César Vidal: «La verdadera iglesia no tiene Papa, la única cabeza es Cristo»

El escritor e historiador César Vidal continúa con su serie sobre los mitos sobre el protestantismo que acompañan a los países de cultura católica. Las últimas series desmontan dos tópicos establecidos, como son el argumento de la «Iglesia Única» frente a las «iglesias», y la autoridad apostólica del Papa de Roma. Ambos argumentos son rebatidos con contundencia y acudiendo a las fuentes bíblicas e históricas.

MADRID · 08 DE FEBRERO DE 2010 · 23:00

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En una amplia entrevista de C. Vidal concedida a emision.net, aborda estos conceptos y explica su debilidad argumental. La serie continúa en la columna semanal que este escritor y locutor de esRadio mantiene en Protestante Digital, en la sección ´La Voz´. La primera cuestión que trata tiene que ver con la insistencia desde el catolicismo de despreciar el concepto de «iglesias» ajenas a «la Única Iglesia», término este último referido a la Iglesia Católica Romana. Vidal explica que este concepto «es diametralmente contrario al que aparece en el Nuevo Testamento», donde el mismo término utilizado hace referencia a «congregaciones locales de los que creen en Jesús». Los ejemplos son abundantes en el relato bíblico, desde las dedicatorias de Pablo hasta la mención de las siete iglesias del Apocalipsis. «El concepto inicial de iglesia es el de congregaciones locales, asambleas que se reúnen para invocar el nombre de Cristo. Este es el primer sentido que le da Jesús», afirma convencido Vidal. Pero además el Nuevo Testamento introduce otro sentido «espiritual» que «engloba a todas estas comunidades locales como un cuerpo en el que la cabeza es el propio Cristo». Una iglesia universal formada «por personas creyentes que sólo Dios conoce». Pero lo que no es la iglesia es «una organización única y excluyente, basada en una supuesta sucesión apostólica», algo que no aparece en la Biblia y que además es un concepto que se ha ido formando a lo largo de la historia hasta llegar al catolicismo actual. «El evangélico -explica Vidal- siente que pertenece a la única iglesia que existe, formada por todos los creyentes» y además «me congrego en una iglesia local, con la que tengo comunión con las otras congregaciones locales, por encima de denominaciones, organizaciones, porque somos los que hemos nacido de nuevo, y me siento libre de una estructura», al contrario de lo que sucede con el católico, que «habla de su iglesia como la organización a la que él pertenece». Vidal considera que «el concepto de iglesia sostenido por los evangélicos reproduce de manera exacta el contenido en el Nuevo Testamento». Un concepto que lamentablemente lleva a confusión por los significados que se han derivado de la palabra «iglesia» y que se alejan de su sentir original. Y la iglesia se define en las páginas bíblicas: «la enseñanza de Jesús y los apóstoles no se parece a ese concepto jerárquico y organizativo, sino a un concepto de reunión, de comunión de creyentes, que es muy plural, que todas juntas forman la iglesia cuya única cabeza es Cristo», afirma Vidal. EL PAPADO Para la iglesia católica, el Papa es la cabeza visible de la iglesia, el vicario de Cristo, Sumo Pontífice y heredero de Pedro hasta nuestros días. Pero Vidal reconoce que en la Biblia no se impone este modelo. «Nunca se habla de una cabeza física de la iglesia (...) porque la cabeza es Cristo, se lo dice a los efesios en 4.15, hablando de Cristo, en 5.23, y en Colosenses 3.18». Además, el término de Sumo Pontífice no se puede corresponder con una labor humana. «En el Nuevo Testamento se habla más bien del Sumo Sacerdote, pero cuando se menciona jamás designa a un seguidor de Cristo», explica Vidal. La carta a los Hebreos es la que más enseña sobre este papel de sumo sacerdocio «que no se puede encajar en la teología católica de ninguna forma», según Vidal. En Hebreos «se establece que Jesús es el último y único Sumo Pontífice, porque vive eternamente. Esto hace que la visión del Papa colisione con Cristo, porque crea una bicefalia eclesial que no hay forma de sostener». En cuanto a otros títulos, como ´Vicario de Cristo´ o ´Papa´, el historiador Vidal recurre a la historia para explicar cómo su uso es tardío y no es exclusivo del obispo de Roma. «El primero en nombrarse vicario de Cristo fue Gelasio I en un sínodo romano del 495»; y «el título de Sumo Pontífice se aplica a sacerdotes de cierta importancia y no se aplica en exclusivo al obispo de Roma hasta el siglo XI». En cuanto al título de Papa, Vidal cuenta que «fue muy utilizado hasta el siglo XI, cuando Greogrio VII». Por tanto, «choca con la Biblia y con el propio funcionamiento del cristianismo histórico hasta un milenio tras la muerte de Jesús». EN CONSTANTE REFORMA César Vidal también explicó la imposibilidad de que la cabeza de Cristo sea humana porque iría en contra de sus promesas. «La promesa de Jesús es que ´yo estoy con vosotros´. O está con nosotros o ha dejado alguien que le sustituya (...) La realidad manifiesta es que está aquí hasta el fin y debemos crecer en esa cabeza», afirma Vidal. Pero los riesgos de intentar sustituir a Cristo no son exclusivos del catolicismo. Vidal advierte que en países con tradición católica «existe una tendencia inconsciente a reproducir esquemas de carácter jerárquico y de carácter capital en el sentido de que haya una cabeza, que tienen un cierto paralelo con el catolicismo». Vidal aconseja no dejar las Escrituras y siempre apuntar hacia ella para seguir el modelo de iglesia. «Todas las iglesias son iguales y se encuentran en comunión las unas con las otras, no existe una superestructura que ordena lo que las iglesias tienen que hacer, porque lo cierto es que la cabeza es única y es Cristo», afirma contundente. Además, animó a seguir uno de los lemas clásicos de la Reforma, afirmando que «la iglesia que se ha reformado siempre tiene que seguir reformándose». Ya que «existe una tendencia humana a crear una serie de patrones de poder, de influencia, de intentar destacar, que cada generación tiene que purificar para no caer en ello». La advertencia va más allá de las denominaciones, ya que «se puede dar en cualquier organización de carácter espiritual y de carácter no espiritual». Por eso, recuerda Vidal, lo esencial es «que las iglesias estén pegadas a la enseñanza del Nuevo Testamento».

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