Una lección del Tenorio

Zorrilla se anticipó a esta sociedad del siglo XXI que estamos viviendo, una sociedad egoísta, egocéntrica, avara, individualista.

31 DE MARZO DE 2021 · 18:00

Togin Wales, Pixabay,cementerio
Togin Wales, Pixabay

En el Don Juan de Zorrilla, el ofendido Don Gonzalo arrastra desde el más allá la mano del Tenorio para llevarlo con él al infierno. Don Juan, de rodillas, arrepentido, implora por su salvación.

En este punto Don Gonzalo pronuncia los dos versos más pétreos y feroces que se hayan escrito. Dice:

¿Y qué tengo yo que ver

con tu salvación, don Juan?

¡Desolador! Zorrilla se anticipó a esta sociedad del siglo XXI que estamos viviendo, una sociedad egoísta, egocéntrica, avara, individualista; una sociedad sin alma, sin entrañas, sin corazón, sin amor, una sociedad en la que cada cual va a lo suyo; quien más tiene más vale y más fuerte pisa.

Una sociedad que ha inventado esa terrible frase: «No es mi problema». Nunca una frase tan corta ha estado tan cargada de egoísmo. Hoy no interesa el ser humano ni su problema. ¡Que cargue con su drama y lo viva o desviva como le parezca!

¿Qué tengo yo que ver, hombre, con tu salvación? ¿Qué tengo yo que ver, hombre, con tu hambre, con tu sed, con tus sufrimientos, con tus dudas, con tus afanes, con tu falta de libertad, con tu grito de dolor?

Dios cuenta de manera diferente a como contamos nosotros. Sólo Dios puede sondear esos corazones hasta encontrar en un Don Juan libertino un corazón bondadoso y arrepentido.

El más superficial movimiento de acercamiento a Él es interpretado por Dios como si emanara de las aguas profundas del alma. ¿No nos hacen felices estas verdades? Si el hombre nada quiere tener que ver con nuestra salvación, Dios recoge nuestras pequeñísimas partículas de virtud para inclinar la balanza a nuestro favor.

¿Incomprensible? ¡Claro que es incomprensible! Por eso aclara Zorrilla que tal misterio de amor sólo se puede entender en el reino del amor. Visto aquí, así, nos parece locura. Pero el amor, ¿no es la mayor locura que comete un ser humano? Amar, ¿no es perder el juicio, no es volverse loco?

¡Hasta el amor de Dios es una locura! Porque ni el más santo de entre los hombres lo merece.

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