Sin apoyo, los profesores preparan con esmero el regreso a las aulas

Con una planificación caótica por parte de la administración, los profesores asumen que la ‘vuelta al cole’ depende de su esfuerzo y creatividad. Tres docentes evangélicos expresan sus inquietudes y cómo la fe en Dios les permite buscar “el otro lado de la crisis, es decir, ver el propósito de Dios en cada situación”. 

Daniel Hofkamp

PONTEVEDRA · 04 DE SEPTIEMBRE DE 2020 · 11:51

El regreso a las aulas será con mascarilla, obligatoria para mayores de 6 años. /<a target="_blank" href="https://pixabay.com/es/users/alexandra_koch-621802/?utm_source=link-attribution&utm_medium=referral&utm_campaign=image&utm_content=5520411">Alexandra Koch</a>, Pixabay,
El regreso a las aulas será con mascarilla, obligatoria para mayores de 6 años. /Alexandra Koch, Pixabay

En pocos días, más de ocho millones de alumnos y unos 700.000 docentes -si la pandemia no lo evita- regresarán a clase para comenzar el curso en España. Estos primeros días de septiembre, en los colegios e institutos se preparan para retomar las clases presenciales después de muchos meses atípicos. Alumnos, padres y profesores todavía tienen muchas dudas sobre cómo afrontar los retos que presenta la situación sanitaria, laboral e incluso emocional en la que nos encontramos.

Son los docentes quienes están llevando la carga de planificación en estos días. Para conocer su perspectiva, conversamos con tres profesores evangélicos ante una “vuelta al cole” muy distinta a la habitual.

 

Preocupados, decepcionados y “ninguneados”

Los docentes lo expresan con claridad: se han sentido poco arropados por la administración. “Nos ofrecen muy poco apoyo a quienes tenemos que gestionar los centros, sobrecargándonos de responsabilidades que aumentan nuestra preocupación”, expresa Miriam Area, directora de un colegio de primaria en Galicia. En esta comunidad autónoma, la Consejería de Educación ha presentado un plan para el regreso a clase que ha generado polémica, al plantearse inicialmente con una visión del formato de clases poco ajustado a la realidad. Por eso, la frustración es palpable. “Muchos equipos directivos llevamos trabajando meses para una vuelta al colegio segura, a pesar de la desinformación que sufrimos. Una vez más los profesionales de la educación nos sentimos ninguneados, ya que se toman decisiones sobre nuestro trabajo sin consultar nuestra opinión y sin conocer la realidad de los centros educativos”, comenta la directora.

“Ninguna administración está respondiendo con profesionalidad a esta situación”

No difieren las sensaciones de los profesores en Andalucía. José María de Rus dirige un centro educativo infantil en una barriada conflictiva, con muchos menores en riesgo de exclusión social. Allí la ‘vuelta al cole’ se afronta con “preocupación”. “Ninguna administración está respondiendo con profesionalidad a esta situación excepcional. Así que nos sentimos decepcionados”, explica. Lo que necesitarían, para empezar, es “más inversión en docentes, en reducción de ratios por aula, en dotar a los centros de material tecnológico adecuado y suficiente para afrontar otro posible confinamiento”.

En Castilla y León la situación podría ser más holgada, dado que el menor ratio de alumnos por clase es una ventaja sobre otros lugares con problemas de masificación. Rubén Lugilde, profesor en Salamanca en un centro de secundaria desde hace más de 25 años, destaca que en los meses de verano los equipos directivos “han realizado una labor encomiable”. “Lo más complicado -comenta- tiene que ver con la programación de clases en las que, aparte de los requisitos habituales ya de por sí poco realistas, en este curso tenemos que considerar los contenidos no impartidos en el curso anterior, y además programar alternativas no presenciales por si no fuera posible impartir las clases con normalidad”.

La comisión de Educación, reunida en el Congreso, esta semana.

La comisión de Educación del Congreso, reunida esta semana, busca soluciones de emergencia. /Congreso

Medios escasos

En los tres casos, encontramos no solo la falta de ayuda y directrices en la planificación, sino también escasez de recursos. A pesar de las promesas realizadas durante estos últimos meses, la inversión, de momento, no se ha materializado. Rubén Lugilde incide en esa lejanía de las propuestas administrativas de la realidad de cada centro educativo. “Hubiera sido necesaria una planificación con más antelación y mucho más precisa partiendo de la realidad de cada centro. Y no es solo cuestión de dinero, sino sobre todo de buena gestión y aprovechamiento creativo de los recursos en situaciones excepcionales”, lamenta.

El presupuesto anual no se ha adaptado a los gastos que genera la prevención ante la covid-19

Para Miriam Area resulta frustrante comprobar que para este año cuentan “con el presupuesto anual que nos conceden todos los cursos”, cuando es evidente que tendrán que “hacer frente a un enorme gasto en material de protección, en detrimento de la inversión en otras cuestiones”. Este año, además, cuentan con un profesor menos que el año pasado.

En Andalucía, la situación también rechina a los profesionales. Las inversiones prometidas y el aumento de personal apenas ha llegado a los centros públicos, a causa de que las condiciones para acceder a un cupo extra de profesorado son difíciles de cumplir. “Por el contrario, sí los cumple la red concertada. De modo que se percibe cómo se está, una vez más, favoreciendo a la red que se suponía debía ser subsidiaria. Las desorbitadas cifras de las que se habla en materia de contratación de personal son sólo de carácter mediático. Nos parece a todas luces un cúmulo de despropósitos que no están sentando nada bien a los docentes de la pública”, advierte José María de Rus. 

Distancia de seguridad: otro reto complejo.

Mantener la distancia de seguridad, todo un reto. /Ethan Wilkinson, Unsplash

“¿Alguien le ha preguntado a los niños?”

Con todas las complicaciones, los profesores están preparándose lo mejor que pueden para hacer de sus clases un entorno seguro. “La presencialidad es imprescindible, pero con medidas extraordinarias”, defiende el director del Colegio Los Arrayanes. “No vemos de recibo volver a las aulas en las mismas condiciones educativas que el 15 de marzo, excepto unas mascarillas y unos botes de gel hidroalcohólico. Las voces de los profesionales de la sanidad son discordantes; pero todos, o casi, coinciden que el aforo en las aulas se debe reducir. La masificación de aulas en todas las etapas educativas nos va a pasar factura”.

En Salamanca todavía dudan de cómo será el regreso a clases ante el aumento esta semana de contagios y las medidas propuestas por las autoridades locales. “Pienso que la dinámica de asistencia y socialización es importante, pero no es el único factor para favorecer el aprendizaje de nuestros alumnos”, explica Rubén Lugilde. Su experiencia es que durante el confinamiento “ha habido alumnos que incluso han mejorado gracias a la no presencialidad. Parece paradójico, pero es lo que he vivido”. Eso sí, “hay que asegurar un acceso a la educación para todos sin discriminaciones, y tener cuidado de que las medidas que tomemos no agraven las brechas existentes por motivos socioeconómicos o de otro tipo”. 

“Los niños han sido los grandes olvidades durante esta pandemia”

Para Miriam Area, hay un grave problema de enfoque por parte de muchos actores decisivos en esta situación. “¿Alguien le ha preguntado a los niños? Todos los protocolos que recibimos se rigen por el adulto-centrismo, sin importar realmente el objetivo del sistema educativo: los niños. Ellos han sido los olvidados durante esta pandemia. Han estado semanas sin salir, sin socializar con iguales, muchos han sufrido y sufren procesos de depresión y ansiedad. Muchos no han podido acceder a las clases telemáticas, los que tienen mayores dificultades han sufrido regresión en su desarrollo… Si el sistema educativo no se pone en marcha ya sufriremos las consecuencias de una generación lastimada”.

En lo que todos los entrevistados coinciden es en que ir a la escuela hoy no consiste en sentarse en un pupitre durante cinco horas mirando hacia el profesor. Las dinámicas de aprendizaje han cambiado y deberían seguir evolucionando. “Podrían combinar la presencialidad con las actividades en línea, pero eso exigiría una redefinición del modelo educativo que parece imposible de consensuar en nuestro país”, lamenta Rubén Lugilde.

En el confinamiento, muchos niños han continuado su formación a través de medios online.

Para muchos niños ha sido muy difícil adaptarse a formatos de educación a distancia. /Thomas Park, Unsplash

Presión

“Estamos en el punto de mira, y nos sentimos desamparados”, admite Miriam Area. Cuando se asoman a los medios, a las redes sociales, a los grupos de Whatsapp o las declaraciones de los políticos encuentran que, incluso antes de comenzar las clases, se está poniendo una gran presión sobre su trabajo. Para José María de Rus “algunos políticos (más de una y más de dos) hablan de que vamos con ilusión a la escuela. Para nosotros la ilusión docente es saber que uno va a su escuela a dar de sí mismo a niños que necesitan aprender; pero me da a mí que los políticos entienden que vamos saltando de alegría a la escuela en esta situación, y va a ser que no. Vamos a la escuela porque nos ilusiona nuestra profesión, pero no por la situación ni por lo bien que lo están haciendo ellos”.

“Muchos creen que durante el confinamiento hemos estado de vacaciones y nada más lejos de la realidad”, explica Miriam Area. “Hemos trabajado duro por sacar adelante a nuestros alumnos y así lo vamos a hacer este curso tan atípico. Pero necesitamos más apoyo de la administración, más información, más recursos y que piensen más en los pequeños”.

Para Rubén Lugilde ha habido situaciones que le parecen “indignantes”, como el hecho de que se hayan organizado reuniones al más alto nivel solo dos semanas antes de comenzar las clases. Todo esto ha hecho mella en el ánimo de los profesores. “No va a ser fácil, pero las actitudes, responsabilidad y profesionalidad del colectivo van a ser claves para que este reinicio pueda afrontarse con la mayor tranquilidad y flexibilidad posibles”, señala.

 

Una fe que brilla al ser puesta a prueba

Nuestros entrevistados son todos creyentes evangélicos, y no es extraño encontrar profesores en casi cualquier iglesia evangélica del país. Esto no es casualidad, dado que la educación libre fue uno de los pilares de la implantación evangélica a finales del XIX en muchos lugares de España.

“No veo posible gestionar la presión y la incertidumbre si no es porque confío en que Dios tiene el control de todas las situaciones. Y todo tiene un propósito”, dice Miriam Area.

“Si tengo una protesta, tengo que ofrecer una propuesta. Somos protestantes y propuestantes”.

Para José María de Rus, la cosmovisión cristiana permite ver “el otro lado de la crisis, es decir, ver el propósito de Dios en cada situación. Hemos llegado hasta aquí, ¿qué hemos aprendido? ¿Cómo podemos mejorar? ¿Cómo podemos ayudar a otros?”. En su labor de director, entiende además que debe “ser ejemplo de templanza, sabiduría, tiento, inteligencia, virtud… a mis compañeros”. Y defiende la necesidad de un espíritu crítico: “Si hay que decir que las cosas se están haciendo mal, las diremos, pero no en plan derrotista. Hemos de ser protestantes, pero también “propuestantes”: si tengo una protesta, tengo que ofrecer una propuesta. Al mismo tiempo, un cristiano, siguiendo a su Maestro, debe ejercer lo que yo llamo un liderazgo doulógico (otros hablan de liderazgo de servicio): guiar por medio del servicio”. 

“Las convicciones y carácter que conforman a un cristiano son lo que más necesita la sociedad”, añade Rubén Lugilde. “El sentido de responsabilidad personal; el respeto a la autoridad junto con una crítica constructiva; la preocupación por el bien del otro -sea compañero o alumno-; la serenidad de saber que la vida está en manos de Dios y no de un contagio azaroso, todo ese tipo de “frutos del Espíritu” deben ser una luz en medio de esta situación tan borrosa. Pido al Señor que me ayude a ser así en mi lugar de trabajo”.

Además, ellos saben que en esta lucha no están solos. “La iglesia es un punto de ánimo importante, porque siento el respaldo de las oraciones -concluye Miriam Area-. Es reconfortante, anima mucho y me hace recordar que, aunque yo tengo que tomar muchas decisiones, quien tiene la última palabra es Él”.

 

¿Quieres saber más? Consulta las respuestas completas de nuestros entrevistados aquí (PDF).

 

La esperada reforma educativa
 Justo antes de que comenzara la pandemia, el debate sobre el modelo de educación en España estaba en un punto álgido. Aunque más que de modelos, se discutía sobre potestad -el ya famoso pin parental- y sobre competencias. Tal y como estaban las cosas, parecía que la conocida como Ley Celáa apuntaba a convertirse en otro plan que -sin valorar su pros y contras- no conseguiría aunar a todos los partidos políticos y actores sociales en torno a un gran pacto por la educación.

Nuestros entrevistados apuntan a que es necesario retomar el debate. “Es urgente”, dice Miriam Area. “Es necesario que los que tienen el poder para decidir se sienten y piensen en el sistema educativo, en qué sociedad queremos construir, sin que partidos, votos o pactos condicionen las decisiones. Es urgente que pongan la mirada en los niños y que piensen en lo mejor para ellos”.

“Se ha hablado demasiado de “pacto educativo”, “pacto por la educación”, pero ninguno ha tenido el coraje suficiente para hacerlo, ni los de ahora ni los de antes”, comenta José María de Rus. ¿La razón? “No se hace porque no conviene políticamente. La Educación debía ser aséptica políticamente, pero se adultera demasiado”.

En opinión de Rubén Lugilde, ese pacto educativo está todavía lejos. “No soy optimista. Igual necesitamos un “rescate educativo” desde la Unión Europea”. Pero considera que los cristianos “deberíamos ser capaces de encarnar un referente eficaz dentro de cualquier sistema educativo o marcos ideológicos”.

Para Lugilde, la reflexión puede ya comenzar entre los profesionales evangélicos. “Tenemos mucho que aportar si conseguimos integrar los principios pedagógicos que renovaron la educación en el mundo occidental, con una gran influencia protestante. Lo que me pregunto es: si como evangélicos nos propusieran ofrecer una alternativa para elaborar un nuevo sistema educativo, ¿realmente la tendríamos de manera que fuese relevante para toda la sociedad? ¿Sería una pedagogía creativa o tradicional? ¿Seríamos igual de dogmáticos que unos y otros o promoveríamos el pensamiento crítico? ¿En qué modelos nos inspiraríamos?” Preguntas que podrían ser el inicio de un borrador de trabajo.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - ESPAÑA - Sin apoyo, los profesores preparan con esmero el regreso a las aulas

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