Ateísmo cristiano

¿Es ateo cristiano el que admite la existencia de Dios pero no la incorpora a su vida?

09 DE SEPTIEMBRE DE 2021 · 22:00

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Foto de Priscilla Du Preez en Unsplash.

En las largas investigaciones que he llevado a cabo para escribir sobre el ateísmo he tropezado con algunos autores que hablan de ateísmo cristiano.

Miles de judíos rezan especialmente los sábados ante el muro de las lamentaciones en Jerusalén, invocando a Jehová. Otros miles de musulmanes cumplen el rito de las cinco oraciones al día, como les ordenó Mahoma. Miles más de cristianos acuden los domingos a los templos religiosos de sus preferencias. Sin embargo, unos y otros practican lo que Deleurel llama un “ateísmo tranquilo, una religión sin Dios”, lo que no deja de ser un sinsentido. Por lo que a los cristianos se refiere forman parte de los llamados dignidad del cristianismo e indignidad de los cristianos. Cristianos que profesan creer en Dios, que acuden a los servicios religiosos, en tanto que viven como si Dios no existiera, en la línea roja del ateísmo.

La denominación ateísmo cristiano la expone con cierta claridad el francés Anohé Comte Sponville en el libro: A-t-on encore besoin d’une religion? (¿Todavía necesitamos una religión?)

En este libro su autor se confiesa “como parte de una determinada tradición, de determinada historia y de sus valores judeocristianos, pero ateo”.

El tema del ateísmo cristiano lo expone con absoluta claridad otro francés, el filósofo Jean Lacroix en su libro de 1958 El sentido del ateísmo moderno, donde dice: “Hoy se debería hablar de la incredulidad del creyente. Efectivamente, la increencia concierne también, y de manera directa, a los propios creyentes. La fe se siente permanentemente amenazada no sólo ni de forma prioritaria por los embates que le vienen de fuera, ni siquiera por el ateísmo, sino por su propia naturaleza. En la persona cristiana hay una inclinación existencial hacia la incredulidad por el carácter oscuro e inobjetable de la fe. También los místicos vivieron su experiencia religiosa en medio de noches oscuras del alma”.

Carlos Seco Serrano llamó pequeño gran libro al titulado La perspectiva cristiana, del filósofo español Julián Marías, publicado en 1999, el discípulo preferido de Ortega y Gasset enfrenta el tema del ateísmo cristiano. Para Julián Marías, el cristiano llega al ateísmo suave como consecuencia de las discusiones doctrinales, la desviación progresiva de la práctica religiosa, la pérdida de la fe, la aparición de la duda, la desconfianza frente a la esperanza, la infidelidad más grave, el olvido de la otra vida, el mundo como único horizonte, el alejamiento paulatino de Dios. “En el caso del cristianismo –escribe Julián Marías en otro lugar– es más grave que la religión sea en el motivo de hostilidad, negación y abandono”. Para Marías, el cristiano dispone de la plenitud de la revelación, y si lo olvida es infiel a su concepción cristiana. Entonces las consecuencias religiosas son múltiples y su abandono tiene extrema gravedad al asumir actos que se acercan al ateísmo.

En el capítulo XIII del libro, Julián Marías insiste en que el llamado cristiano ateo no sólo es infiel al mensaje del Nuevo Testamento, lo es al mismo Cristo. Infiel a Dios. “Las infidelidades individuales son incontables –escribe– y difíciles de determinar. Otras son colectivas, que afectan a amplias zonas de la cristiandad o épocas que pueden ser duraderas. Representan desviaciones, en cierto modo estructurales, que han constituido apartamientos de la fe”.

Algunos grupos de los llamados ateos cristianos pretenden una religión, incluida la cristiana, sin Dios. Pero en este caso, al no ser referida necesariamente a Dios, la religión es un concepto vacío, no puede constituir un medio o forma para llegar a Él. En el caso del cristianismo, o se define la tendencia religiosa en función del Dios encarnado, Cristo, o se cae en el objeto de este trabajo, el ateísmo cristiano. Por otro lado, el cristianismo ha de dar a la afirmación de Dios toda su autenticidad; en el momento que rechace algunas enseñanzas respecto a su existencia empieza a caer en la negación atea.

El teólogo católico José María González Ruiz, en su libro El cristianismo no es un humanismo, ofrece un plano ligeramente diferente y la del ateo cristiano admite que “la negación de Dios o de la religión no constituye ahora, como en épocas pasadas, un hecho insólito e individual. Muchedumbres cada vez mayores se alejan prácticamente de la religión”. De estos desertores dice que “la extensión masiva del ateísmo no se atribuye a cualquier forma de negación de Dios, sino a una muy concreta, a la que podríamos llamar “ateísmo humanista”. ¿Qué es esto? ¿Qué es un ateo humanista? ¿En qué se diferencia de un ateo cristiano? Según la Real Academia Española, el humanismo “es un sistema de creencias centrado en el principio de que las necesidades de la sensibilidad y de la inteligencia humana pueden satisfacerse sin tener que aceptar la existencia de Dios y la predicación de las religiones”.

Esa alta definición intelectual del humanismo viene a decirnos que el ateísmo humanista y el ateísmo cristiano son una misma cosa. Cuando el humanismo, presente en las obras del ateo Karl Marx, desciende a tratar de temas celestiales, es para negar la presencia divina en el ser humano.

En cierta forma lleva razón José María González. El cristianismo no es un humanismo. Pero olvida decir que el cristianismo es un humanismo y mucho más.

Todos los principios de la naturaleza humana están presentes en el cristianismo. Pero al mismo tiempo el cristianismo es también un espiritualismo en tanto que trata del origen divino del hombre y de los valores del alma.

El ateo humanista, como el ateo cristiano, no luchan contra la existencia de Dios puesto que creen en Él, pero su fe naufraga en la duda y se desentienden del culto debido al Creador.

El italiano Giulio Giraldi, profesor de Filosofía en la Universidad Pontificia de Roma, plantea en el plano de las investigaciones sociológicas algunas preguntas inquietantes en la introducción al primer tomo de El ateísmo contemporáneo, varias veces referido en la tarea que me ocupo. ¿Se puede llamar ateo cristiano al que admite la existencia de un Ser Supremo, sin atribuirle caracteres personales? ¿Es ateo cristiano el que sin negar la existencia de Dios, duda vehemente acerca de ella? ¿Es ateo cristiano el que admite la existencia de Dios pero no la incorpora a su vida?

Son reflexiones a tener en cuenta a la hora de ofrecer una definición concreta del ateo cristiano. En opinión de Giraldi, “llamaremos ateo no sólo a todo aquél que niega la existencia de Dios, sino también a todo aquél que se limita a no afirmarla o que ha organizado su mundo mental sin esa presencia”.

Este es el cristiano ateo.

El ateísmo cristiano es un hecho a tener en cuenta y tanto las iglesias como las organizaciones que trabajan para llevar los aspectos religiosos y espirituales de mujeres y hombres en nuestros días, han de asumir su trabajo con preocupación. Quienes se debaten entre la fe y la duda, entre el ateísmo marxista y el espiritualismo cristiano, han de constituir motivo de inquietud para los modernos apóstoles del Maestro de Galilea.

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