‘Ofreciendo sólo calidad y precio, competimos contra regalos y comisiones’

“La estafa existe desde que existen los fondos para formación”, cree Jonathan Secanella, ‘coach’ que trabaja en el sector de los cursos.

VALENCIA · 15 DE MAYO DE 2014 · 22:00

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Jonathan Secanella, durante una sesión como 'coach'. / Emos

El caso de falsos cursos de formación en Madrid y Andalucía ha protagonizado muchos titulares en los últimos meses. 36 millones de Euros estafados a las administraciones públicas, 10.000 alumnos inventados que nunca cursaron los supuestos cursos y centenares de personas que están siendo llamadas a declarar ante la Policía. Jonathan Secanella es ‘coach’ para una empresa del sector y explica sus impresiones a Protestante Digital. Conforme avanzan las investigaciones, el caso de los cursos falsos revela más y más detalles, como el hecho de que los registros de asistencia a centenares de cursos se rellenaron con nombres de taxistas, vendedores ambulantes, feriantes o militantes de un partido político, la mayoría de los cualesni siquiera habían oído hablar de esos cursos. El único encarcelado hasta el momento, José Luis Aneri, habría montado presuntamente una red de empresas estafadoras alrededor de “Sinergia Empresarial”. Tras 1 mes de prisión, salía en libertad hace uno días. Jonathan Secanella es una de las muchas personas atento a ver cómo termina el caso. Es fundador de Emos, una empresa que ofrece formación y 'coaching' tanto a empresas como a personas individuales. Protestante Digital ha querido saber sus puntos de vista sobre, en primera persona, sobre el entorno profesional en el que lleva trabajando desde 2009. Para cambiar el panorama, Secanella propone volver a la honestidad, la excelencia y el simple cumplimiento de la Ley. Pregunta. En Andalucía se habla de más de 20 millones de Euros estafados por cursos falsos. En Madrid, 16 millones. Desde tu experiencia, ¿cómo explicas que desde administraciones públicas se dediquen importantes subvenciones para cursos de formación pero después no haya mecanismos para comprobar si esos cursos se han realizado? Respuesta. Creo que el porqué está ligado al cortoplacismo del sistema político. Vende mucho decir “hemos invertido tantos millones en formación”. P. ¿Es fácil detectar una empresa o conglomerado de empresas que han sido creados para estafar? R. Sí, es muy sencillo. Como cualquier estafa dentro de cualquier otro sector los que estamos dentro sabemos los “chanchullos” que se cuecen. Otra cosa es el demostrar la ilegalidad (aunque en los casos de la formación, en mi opinión, también es sencillo), que los que debieran perseguir la ilegalidad sean los menos interesados en destaparla o que la falta de personal sólo dé para mantener las gestiones administrativas básicas y no para dedicarse a inspeccionar a fondo. P. ¿Crees que el mundo de los cursos de formación está bien regulado? ¿Ves posibilidades de fraude en el cúmulo de movimientos de dinero que se da? ¿Qué cambios propondrías para limpiar los casos de corrupción? R. Desde luego, el mundo de la formación está muy poco regulado. Las inspecciones son pocas y se suele pedir documentación fácilmente falseable. Mi propuesta puede ser un poco cándida, pero es la de sentido común en la que todo el mundo pensamos. Más inspecciones y que los inspectores se pudieran hacer pasar por falsas empresas demandantes de formación o falsos alumnos, con lo que sería fácil destapar muchos de los fraudes. Ahora bien, es posible que jurídicamente esto no se pueda realizar; lo desconozco. P. Asegura un articulista de El País que lo descubierto hoy es práctica habitual en algunos lugares desde hace más de 15 años. ¿Se hablaba entre profesionales del sector de este tipo de fraudes antes de que explotase el escándalo en la prensa? R. La estafa existe desde que existen los fondos para formación y, al menos en algunas zonas, es de dominio público no sólo entre los centros de formación sino entre los mismos alumnos. Por ejemplo, empleados que son “obligados” por su empresa a firmar como que han hecho un curso de formación sin ser cierto para que la empresa y el centro de formación se puedan repartir el dinero íntegro de la formación. P. Con tu empresa, Emos, ¿trabajas para organizaciones que reciben ayudas públicas para cursos de formación? En caso de que sí, ¿cómo es el proceso de selección de la empresa contratada? R. En este punto creo que es importante explicar los dos tipos de formaciones apoyadas con fondos públicos (total o parcialmente) que existen. La diferencia es grande y el modo de desviar los fondos también. Una es la “formación de oferta”. Esta es la formación que ofrecen en abierto una serie de centros de formación (también sindicatos, patronales, etc.) los cuales reciben cantidades sustanciales de dinero público para que puedan ofrecer esos cursos gratuitamente. Este tipo de formación es el que se está destapando en Andalucía, Madrid, etc. con gran repercusión en los medios. Son estafas más escandalosas porque mueven grandes cantidades de dinero con pocos cursos (pueden oscilar entre 10.000 y 50.000 por curso). El otro tipo de formación es el conocido como “formación de demanda”. Esta formación es la demandada directamente por las empresas a algún centro de formación para impartir a sus empleados. Esta formación no se mueve con subvenciones sino con bonificaciones. Cada empresa dispone de un crédito formativo, una cantidad de dinero para invertir en la formación de sus trabajadores, los cuales los centros de formación estamos autorizados a gestionar. En este tipo de formación el fraude también está a la orden del día, utilizando diversos métodos. La diferencia es que, como las empresas suelen tener fondos para invertir en formación relativamente pequeños (pueden ser 1000€ al año o menos) los fraudes no son tan llamativos. En vez de haber unos pocos fraudes de cientos de miles de euros hablamos miles y miles de fraudes de unos pocos cientos de euros. Este segundo tipo de formación es el que yo imparto, por tanto la selección sobre la que me preguntas es directa, las empresas eligen el centro que quieren para realizar la formación completamente a su criterio. P. ¿Hay competencia libre entre las empresas que ofertáis cursos formación? ¿Gana el cliente quien ofrece un servicio más competitivo? R. Sí y no, me explico. Si tomamos como ejemplo la formación de demanda todos competimos en igualdad de condiciones: con calidad y precio. Ahora bien, en la práctica no es así. Aprovechando el poco interés real que en estos momentos hay en cuanto a la formación lo que muchos centros de formación hacen es unas de estas dos opciones: a) rebajan la calidad de la formación para abaratar costes internos e invierten ese ahorro en hacerles regalos a las empresas para conseguirlos como clientes (un Ipad, un portátil, una comisión económica, etc.), y esto en el mejor de los casos. En el peor tendríamos la opción b) no imparten formación sino otros servicios que desean las empresas (LOPD, diseño web, PRL, etc.) y firman los documentos pertinentes como si les hubieran impartido formación (últimamente ha habido un boom de centros de programación de páginas web que curiosamente se han dado de alta como centro de formación). Obviamente, aquellos que sólo competimos con los parámetros de calidad y precio (y no con regalos, comisiones o servicios extras) en la práctica nos encontramos en desigualdad de condiciones. P. Cuando tú das un curso, ¿cómo justificas que realmente ese curso lo has dado han asistido alumnos? R. Con una serie de documentos que los alumnos y empresas firman como la asistencia al curso, la recepción del material, la recepción del diploma o la realización del test de evaluación de los conocimientos recibidos así como la encuesta de valoración de la calidad del curso. P. ¿Qué “buenas prácticas” recomendarías para mejorar la transparencia en tu sector? R. Respetar la ley: ofrecer formación e impartirla, así como no ofrecer ningún tipo de contraprestación a las empresas o alumnos que no sea la propia formación. P. Tras los escándalos en la prensa, ¿te sientes especialmente observado o notas cierta desconfianza? ¿Cómo han afectado las noticias a los profesionales de la formación? R. La verdad es que no, no me siento observado ni con desconfianza hacia mí… y no sé si esto es bueno o malo socialmente hablando, lo digo con sinceridad. Aún así, afectados sí que estamos siendo en el sentido de que la administración está tomando medidas para prevenir el fraude que no son las más adecuadas, como se diría coloquialmente están “matando moscas a cañonazos”. Como ejemplo, a finales del año pasado sacaron una ley completamente injusta en la que se iba a suprimir el crédito mínimo formativo para las empresas de 1 a 5 trabajadores bajo el argumento de que son las empresas que más defraudan. Creo que no hace falta que contra-argumente sobre esto, ¿verdad? Al final, el senado no la aprobó por considerarla discriminatoria. P. Como cristiano, ¿qué valores crees que son claves para evitar la corrupción en el ambiente profesional en el que te mueves? R. Personalmente creo que una combinación de honestidad y excelencia. La honestidad entronca directamente con la justicia personal al ejercer la profesión, me viene a la mente el llamado del Señor a pesar con pesas justas. La excelencia nos habla de la aspiración constante a la calidad, y es clave por dos aspectos. Por una parte porque creo que la formación es un pilar fundamental tanto para la recuperación económica como para el proceso de transformación social que necesitamos vivir y por tanto cada profesional de la formación que no trabaja con excelencia está poniendo piedras en este camino. Pero por otra, y más ligado a la corrupción, porque el profesional que busca la excelencia en la formación obviamente invertirá los recursos en mejorar la calidad como “gancho” comercial y no en regalos para seducir a los potenciales clientes.

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