No te rindas, aún estás a tiempo
de alcanzar a comenzar de nuevo,
aceptar tus sombras,
enterrar tus miedos,
liberar el lastre,
retomar el vuelo.
No te rindas
que la vida es eso,
continuar el viaje
perseguir tus sueños,
destrabar el tiempo,
correr los escombros
y destapar el cielo.
No te rindas, por favor, no cedas
aunque el frío queme
aunque el miedo muerda
aunque el sol se esconda
y se calle el vient"/>

No rendirse jamás

No te rindas, aún estás a tiempo
de alcanzar a comenzar de nuevo,
aceptar tus sombras,
enterrar tus miedos,
liberar el lastre,
retomar el vuelo.
No te rindas
que la vida es eso,
continuar el viaje
perseguir tus sueños,
destrabar el tiempo,
correr los escombros
y destapar el cielo.
No te rindas, por favor, no cedas
aunque el frío queme
aunque el miedo muerda
aunque el sol se esconda
y se calle el vient

09 DE OCTUBRE DE 2010 · 22:00

,
Recuerdo que, hace años,escribí un artículo con el título de este poema: “No te rindas” y -esta vez- he tenido que buscar otro título para no repetirme. No sé porque el Señor me da dos veces en la misma piedra, bueno...o si lo sé... mi Padre sabe que necesito escucharlo de vez en cuando, que alguien a quien quiero me susurre al oído: no te rindas... Y, es que la vida es dura, y es que el viento muerde y es que el sol se esconde demasiados veces, al menos en mi vida. Hace tan solo unas horas que terminaba de leer el último libro de un buen amigo, en el último capítulo hablaba de volar, de volver a volar aunque las circunstancias nos digan lo contrario, igual que una paloma herida que retoma el vuelo, volar muy alto cerca del Señor. La verdad es que me hizo mucho bien leer esas palabras. Son demasiadas las veces que la vida, las circunstancias, incluso aquellas personas a las que queremos, nos dejan -literalmente- como una paloma herida que no puede remontar el vuelo... pero yo, entre golpe y golpe, he aprendido bien la lección, por muy duras que sean mis experiencias o por muy difíciles que sean las circunstancias que me rodean, he aprendido a retomar el vuelo una y otra vez, hasta conseguir volar tan alto que no me lastimen los “disparos” que me da la vida, o quien sea. Me encanta el versículo que dice: “Siete veces cae el justo y siete veces se levanta; porque el Señor sostiene su mano”, pero creo que, últimamente, he encontrado una salida, volar alto, muy alto, estar tan cerca del Señor y tan descansada en Sus brazos, que El mismo me proteja con Su mano, de todas las “perdigonadas” que me da la vida. Si, yo sé lo que es vivir llena de ansiedad, sufriendo por lo que otros dicen o piensan de mi; pero, hace ya tiempo que aprendí que abandonándome a un Dios de amor y descansando en Su regazo, puedo sentirme absolutamente protegida de todo mal que El no permita. Conozco a demasiadas personas que viven agobiadas, estresadas metidas en un “tengo que, tengo que, tengo que...” si, yo también sé lo que es pasar por eso; pero, hace años que aprendí que mi Señor es para mi mucho más grande que mi servicio para El y, el gozo de entrar en Su presencia cada mañana de mis días, supera no sólo mis problemas, sino también mis agobios, mis prisas o mis trabajos. Hace mucho que aprendí que: “En tu presencia hay multitud de gozo, delicias a tu diestra para siempre”. ¿Cómo te sientes?... ¿Te agobia tu vida o tus circunstancias?... ¿Llevas el vuelo demasiado bajo?... ¿El viento te muerde, el sol se te esconde, o la vida te quema?... Recuerda que aún existe el vino y el amor, que aún hay fuego en tu alma, que aún hay vida en tus sueños y que Dios, mi herman@, te quiere.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Follas novas - No rendirse jamás