Medio año después de la erupción en La Palma: “Muchos empiezan a asumirlo, pero hay mucho dolor”

En la isla, los evangélicos continúan inmersos en el proceso de recuperación. “Mientras tengamos como ayudar, ayudaremos”, dice un líder de una iglesia bautista local.

Jonatán Soriano

LA PALMA · 28 DE JUNIO DE 2022 · 12:00

En la isla, cientos de personas siguen esperando que se les proporcione un lugar donde vivir. / Annamarie Ursula, Wikimedia Commons. ,
En la isla, cientos de personas siguen esperando que se les proporcione un lugar donde vivir. / Annamarie Ursula, Wikimedia Commons.

Ha pasado medio año desde que finalizó la erupción volcánica en el parque natural de Cumbre Vieja, en La Palma. La isla ha vivido todos estos meses sumida en el proceso de recuperación después de la catástrofe natural, que ha provocado diferentes realidades para las familias autóctonas.

“Muchos han abandonado la isla en busca de trabajo o vivienda en otras islas o en la península ante la falta de oportunidades aquí”, explica a Protestante Digital Josué Santana, colaborador pastoral en la Iglesia Evangélica Bautista de La Palma que ha tenido incluso ocasión de reunirse con la Comisión para la Reconstrucción de la isla. Sin embargo, añade, otros “no se plantean empezar de nuevo en otro sitio”. “Prefieren salvar sus casas, porque son casas de muchos años en la familia, con mucho valor sentimental, más allá del material”, añade.

Más allá de la lentitud de la reconstrucción de infraestructuras y viviendas, y también del reparto de las ayudas anunciadas en su día por la Administración estatal y autonómica, Santana destaca la forma en la que la iglesia local se ha implicado en la recuperación de forma comprometida y creativa, ampliando su ámbito de acción y creando, incluso, un sistema de microcréditos para pequeños comercios o repartiendo cupones a familias para el combustible. En toda la situación, dice, “se dan oportunidades únicas de compartir a Jesús y nos tienen aprecio porque no solo les ayudamos materialmente, sino que les escuchamos”.

Conversamos en esta entrevista con Santana, que evalúa el reparto de las ayudas, el estado de la isla en este momento y detalla la labor llevada a cabo por la iglesia autóctona.

Medio año después de la erupción en La Palma: “Muchos empiezan a asumirlo, pero hay mucho dolor”

Los trabajos se enfocan en la construcción de vivienda y en la restauración de infraestructuras, además de la limpieza de ceniza y desperfectos. / A. Ursula, Wikimedia Commons.

Pregunta: ¿Cuál es la situación ahora en La Palma? 

Respuesta: La situación actual en La Palma en cuanto a la crisis originada por la erupción es de reconstrucción y de intentar volver a la normalidad. O algo parecido a la normalidad. En los núcleos urbanos de Los Llanos, El Paso y Tazacortese han retirado hace mucho tiempo las cenizas y la gente ha vuelto a su rutina, pero en la zona de Las Manchas, en la falda del volcán, siguen toneladas de cenizas y piroclastos acumulados y casas sepultadas por ella. Las autoridades han puesto en marcha un plan para retirarlas y han dado trabajo a mucha gente de la isla para ello, pero es tanto el trabajo que no dan a basto. Hasta hace poco venían grupos de voluntarios a ayudar a las familias a retirar cenizas de las fincas para empezar a reconstruir o reparar sus casas, pero va a ser un proceso lento. Por ahora las autoridades se centran en reabrir las carreteras principales que la lava cortó, para reconectar las ciudades y así relanzar las empresas, comercios e industrias, sobre todo platanera, que se quedaron aisladas.

Muchos vecinos han podido volver a sus casas, las que la lava no tocó. Otros pueden volver a limpiar y a arreglar, y solo en la zona costera de la Bombilla y Puerto Naos está prohibido el acceso a las viviendas por emisión de gases tóxicos, en la zona de la fajana. Queda mucho trabajo por hacer, pero se empieza poco a poco a reconstruir el valle de Aridane.

Por otra parte, todavía hay cómo unos 500 personas alojadas en hoteles ante la imposibilidad de encontrarles solución habitacional en la isla, y a la espera de que el gobierno construya nuevas viviendas, o compre y ponga en alquiler vivienda ya construida. Ese es uno de los principales dramas de la isla ahora mismo, encontrar vivienda a un precio razonable, ya que la especulación ha disparado los precios como nunca. Muchos han abandonado la isla en busca de trabajo o vivienda en otras islas o en la península ante la falta de oportunidades aquí.

 

P: ¿Cómo se encuentra la población, en general? ¿Cuál es el ánimo en la isla?

R: Hay de todo. En general, creo que como pueblo estamos empezando a asumir el golpe y a trabajar para superar el “luto”. Cuando alguien me pregunta le hago esa comparativa, es como haber perdido un ser querido, aunque gracias a Dios no tuvimos que lamentar perdidas humanas. Muchos han perdido no solo casa, sino negocio, fincas, medio de vida, trabajo, y algo que el palmero valora más, que son sus recuerdos familiares, en el caso de los que vivían en zonas cercanas a la erupción y no tuvieron ni una hora para recoger enseres. Muchas familias estuvieron los primeros meses en un estado de shock, no podían procesar lo que estaba pasando, y menos con el volcán activo y delante de sus ojos día a día. Ahora, meses después de que se apagó, es cuando empiezan muchos a asumirlo y a empezar a mirar al futuro, pero hay mucho dolor y heridas abiertas aún. Ha sido una experiencia muy traumática. 

“El ánimo de la gente es de querer empezar de nuevo, pero todavía hay tristeza y pesar, y un poco de hartazgo por la lentitud en la reconstrucción”.

Muchos de los usuarios de la obra social de la iglesia me comentan que han tenido que pedir ayuda psicológica. Una señora me comentaba la semana pasada que todavía por las noches tiene pesadillas con el volcán, y otra chica me comentaba que sufre ansiedad postraumática. Hay mucho trabajo que hacer, tanto psicológico como de cura de almas. El ánimo de la gente es de querer empezar de nuevo, pero todavía hay tristeza y pesar, y un poco de hartazgo por la lentitud en la reconstrucción de carreteras y viviendas.

 

P: ¿Cuáles serían, pues, los principales retos y desafíos en La Palma ahora y a corto plazo?

R: Creo que a corto plazo el reto es terminar la red de carreteras, ya que esta isla, por su orografía, depende mucho de la accesibilidad. Necesitamos buenas carreteras para llegar en poco tiempo a zonas que por la erupción quedaron aisladas, y ahora se tardan dos horas o más en llegar. Esto ha provocado que comercios, restaurantes, hoteles y plantaciones de plataneras hayan tenido que cerrar o disminuir su producción. Hay mucha gente en ERTE, y con la apertura de carreteras se reanudará, con el tiempo, una actividad económica que ayudará a la gente a volver a empezar, tener trabajo y esperanza en el futuro. Lo siguiente sería retirar las cenizas de la zona de Las Manchas y ayudar a las familias que lo deseen a reconstruir sus casas. La gente de aquí está muy apegada a su tierra y a su casa, y muchos no se plantean empezar de nuevo en otro sitio. Prefieren salvar sus casas, porque son casas de muchos años en la familia, con mucho valor sentimental, más allá del material.

 

P: Durante la erupción, la Administración anunció ayudas y una intervención especial para garantizar la recuperación. ¿En qué se han traducido aquellas promesas?

R: Desde el primer momento el gobierno de Canarias abrió una oficina de registro único para afectados por el volcán. Se han apuntado alrededor de 7.000 personas, y se cerró el pasado 24 de junio. Este es el requisito para que reciban ayudas, tanto de administraciones municipales, gobierno local, estatal y Unión Europea. Se han hecho muchas donaciones de particulares a administraciones. El reparto ha sido criticado por la lentitud a la hora de entregarlo, pero creo que hace meses que ya se entregó todo lo donado por particulares.

En cuanto a la vivienda, los ayuntamiento compraron algunas viviendas, las entregaron a las familias con más prioridad o necesidad, y se ha empezado a construir una serie de viviendas prefabricadas de madera, así como se ha anunciado la construcción de vivienda de protección oficial por parte del gobierno de Canarias. Lo malo es que todo eso va muy lento, es de lo que más se lamenta la gente, y mientras tanto, unos 500 damnificados siguen en hoteles desde septiembre del año pasado. Es un drama, sobre todo para familias que tienen a los niños en colegios al otro lado de la isla, tardando horas en llevarles, o padres que trabajan lejos de los hoteles. 

“La unidad familiar es la que más ha sufrido en toda esta situación, ¡y lo que no queda!”.

A esto súmale una cantidad incontable de familias que viven en pisos de familiares, amigos, etc., con la consecuente problemática de la convivencia de varias familias en espacios reducidos. La unidad familiar es la que más ha sufrido toda esta situación, ¡y lo que nos queda! Se dan una serie de casuísticas muy amplias. Gente incluso que me dice que viven en cuevas o autocaravanas porque no pueden encontrar alquileres a precio razonable, o tienen animales domésticos o de granja que cuidar y no pueden ni quieren dejar atrás.

 

P: ¿Cómo está viviendo la iglesia en la isla este tiempo de recuperación?

R: La iglesia, gracias a Dios, no ha tenido que lamentar grandes pérdidas por parte de ninguno de sus miembros. Nos hemos sentido desde el primer momento muy protegidos y acompañados por el Señor, y con una esperanza que solo puede dar Él, en medio de esta situación tan singular y dantesca. Solo algunos, yo mismo fui uno de ellos, tuvimos que ser evacuados de zonas que estaban en peligro o podían ser alcanzadas por la lava. Pero esta experiencia nos ha servido para valorar más que nunca el don de la vida que nos da Dios, y sobre todo el regalo de su salvación.

Como iglesia nos está dando una oportunidad única de testimonio y de ayudar. Muchas iglesias de toda España y de partes del mundo han donado dinero para ayudar a los afectados, y hemos estado repartiendo esas ayudas desde octubre del año pasado. Ha sido un trabajo tremendo, ya que nuestra iglesia no es una iglesia muy grande, sino mas bien modesta, y no estábamos acostumbrados a manejar un flujo de ayudas tan grande, y menos a trabajar con tantas familias como lo hacemos ahora. Para que te hagas una idea, antes ayudábamos a unas 20 familias con ropa, alimentos y algunos enseres en nuestra obra social, mientras que ahora la cifra de familias que tenemos apuntadas en nuestro registro es de unas 240, es decir, unas 700 personas. Eso, sumado a que no somos trabajadores sociales profesionales, ha hecho que aprendamos sobre la marcha y poco a poco a perfeccionar el sistema de ayudas. Hemos podido hablar con servicios sociales para que nos deriven familias con necesidades concretas, pero a veces esa comunicación entre administraciones no es tan fluida. Al final, lo que hemos visto que ha funcionado es el boca a boca.

Medio año después de la erupción en La Palma: “Muchos empiezan a asumirlo, pero hay mucho dolor”

Muchas personas se debaten entre comenzar una nueva vida en otro lugar o recuperar algunas de sus pertenencias aquí. / A. Ursula, Wikimedia Commons.

Hemos creado un sistema de ayudas en forma de vales y cupones. Como iglesia, decimos que íbamos a usar todo ese dinero donado en revertirlo en la sociedad palmera, invirtiendo en comercio local, muchos de ellos también afectados directa o indirectamente por la tragedia, y así ayudar a reactivar la economía de La Palma. Hemos abierto lineas de crédito con supermercados, comercios, tiendas de muebles y electrodomésticos de la isla, allí donde veíamos que había más necesidad. Al principio de la crisis, muchos de la iglesia participamos como voluntarios en el pabellón donde se  centralizaba la ayuda gubernamental, y pudimos conocer a muchos de los afectados, y sus necesidades. Ahí se inició una relación de confianza. 

Al principio venían pocas personas, y las ayudas eran alimenticias, de enseres del hogar, ropa, sobre todo para los que se tuvieron que ir de casa con lo puesto. Pero a partir de que pudieron volver a sus casas y reincorporarse a sus trabajos, las necesidades han cambiado y hemos ido adaptando las ayudas a las nuevas situaciones. Ahora seguimos apoyando a familias con tarjeta de supermercado, alimentación,  ropa,  hogar  y  demás,  pero  también  ayudamos  en  presupuestos  de  reformas  de  sus  casas,  tiendas  de  materiales  de  construcción,  ferreterías, comercios  de  electrodomésticos  y  muebles  para  los  afortunados  que  han  recibido  casas  y  necesitan  amueblarlas,etc.

Como muchos tuvieron que buscar nuevo piso de alquiler, también hemos empezado a dar ayudas al alquiler, de forma puntual por unos meses, así como bonos de carburante, sobre todos a aquellos que viven lejos o trabajan en zonas alejadas del piso donde encontraron alquiler. Con la subida de precios del carburante esta es la ayuda que más nos piden. Especialmente en los últimos meses vemos un aumento de familias que vienen a pedir ayuda, de todo tipo. Cada día que abrimos atendemos entre 15 y 25 familias, y es un no parar. Entendemos que ahora, con la crisis económica por la guerra de Ucrania, la situación se agravará y empezará a haber otro ciclo de necesidad diferente al del principio. Mientras tengamos como ayudar, ayudaremos en la medida de nuestras posibilidades.

“Estamos rompiendo tabúes y barreras que siempre se tuvieron con los evangélicos en la isla”.

”Los usuarios salen muy agradecidos con la ayuda que estamos dando. La iglesia se está ganando una imagen y un testimonio enormes y preciosos en la isla, y estamos rompiendo tabúes y barreras que siempre tuvieron con los evangélicos. Todos se llevan de regalo una Biblia donada por la Sociedad Bíblica Española, y muchos me dicen que la están leyendo. Se dan oportunidades únicas de compartir a Jesús en medio de todo este proceso, y nos tienen aprecio porque no solo les ayudamos materialmente, sino que les escuchamos, les dejamos que se desahoguen. Muchos necesitan hablar, expresar lo que sienten y contar lo que han pasado, y recibir un mensaje de esperanza que nadie más les puede dar, y eso lo agradecen muchos de los usuarios que pasan por  la iglesia. Algunos han empezado a venir a los cultos, y se están creando muchas relaciones, tanto personales como institucionales. Este episodio tan triste ha traído de positivo que están conociendo a la iglesia evangélica en La Palma, nos valoran como parte de la comunidad, y escuchan de Jesús, que es lo más importante.

Medio año después de la erupción en La Palma: “Muchos empiezan a asumirlo, pero hay mucho dolor”

Obreros trabajando en la reparación de instalaciones e infraestructuras en La Laguna. / A. Ursula, Wikimedia Commons.

P: ¿Cuáles son las necesidades y cómo se puede ayudar ahora?

R: Necesitamos sobre todo oración de parte de todas las iglesias, ya que es un trabajo enorme para una iglesia relativamente pequeña y sin experiencia ni recursos humanos para ello. Necesitamos mucha sabiduría para saber cómo invertir el dinero, en qué familias priorizar la ayuda y ser justos en el reparto. Cada día tenemos que tomar decisiones que harían temblar al propio Salomón. Queremos ayudar a todos, pero sabemos que los recursos son limitados y se agotarán, y no queremos que nadie se quede atrás. Pero con ayuda del Señor estamos siendo de mucha bendición.

Si la gente quiere seguir ayudando económicamente, pueden seguir haciéndolo tanto a la cuenta de la iglesia como a la del Consejo Evangélico de Canarias, pero sobre todo necesitamos oración y que los miembros de la iglesia sigan comprometidos, incluso cada día más con este trabajo que Dios ha puesto delante nuestro.

“Se dan oportunidades únicas de compartir a Jesús en medio de todo este proceso”.

En los meses pasados organizamos grupos de voluntariado para retirar cenizas de Las Manchas, apoyados por el Ayuntamiento de El Paso, que nos cedió instalaciones dónde quedarse a dormir y el avituallamiento de los voluntarios. Pero en verano el pabellón se usará para otra cosa y este proyecto quedará en suspenso hasta que podamos retomarlo, si podemos. Se que muchos quieren venir a ayudar. No paramos de recibir peticiones de grupos de iglesias que quieren venir a ayudar, y lo agradecemos mucho, pero el problema es que no tenemos instalaciones donde alojarlos. El problema habitacional en la isla es enorme, incluso el de vivienda vacacional, por la alta demanda y la poca oferta. Si algún grupo o iglesia quiere venir a ayudar, lamentablemente tendrá que ser más adelante, cuando tengamos de nuevo un sitio donde hospedarles.

 

P: Entonces, ¿ahora hay más oportunidades para predicar el evangelio?

R: Ahora es cuando, paradójicamente, más abierta está la gente a escuchar del evangelio y de Jesús. La gente en esta isla es en general muy católica, pero también muy supersticiosa. Tenían muchos prejuicios contra los evangélicos, y ahora nos ven como parte activa de la comunidad, como personas normales como ellos, que intentan ayudar de forma sincera y honesta, lo cual no han visto en otras instituciones. Muchos se quejaban al principio de cómo Dios pudo permitir que esto pasara, y les pasara a ellos, pero el mensaje que intentamos transmitir desde un principio es que dentro del desastre, no tuvieron que lamentar perdidas humanas, y aún conservaban su vida. Esa vida es un regalo de Dios, y él tiene un propósito para ella, aunque no lo entendamos por nuestras circunstancias. 

Esto les ha hecho pensar en una dimensión diferente de la vida, más allá de sus trabajos, pertenencias y a darle importancia a lo trascendental. Viendo la esperanza y la tranquilidad con la que damnificados de la iglesia afrontaban la crisis, también fue una oportunidad de enseñarles una visión diferente de la vida, y ha habido y hay oportunidades cada día de hablarles de ese Jesús que nos impulsa a levantarnos, empezar de nuevo y ayudar a los que nos rodean. Creo sinceramente que con ayuda del Señor este tiempo va a ser un tiempo de testimonio en la isla y de conversiones, de mucha gente que se plantee qué hace con su vida y cómo necesita a Cristo en ella.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - ESPAÑA - Medio año después de la erupción en La Palma: “Muchos empiezan a asumirlo, pero hay mucho dolor”

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