Herodías y Salomé

La principal instigadora de la muerte de Juan el baustista, la mujer sin corazón, fue Herodías. La joven Salomé se lleva la medalla al vicio, a la crueldad y la obediencia a una mala madre.

14 DE OCTUBRE DE 2020 · 11:00

El banquete de Herodes, un cuadro de Mattia Preti, del siglo XVII. / Wikimedia Commons,
El banquete de Herodes, un cuadro de Mattia Preti, del siglo XVII. / Wikimedia Commons

El filósofo alemán Artur Schopenhauer, de tendencias pesimistas, juzgó así a algunas mujeres en su libro El fundamento de la moral: El león tiene sus colmillos y sus garras; el jabalí sus cuernos; el calamar la tinta que le permite enturbiar el agua a su alrededor, pero la naturaleza ha dado a algunas mujeres el don de la maldad”.

Mujeres de esta calaña destacan dos en las páginas de la Biblia. Mediante astucia malvada ejercieron una influencia nefasta sobre sus maridos y lograron imponer su voluntad. Una fue Jezabel, esposa del rey Acab, quien se propuso matar al profeta Elías. Su nombre ha llegado a ser proverbial para designar la supuesta astucia y maldad femenina. Otra es la mujer sobre la que estoy escribiendo: Herodías.

Herodías era esposa de Herodes el Grande. Hermosa como pocas, ejercía gran influencia sobre todos los hombres.

Estuvo casada con Herodes Filipo, más tarde vivió en relación ilícita con Herodes Antipas. Según leemos en las páginas inspiradas Juan el Bautista no se limitaba a predicar el arrepentimiento a multitudes sencillas que acudían al río Jordán, donde ejercía su ministerio. También se interesaba por lo que ocurría en la monarquía que dominaba políticamente la nación. Juan tuvo que haber sido un hombre muy valiente para enfrentarse al rey y condenar su conducta. Si tuviéramos que denunciar en nuestros días a los reyes del mundo que cometen adulterio tendríamos que llenar muchas páginas. Refiriéndose a Herodías, Juan decía a Herodes: “No te es lícito tenerla” (Mateo 14:4). El historiador griego de origen judío Flavio Josefo, en su libro escrito en el primer siglo Historia de la guerra de los judíos contra los romanos y la ruina de Jerusalén, cuenta que Herodes odiaba a Juan el Bautista no sólo por la denuncia de éste sobre su adulterio, sino por el miedo que sentía de que Juan, cuya popularidad era grande, levantase una sedición. Mateo 14:3 dice que Herodes encarceló al Bautista “por causa de Herodías”.

El pobre Juan era odiado por ambas partes. Por Herodes y Herodías. El escritor dramático irlandés George Bernard Shaw dejó escrito que “el odio es la venganza que busca el cobarde por ser intimidado”. En el centro de esta epidemia estaba Juan el Bautista. Herodes quería vengarse de su popularidad; Herodías perseguía la venganza por las denuncias que el Bautista hacía de su situación matrimonial.

Ya fuera por miedo a una revolución social o porque Herodías se lo pedía continuamente, Mateo dice que “Herodes quería matarle, pero temía al pueblo; porque tenían a Juan por profeta”.

Es aquí donde interviene Salomé.

En el idioma de la calle, no de la cátedra, solemos decir de tal palo tal astilla. Mala madre mala hija. La hija está hecha de la propia carne y sangre de la madre. A veces hereda todas sus maldiciones. Por fortuna no todas y no siempre.

Fue esto lo que ocurrió a Salomé, Hija de Herodías y de Herodes Filipo.

La historia ocurre un día en el que Herodes cumplía años. En el festín estaban los más altos representantes de la Corte y otros invitados importantes, civiles y militares. Juan el Bautista estaba preso en el palacio fortaleza que los Herodes tenían en Macoronte, a Salomé se le calculaba entonces 15 años. Dejo que hable la Biblia: “Cuando se celebraba el cumpleaños, la hija de Herodías danzó en medio y agradó a Herodes. Por lo cual este le prometió con juramento darle todo lo que le pidiese”. Ella, instruida primero por su madre, dijo: “Dame aquí en un plato la cabeza de Juan el Bautista. Entonces el rey se entristeció, pero a causa del juramento, y de los que estaban con él a la mesa, mandó que se la diesen, y ordenó decapitar a Juan en la cárcel. Y fue traída su cabeza en un plato y dada a la muchacha y ella la presentó a su madre” (Mateo 14:6-11).

Cuando el festín estaba en su apogeo la joven Salomé se levantó e inició una danza estilo oriental, con movimientos de cadera y exposición de todo el cuerpo. Esto incitó a Herodes, se despertó en él la lujuria, el apetito desordenado de los deleites carnales. La lujuria palpitaba en su interior. Es un instinto en muchas ocasiones difícil de controlar. Es una acción que suele abandonar el alma y anular la razón.

Herodes quería aquel cuerpo joven. De otra manera no habría hecho a la muchacha una oferta tan tentadora: Jurarle que le daría todo lo que la bailarina le pidiese. ¿A cambio de qué? No es difícil saberlo.

Tenemos tres culpables de la muerte de Juan el Bautista. ¿Cuál de ellos fue el mas perverso? Todos. La principal instigadora, la mujer sin corazón, fue Herodías. La joven Salomé se lleva la medalla al vicio, a la crueldad y la obediencia a una mala madre. Herodes fue el autor material del asesinato al ordenar su muerte.

Este capítulo 14 de Mateo contiene en sus primeros versículos la historia más horrorosa e inhumana de todo el Nuevo Testamento.

Herodes cayó en desgracia ante el emperador y fue llamado a Roma, donde fue destituido de todos sus poderes. Herodías lo siguió en la desgracia y nada más se sabe de su vida. Una antigua leyenda dice que el matrimonio recaló en España. De haber sido así, mal lo dispuso el destino.

Salomé casó con su tío Filipo tetrarca y después con su primo Herodes, rey de Calcides. Según otra leyenda murió al caer en un río helado.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Enfoque - Herodías y Salomé