Sevilla dedicará varias calles a las mujeres de la Reforma española martirizadas por la Inquisición
Calles y plazas de la ciudad llevarán los nombres de María de Virues, Isabel de Baena, María de Bohórquez y Francisca de Chaves. También se dedica una calle a Juan Gil.
SEVILLA · 17 DE FEBRERO DE 2022 · 18:56
El Pleno del Ayuntamiento de Sevilla ha aprobado la nomanclatura de nuevas calles y plazas de la ciudad, con especial atención a figuras femeninas relevantes de la historia de la ciudad.
Entre las nominaciones en el Distrito Este-Alcosa-Torreblanca, se han elegido figuras que tienen relación con la Reforma española del siglo XVI. Mujeres que fueron perseguidas y condenadas por la Inquisición.
Las nuevas nomenclaturas están situadas en una zona donde ya hay varias calles dedicadas a personas importantes de la Reforma española, aunque todavía no había ninguna con el nombre de las mujeres que tuvieron una relevancia importante en la pequeña comunidad reformada de Sevilla.
En la nota dada a conocer por el Ayuntamiento se concreta que “se denominará calle Isabel de Baena al tramo de vía entre Juan Pérez de Pineda hasta Casiodoro de Reina (vía 1) y calle María de Virues desde Juan Pérez de Pineda hasta Casiodoro de Reina (vía 2). También se amplía la calle Cipriano Valera, que incorpora a sus actuales límites el tramo que continúa desde Juan Pérez de Pineda hasta Avenida Las Ciencias (Vía 3)”.
“Asimismo, se denomina Plaza Francisca de Chaves al espacio entre Juan Pérez de Pineda y Casiodoro de Reina (Vía 4), mientras que se nominan calle Juan Gil (Vía 5) y calle María de Bohorquez (Vía 6) a otros tramos de este espacio”.
Según el consistorio sevillano, estas nominaciones se deben a que “durante la represión del luteranismo en Sevilla en el siglo XVl (de la que fueron víctimas los monjes Cipriano de Valera y Casiodoro de Reina) las mujeres representaron un porcentaje importante de los condenados”.
Las nominaciones propuestas están relacionadas con las ya existentes (Cipriano Valera y Casiodoro de Reina), corresponden a mujeres, monjas y beatas, que desempeñaron un papel destacado en la difusión de las nuevas doctrinas, por ello fueron supliciadas y murieron víctimas de la Inquisición.
Nombres rescatados del olvido
Juan Gil, también conocido como doctor Egidio, ostentó en la época la prestigiosa canonjía magistral de Sevilla y su predicamento reformista y la defensa de otros sospechosos lo llevó ante la Inquisición, ha explicado de la delegada de Presidencia y Hacienda, Sonia Gaya.
Isabel de Baena fue una de las mujeres jóvenes de la alta sociedad sevillana que se sumaron a los conventículos reformados de la ciudad, teniendo un papel muy activo en los mismos, hasta el punto de que su casa parece haber sido uno de sus principales lugares de reunión. De hecho, como parte de la condena de Isabel, la Inquisición mandó derribar su casa, sembrarla con sal, y colocar en su lugar un letrero de mármol en el que todos pudieran leer el delito que se había cometido allí.
María de Bohórquez, con solo 26 años, fue quemada en persona en el auto de fe celebrado el 24 de septiembre de 1559. Debía tener una educación sobresaliente para una mujer de su época (parece ser que sabía latín y algo de griego) y gran tenacidad, puesto que hasta el mismo día de su muerte estuvo disputando con los frailes que fueron a convencerla de volver a la ortodoxia de la Iglesia.
Parece ser que fueron las prédicas del doctor Egidio y de Casiodoro de Reina las que habrían convencido a María de abrazar la nueva fe. En una de las relaciones del auto se la describe como mujer honesta y beata, acusada de “dogmatizadora pertinaz”. En otra relación del mismo evento luctuoso se resalta que se mantuvo pertinaz en sus creencias hasta llegar al tablado, por lo que fue quemada.
Francisca de Chaves, explica el historiador Emilio Monjo en un artículo publicado en Protestante Digital “era monja del convento de Santa Isabel, en Sevilla, y formaba parte activa de la vida de la iglesia reformada sevillana. Confesó ante el tribunal inquisitorial la verdad de su “iglesia chiquita de Sevilla”, frente a la iglesia grande de fariseos que seguían las órdenes del papa. (...) Lectura, oración, testimonio, evangelización, integridad… firmeza en la cámara de tortura; ¡Cuánto que aprender de estas mujeres fidelísimas!”.
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