Actualidad del ateísmo

El ser humano se ha considerado suficientemente maduro para prescindir de Dios.

23 DE SEPTIEMBRE DE 2021 · 08:00

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Foto de Christopher Burns en Unsplash.

El ateísmo de nuestros días está liderado por cuatro apóstoles: Richard Dawkins, Christopher Hitchens, Daniel Dennett y Sam Harris, todos anglosajones. Capitanean el movimiento ateo del siglo XXI que propugna que “la religión no debería simplemente tolerarse, sino que debe ser contrarrestada, criticada y expuesta a la argumentación racional dondequiera se manifieste su influencia”.

Un entrañable amigo de juventud, él más joven que yo, Antonio Cruz, catedrático de Biología, conferenciante internacional, autor de muchos libros, me envía uno de los últimos publicados por la Editorial Clie con el sugerente título de Nuevo ateísmo.

En 120 páginas Cruz nos pone al día de las corrientes ateas más destacadas en los tiempos que corren. 

Dice que “durante las últimas décadas los militantes del ateísmo radical han venido produciendo montones de best-sellers y DVDs con el único propósito de acometer contra la religión y, en particular, contra la visión cristiana de la vida. La virulencia con que arremeten contra la religión avergüenza incluso a los propios pensadores ateos tradicionales”.

En el primer artículo de esta serie sobre el ateísmo cité a la prestigiosa Agencia Gallup, que toma el pulso a todo cuanto de interés ocurre en el mundo e informa a los medios de prensa, radio, televisión e internet a ella adscritos. Según Gallup, a día de hoy, de los siete mil millones y medio de habitantes que poblamos la tierra, un millón trescientos mil se declaran radicalmente ateos, y dos millones y medio dicen no tener interés alguno en la religión, también ateos.

El ateísmo actual es un fenómeno sin precedentes. Se caracteriza por la acogida que le han dado, por un lado, los desengañados de la Iglesia católica y de muchas Iglesias protestantes y, por otro, la crisis social en la que están inmersos. Abundan los países con elevado número de pobres que pasan hambre y carecen de medicamentos para sus enfermedades. Estos se preguntan dónde está Dios en semejantes situaciones. Y acaban abandonando la fe.

Otra razón del ateísmo moderno se encuentra en el orgullo humano. Algunos libros de carácter científico han hecho creer que Dios no es necesario en la vida del hombre, que la ciencia está en condiciones de explicar todos los misterios de la vida. Que ni la religión ni el mismo Dios son ahora necesarios para una vida feliz. El ser humano se ha considerado suficientemente maduro para prescindir de Dios. Ese ser superior ya no le sirve, lo han matado, está muerto, ha quedado reducido a esa reliquia del pasado, superado por la ciencia.

La confianza del hombre en los recursos de su inteligencia está motivando el aumento del ateísmo en nuestros días, especialmente en los países más cultos de Europa, Estados Unidos y algunos de América Latina. Lo mismo está ocurriendo en Asia. Sorprende que la Agencia Gallup señale a China y Japón como los dos países asiáticos con mayor número de ateos. Puede entenderse en el caso de China por el exagerado número de habitantes, casi mil quinientos millones ahora mismo, pero esta no es la situación de Japón, donde actualmente viven ciento veinte millones de personas.

El ateísmo está en alza en todo el mundo. “Hay muchos más ateos en la actualidad que nunca antes, tanto en números absolutos como en porcentaje sobre el total de la humanidad”, explica Phil Zuckerman, profesor de Sociología y Estudios Seculares en el Pitza College de Estados Unidos.

El creciente aumento del ateísmo se está dando en países de fuerte tradición católica, como Brasil, Jamaica, Irlanda, Francia, Uruguay y otros. Las tasas de creyentes en Dios se están situando entre las más bajas del mundo.

El reciente libro de John Gray, Siete tipos de ateísmo, insiste en el auge que está teniendo el ateísmo en estos primeros años del siglo que estamos viviendo. Al igual que otros autores, entre ellos españoles como Ibarreta, Blasco Ibáñez, Baroja y un largo etcétera, el aumento del ateísmo se debe en gran medida al escándalo de las religiones, los malos ejemplos que dan a la sociedad, más interesadas en acaparar dinero que en dar a conocer los principios doctrinales del cristianismo. Los grandes conductores del ateísmo no nacieron ateos. Basta con leer sus biografías para descubrir que todos ellos, católicos y protestantes, profesaron la fe cristiana en su juventud.

Por lo que respecta a España, el ateísmo está también en alza.

Un reciente barómetro del CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas) indica que el porcentaje histórico de no creyentes en España está ahora en el 50%. ¿Significa esto que la mitad de los españoles en este momento no cree en Dios? ¿Son ateos? Cataluña, País Vasco y Baleares presentan un mayor número de personas que se declaran no creyentes. Hay más. Según el informe de la Fundación Ferrer y Guardia, actualmente la edad condiciona la definición religiosa. “Casi la mitad de las personas entre 18 y 34 años afirman ser no creyentes o ateos”, dice. El informe de la citada Fundación dedica un apartado a la vinculación entre la religión y el sistema educativo. Señala que hasta hace poco un 31% de alumnos de primaria rechazaba la clase de religión, que sustituía por la de actividades alternativas, una cifra que se incrementa hasta el 67% en el caso de jóvenes en el bachillerato. Por otro lado, la Agencia Efe comunica que el 80% de las bodas realizadas el año 2020 tuvieron lugar por lo civil, fuera de la Iglesia. En Cataluña la cifra aumentó al 90%.

Este demoledor rechazo a la religión debería hacer pensar a los creyentes. En su mayoría, quienes se apuntan a la increencia en Dios lo hacen creyendo que en las religiones que dicen representarlos hay poco de auténticas. No en todas. No siempre. La religión tiene sus propios valores. Constituye la mejor guía a través de la vida, según afirma el escritor alemán J. G. Seume en Von der Religion. La base de la religión es la convicción inconmovible de la existencia de Dios y, sobre todo, de la inmortalidad de nuestro ser. “Un hombre puede ignorar que tiene una religión, como puede ignorar que tiene un corazón –decía el ruso Tolstoi–; pero sin religión, como sin corazón, el hombre no puede existir”.

Este es el mensaje que los creyentes hemos de transmitir al mundo, empezando por nuestra familia, nuestros vecinos, los habitantes de la ciudad donde residimos. Si la práctica religiosa está descendiendo en casi todos los países de la tierra, a nosotros, creyentes, corresponde darles la vida nueva en Cristo.

La fe religiosa es reconocimiento de la existencia de Dios.

El ateo estrictamente dicho es tratado en la Biblia como necio: “Dice el necio en su corazón: No hay Dios” (Salmo 14:1).

Vanos son por naturaleza todos los hombres que carecen del conocimiento de Dios. Ahora bien, una necedad no acarrea forzosamente un ateísmo completo. En algunos casos puede ocurrir que no conozcan a Dios por miopía intelectual, como lo apunta San Pablo cuando escribe la carta a los Romanos. También puede ocurrir que yerren buscando realmente a Dios y queriendo hallarle. Es aquí donde hemos de intervenir nosotros. Hombres y mujeres que hemos sido redimidos por Cristo, que vivimos aferrados a Dios y conocemos su voluntad de salvación.

Ante los millones de ateos que pueblan la tierra, Dios pregunta a los creyentes: “¿A quién enviaré, y quien irá?”.

Sea nuestra respuesta: “Heme aquí, envíame a mí”.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Enfoque al ateísmo - Actualidad del ateísmo