Prudencia, el fruto precioso de un testimonio de amor

Es el bendito Dios que nos promete que ni un solo vaso de agua dado en su nombre quedará sin recompensa.

01 DE FEBRERO DE 2020 · 13:00

Prudencia emigrando muy joven Brasil, portada.,
Prudencia emigrando muy joven Brasil, portada.

Negra sombra

Cando penso que te fuches,

negra sombra que me asombras,

ó pé dos meus cabezales

tornas facéndome mofa.

 

Cando maxino que es ida,

no mesmo sol te me amostras,

i eres a estrela que brila,

i eres o vento que zoa.

 

Si cantan, es ti que cantas,

si choran, es ti que choras,

i es o marmurio do río

i es a noite i es a aurora.

 

En todo estás e ti es todo,

pra min i en min mesma moras,

nin me abandonarás nunca,

sombra que sempre me asombras.

Rosalía de Castro, de  Follas novas, 1880

 

Hace 93 años que nació Prudencia, Prudencia Sanjurjo Remiñán, en una aldea perteneciente a Coristanco, un precioso lugar en la más profunda Galicia, en la provincia de La Coruña. Conozco poco de su infancia, pero me la imagino así, tal vez con un carácter un tanto distinto, pero hablando como Rosalía, mi Rosalía de Castro, en la inolvidable poesía que os dejé al principio; en un gallego muy lejos de ser normativizado, pero con esa alma preciosa que vive dentro de los que somos de esta tierra y que llevamos muy dentro de nosotros.

Prudencia va creciendo entre “piñeiros” y “castiñeiros”, y siendo bien joven y bonita se casa con José Novo, quien era de Noya, en las rías bajas.

En 1954, como tantísimos gallegos a lo largo de la historia de nuestro pueblo, Prudencia sale con su esposo para Brasil, en busca de una vida mejor, y se asientan en São Paulo… ¡Nada más y nada menos! Pero a la galleguiña le gusta la vida en la gran y preciosa ciudad; y aunque imagino que no fue fácil, el Señor tenía preparado para nuestra Prudencia lo más especial del mundo.

Mientras José trabajaba en su oficio de carpintero en una fábrica, en condiciones un tanto complicadas; Prudencia trabaja fuerte como buena gallega, por las tardes en una fábrica de helados, y por las mañanas, un par de horas, en la casa de un precioso matrimonio ya con el Señor. Me estoy refiriendo a Arlie y Alma Smith, un matrimonio de América del Norte, pastores de “La iglesia de Cristo” que estaban como misioneros en Brasil.

Prudencia y Carmen.

Prudencia y Carmen.

A medida que pasaba el tiempo, y que Prudencia iba conociendo a este matrimonio, había cosas que no entendía, la trataban con un amor y respeto exquisito; cuando se sentía mal, por la razón que fuera, Alma le decía… ¡No te preocupes! Vamos a sentarnos juntas, y te voy a enseñar lo que es la Biblia, la leemos juntas, cantamos, oramos... Todo aquello tan precioso, prendió el corazón de Prudencia de tal modo, que al poco se entregó al Señor, y al año ya estaba bautizada.

Cada vez que escucho esta historia, historia que he escuchado a Prudencia mil y una veces, mi corazón se conmueve de un modo profundo por miles de motivos, ¡os lo aseguro! Al día de hoy hay una grande y preciosa familia en el Señor, simplemente porque un matrimonio de siervos de Dios, dieron un maravilloso testimonio de vida que cautivó el corazón de una emigrante gallega, que fue a parar a su casa.

Al cabo de unos años de estar en Brasil, la hermana de Prudencia fallece de un modo horrible, tenía dos hijas, y embarazada de un tercer hijo, que era varón, en aquellos tiempos…. Ella se quejaba de que no sentía al niño; pero cuando fue al médico, o este se enteró, el feto llevaba mucho tiempo muerto dentro del vientre de su madre. El bebé nace, nace muerto de hace mucho, y la mamá muere porque llevaba dentro a su hijo ya con gangrena y estaba infectada en su sangre y toda por dentro.

José y Prudencia por esta razón, regresan por un tiempo corto a su tierra; y ellos, que no podían tener hijos, terminan adoptando a Carmen, la segunda hija de la hermana de Prudencia, su sobrina Carmen.

José tardó 7 años en abrile su corazón al Señor y ser bautizado, y en aquel lugar donde trabajaba, perdió cuatro dedos de una mano en un accidente con una sierra; sólo le quedó el dedo pulgar. Pudo volver, pero no regresar por mucho que lo intentaron, leyes de minusvalía y demás.

Prudencia no olvida Brasil, sus pastores, la iglesia... Y después de un tiempo regresa con su sobrina, ya hija adoptada, Carmen.

La niña va con unos 4 añitos, y se encuentra con un mundo maravilloso y unas personas excepcionales; su madre la lleva a la iglesia, y recuerda que era la única niña blanquita entre todos los demás niños brasileños, bien bien morenitos; pero el trato de Arlie y Alma con ella sigue siendo exquisito. Siempre recuerda su sexto cumpleaños, se lo celebraron por todo lo alto, y cuando Prudencia tiene que regresar a causa del problema de su esposo, no tenía dinero para el pasaje. Aquellos benditos siervos de Dios, consiguieron una buena ofrenda para que pudiera regresar a su tierra y con su esposo.

A la vuelta, quieren congregarse, pero no conocen…  Buscan las “Iglesias de Cristo” en España, y dan -inevitablemente- con Juan Antonio Monroy, quien los acoge con amor, y se funda la “Iglesia de Cristo” en La Coruña.

En aquellos tiempos, en época de verano, se celebraban unas conferencias muy especiales en Madrid, lideradas igual que estas iglesias en España, por  nuestro querido, inolvidable, y respetado Juan Antonio Monroy, bien conocido por todos.

Por aquellas alturas, los Smith, estaban sirviendo en Portugal, y se acercaban a Madrid en aquellas conferencias preciosas donde todos se encontraban. Carmen fue bautizada por Juan Antonio Monroy, cuando contaba 12 años de edad.

En un viaje que Carmen hace a Holanda, donde había emigrado su hermana mayor, conoce a Luis, Luis Gómez, se enamoran, se casan…. Y no volverían a España, definitivamente, hasta unos 12 años después; ya con tres preciosos hijos. Todos ellos, excepto José, que partió con el Señor hace ya unos años, pertenecen a nuestra iglesia. Una preciosa familia que nos llena el corazón, la escuela dominical de preciosos niños, y son un regalo para el corazón.

Con Prudencia, hace una semana.

Con Prudencia, hace una semana.

Prudencia, como buena gallega que siempre ha sido, y con 93 años, se niega a dejar su casa… Un trabajo grande y extra para sus hijos Carmen y Luis, pero lo hacen todo con amor.

Cada seis semanas nuestro Punto Misión es la casa de Prudencia. La semana pasada pude acompañar a mi esposo, es una bendición como nos reciben… Prudencia espera con ansia, saca de himnarios, se celebra la Mesa del Señor, se comparte, se canta… De la mano de la excelente cocinera que es Carmen, nos vamos junto a la chimenea y charlamos, reímos y disfrutamos hasta… bien tarde. ¡No tengo palabras!

Cuando intento recapitular toda esta historia, desde los años 50, los misioneros Smith, y todo el resto hasta llegar al día de hoy, mi corazón se conmueve profundamente, al poder ver la preciosa mano del Señor en todo, desde una gallega que emigró, el testimonio del delicioso matrimonio, y esta estupenda familia en nuestra iglesia.

Son muchas las veces que no damos importancia a los pequeños detalles, o nos pensamos que las más grandes labores para el Señor se hacen desde un púlpito y bien importante. Todo eso no fue necesario para Prudencia, el precioso testimonio, la cariñosa acogida y ayuda, de una familia pastoral, fueron únicamente lo necesario, para llegar con gozo al día de hoy.

Seguro que me salté infinidad de detalles por el camino. Simplemente he querido recoger la base de toda esta historia y testimonio de vida; porque me encanta y me reta profundamente al corazón. Son demasiadas las veces en las que le damos poco valor a las cosas aparentemente más insignificantes, y vemos a personas que “se mueren” por conseguir “ministerios importantes”. Si soy sincera, cada día aborrezco más “las luces de neón”, sencillamente quiero brillar con la luz de Cristo, en muchas ocasiones en circunstancias difíciles; pero es el bendito Dios que nos promete que ni un solo vaso de agua dado en su nombre quedará sin recompensa. Y hagamos lo que hagamos para nuestro Dios, de un modo u otro, tal y como le dice Pablo a Timoteo en la última epístola que escribe… ”Haz obra de evangelista, CUMPLE TÚ MINISTERIO...” Hay ministerios y ministerios, y no todo el mundo tiene el don de evangelista; pero la obra de evangelista, es un mandato para todos. En ocasiones será simplemente ser una carta abierta en la que todos puedan leer, otras veces será hospedar con amor… Otras veces será subirse a un púlpito…. Pero en todo y para todo estaremos sirviendo al Señor.

Unas veces podremos ver el fruto de nuestro trabajo, la mayoría de las veces… no; pero en todo y por todo, el Señor será glorificado, su Reino extendido, y la Gloria para su Santo Nombre.

Quiero terminar con una preciosa canción de un grupo cristiano Brasileño que me encanta… Deseo y pido al Señor que esta historia, que he querido compartir con vosotros, pueda llegaros al corazón tanto como a mí.

 

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