquito en nuestra boda y en nuestra vida, pueda llegar a vuestros corazones y ser de bendición.

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