José: una fe a contratiempo

Una vida de fe sólo puede construirse desde abajo y desde dentro.

15 DE ENERO DE 2023 · 14:00

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Imagen de Pawel Nolbert en Unsplash.

Gn. 39:2 – “Mas el Señor estaba con José…”

En su obra “Vivir para contarla”, el gran Gabriel García Márquez escribió estas palabras: “La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla”. La existencia de cada cual puede tener una historia difícil, compleja, dura, pero el significado que tiene para uno mismo es lo que importa: ¿Cómo la he enfrentado? ¿Cuáles son las luchas en las que he vencido? ¿Cómo he llegado al final? Bien mirada, la vida de todos los seres humanos es una existencia a contratiempo. Veamos algunos contratiempos en la vida de José y las respuestas que él fue dando a las nuevas y dolorosas experiencias que tuvo que enfrentar.

PRIMER CONTRATIEMPO: ES VENDIDO POR SUS HERMANOS COMO ESCLAVO. Gn. 37:23-36

Los hermanos de José determinan eliminarlo sin ningún escrúpulo. Milagrosamente, no le matan pero deciden venderle como esclavo a unos mercaderes que van camino de Egipto. Aquel que se veía casi como un dios al que todos debían servir, termina por convertirse en un don nadie, maltratado y deshumanizado. Ha perdido sus  seguridades, su familia, su futuro. El preferido del padre se encuentra  ahora en manos de traficantes de esclavos. Todo lo que configuraba el universo de sentido de José, de pronto salta por los aires y su vida se convierte en otra vida. 

PRIMERA RESPUESTA DE JOSÉ: ACEPTA LA REALIDAD Y APRENDE DE LOS CONTRATIEMPOS.

En este tiempo de oscuridad, de olvido, incomprensión y dolor, aparece algo nuevo en la vida de José: “Mas Jehová estaba con José… y vio su amo que Jehová estaba con él y que todo lo que él hacía Jehová lo hacía prosperar en su mano” (Gn. 39:1-2). Estas cosas se dicen de José cuando vivía como esclavo en la casa de Potifar, un oficial noble de faraón. José no dispone de su vida, ni de recursos propios, pero en su forma de situarse ante la realidad hace presente al Dios en el que cree. Por eso, José no se rompe, no se amarga, no cae en la desesperación, ni en la autocompasión victimista. Ha comenzado en su vida un proceso de transformación que elimina su arrogancia y vanidad para convertirle en un humilde servidor responsable. Se reconcilia con su realidad actual y aprende a despojarse del miedo, de la angustia, de la frustración y la desesperanza. Acepta los contratiempos. Comienza el proceso de reconstrucción de José.

SEGUNDO CONTRATIEMPO: ES CONDENADO INJUSTAMENTE. Gn. 39:7-20.

José comienza a ser un hombre sabio. Toma conciencia permanente de la presencia de Dios en su vida, pero le surgen nuevos problemas. Por su juventud y su físico es objeto de acoso sexual por parte de la mujer de Potifar.  Su honradez y fidelidad son puestas a prueba y prefiere ser condenado que faltar a su conciencia como creyente. De nuevo, su vida cae en desgracia. El Señor le salva de la muerte, pero acaba en la cárcel por un delito que no ha cometido. Y José, víctima de la injusticia, desciende de nuevo a los infiernos de la vida privado de libertad, oprimido y olvidado. “Y el jefe de los coperos no se acordó de José, sino que le olvidó”. Gn. 40:23. 

SEGUNDA RESPUESTA DE JOSÉ: PACIENCIA/RESISTENCIA/ESPERANZA. Gn. 39:21-40:23.

José pasa dos largos años en la cárcel antes de que el copero del rey se acuerde de él. El sufrimiento aumenta, el tiempo pasa, el futuro no se abre ofreciendo nuevas oportunidades. La realidad sigue pareciendo un enorme desierto de abandono y soledad. Sin embargo, José en ningún momento asigna a Dios mala voluntad por lo que está experimentando. Es curioso que en su historia Dios no habla, no se aparece, no interviene con prodigios extraordinarios. Sencillamente, se hace presente en su vida ¿Por qué la presencia de Dios ha de ser siempre mediática e inmediata? Los milagros de Dios, a menudo, pueden ser invisibles y lentos, pero siempre son reales. 

Quien cultiva la tierra no se para impaciente frente a la semilla sembrada y grita con todas sus fuerzas: ¡Crece, maldita sea! Hay algo muy curioso que sucede con el bambú japonés y que lo transforma en no apto para impacientes. Siembras la semilla, la abonas y te ocupas de regarla constantemente. Durante los primeros meses no sucede nada apreciable. En realidad, no pasa nada visible durante los primeros siete años, hasta tal punto que un labrador inexperto estaría convencido de que se trata de semillas estériles. Sin embargo, a partir del séptimo año, en un período de seis semanas, el bambú crece más de 30 metros ¿Tarde sólo seis semanas en crecer? No. Lo que sucede es que para tener alas primero es necesario echar raíces. Durante siete años el bambú genera un complejo sistema de raíces que le permiten sostener el constante crecimiento que vendrá después.

Una vida de fe sólo puede construirse desde abajo y desde dentro. A veces, nos vence la prisa en medio de las situaciones difíciles y acabamos pensando que todo es estéril, que todo es derrota, frustración y fracaso. Pero no es así. En toda esta historia el Señor estaba con José. En la historia personal de cada uno, el Señor está presente y no está callado, ni inmóvil. Si creemos esto, entonces todo cambia porque sabemos que, en todo tiempo, incluidas las pruebas y las situaciones límite que la vida depara él está presente sosteniendo y acompañando en el camino, enseñándonos a creer y a crecer en medio de las crisis. Soli Deo Gloria.

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