Una maestra de religión católica cesada por «vivir en pecado» gana el pleito a la iglesia católica
En el año 2000, la profesora de religión católica María del Carmen Galayo fue despedida por el vicario de la diócesis de Canarias «por vivir en pecado» con un hombre distinto a su marido. La profesora denunció al Obispado por vulneración de la intimidad. Finalmente, el Obispado tendrá que pagar una indemnización de 10.385 euros, más los intereses de demora, a la maestra. El Tribunal Supremo confirmó la sentencia que en julio de 2007 había dictado el Tribunal Superior de Justicia de Canarias.
STA CRUZ DEL TENERIFE · 19 DE ENERO DE 2009 · 23:00
Para María del Carmen Galayo, la resolución judicial ha sido una grata noticia. «Estoy tan contenta que no doy crédito. Después de haber pasado el desierto de Jesucristo se ha hecho justicia», comentó la profesora. Aseguró hablar en defensa de los 17.000 docentes de todo el país «cuyas vidas, cuerpos y almas las decide la Iglesia» y anunció que ya ha dado instrucciones a sus abogados para negociar su incorporación inmediata a la actividad docente y ser indemnizada por los últimos nueve años, en los que no ha podido impartir clases.
La profesora María del Carmen Galayo se había separado de su marido en 1997, al descubrir que éste pertenecía a una secta autodestructiva. El Obispado, que había empezado a investigar la vida privada de la docente, descubrió que la mujer mantenía una relación sentimental con un compañero. «Cuando logré escapar y rehacer mi vida con otra persona, llegó la Iglesia y me condenó», aseveró la profesora. Todo empezó con una llamada del vicario Hipólito Cabrera. «¿Quién es ese hombre que vive contigo? ¡Tú no eres una maestra adecuada para dar clases de Religión», le espetó.
«Me encerró bajo llave en su despacho y acto seguido me dijo que iba a dejar de ser profesora de Religión, porque vivía en pecado», recuerda la mujer. Y prosigue: «Pero ¿por qué?, le pregunté llorando, pidiéndole algún tipo de explicación. ¡Lárgate de aquí! ¡Búscate la vida!, me contestó». Tras este episodio, la maestra visitó al obispo para pedirle explicaciones. Según su relato, la autoridad eclesiástica nunca la recibió y siempre la remitió a las notificaciones que le llegarían por escrito.
En su sentencia más reciente (2007), el Tribunal Constitucional estableció que puede pedirse que «los profesores que se destinan a la enseñanza de la religión en las escuelas, incluso en las no católicas, destaquen por su recta doctrina y por el testimonio de su vida cristiana». Sin embargo, el propio Constitucional anuló en 1985 el despido de una mujer de un colegio de titularidad religiosa porque no era católica.
El obispado no puede recurrir salvo con un recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional, aunque ello no paralizaría la ejecución de la sentencia. Con la decisión del Supremo, Galayo, especializada en Teología, cierra siete años de peregrinaje por los juzgados.
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