Cartas a un joven creyente (II)

Concluí la primera de mis CARTAS A UN JOVEN CREYENTE con unas consideraciones en torno a las tinieblas que cubren los acontecimientos del futuro. Continúo con otras reflexiones de parecido tono, pero que convierto en un desafío para ti, joven."/>

Una carta de desafío a los jóvenes

Cartas a un joven creyente (II)

Concluí la primera de mis CARTAS A UN JOVEN CREYENTE con unas consideraciones en torno a las tinieblas que cubren los acontecimientos del futuro. Continúo con otras reflexiones de parecido tono, pero que convierto en un desafío para ti, joven.

06 DE DICIEMBRE DE 2007 · 23:00

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Con ser grave todo lo que escribí la semana pasada, más grave es, a mi juicio, el fin de las ideologías.
  • La muerte de las ideas estéticas.
  • La incapacidad para soñar.
  • El derrumbe de todas las ilusiones.
  • La pérdida de la esperanza.
  • Ya no quedan héroes a quienes imitar.
  • No hay ideólogos que tracen caminos de verdad a los jóvenes.
  • No quedan ideas por las que luchar.
  • Y aquí estás tú.
  • No puedes cambiar la Historia.
  • No puedes cambiar el pasado.
  • Tampoco puedes construir un futuro a medida de tus deseos.
  • No te dejan.
La sociedad está asentada en sus propias estructuras, impone sus leyes y no queda lugar para innovadores. Sin embargo, no puedes evadir tu responsabilidad. La leyenda persa cuenta que un rey de aquél país antiguo gustaba de recorrer las ciudades y los pueblos con una bolsa de dinero en su equipaje. Quería premiar las buenas acciones de sus súbditos, pero no encontraba a quién. Un día halló a un hombre muy anciano que plantaba pequeños nogales en su campo. El rey le preguntó: - ¿Qué hacéis? - Ya lo veis, plantando nogales. - ¿Y para qué plantáis nogales si, debido a vuestra edad, no comeréis de su fruto? - Lo hago para pagar mi deuda con aquellos que años atrás plantaron los nogales de cuyo fruto yo disfruté en mi juventud. Resulta inútil añadir que aquél anciano se hizo acreedor al premio del rey. Tú tienes una deuda con la generación que vivió antes de ti. Tienes una gran responsabilidad en todo lo que te rodea. Eres responsable de tu propio cuerpo. Cuídalo. Que se forme sano y fuerte. Desarrolla tu inteligencia. Lee todo lo que puedas. Cultívate. Fórmate una personalidad con la que te sientas bien. Tienes una responsabilidad con tu familia. Si no te gustan como son los que forman tu familia ayúdales a cambiar. Gánalos con tu ejemplo. Si te sientes bien en tu familia, contribuye a mantener la paz, el entendimiento, la armonía. En el seno de tu familia puedes ser una rosa que perfume o una espina que hiera. Tuya es la decisión. Tienes una responsabilidad social. No vives solo en el mundo. No eres una isla. Eres parte de la sociedad en la que vives. Debes ser responsable de tus deberes sociales y aportar todo cuanto esté a tu alcance para mejorar la sociedad hasta donde te sea posible. Te lo he dicho. Estás aquí. Vivo. Eres joven. Cumple con algunas de tus responsabilidades.
  • Sé responsable con tu propia persona.
  • Sé responsable con tu familia.
  • Sé responsable con la sociedad.
  • Sé responsable con Dios.
Lo dice el texto bíblico: “Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud”. Tú no eres sólo cuerpo. No estás formado en exclusiva por átomos materiales que se descomponen con la muerte. Tienes una naturaleza espiritual. Un alma que es inmortal y que trasciende la materia. Procúrate una vivencia religiosa. Establece una relación de amistad con Cristo. Todo esto puedes hacerlo porque eres joven. Sé que no te estoy pidiendo cosas fáciles. La sociedad en la que vives tiende a la increencia. Dios ha dejado de interesar a la juventud. Dios está siendo sustituido por quimeras, filosofías, ideas, formas de comportamiento que son contrarias a la realidad del Dios de la Biblia. (Continuará)
Artículos anteriores de esta serie:
1Querido joven

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