¡No a la globalización de la indiferencia!

Frente a la “mística de ojos cerrados” propia de las religiones orientales, Jesús de Nazaret impulsa una “mística de ojos abiertos” que se abre responsablemente al sufrimiento de las personas.

06 DE AGOSTO DE 2022 · 22:00

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Imagen de Chris Yang en Unsplash.

“Nada es tan brutal como la indiferencia frente a lo que ocurre en el terreno de lo humano (…) Comparada con la neutralidad, la bestialidad es casi un atributo al que se puede calificar de humano. La indiferencia es el enemigo de todos los pueblos” (Joseph Roth).

¿Qué es la atención? Buena pregunta, pero quizás en lugar de preguntarnos eso, deberíamos preguntarnos qué hacemos cuando prestamos atención. En el fondo, lo que hacemos no es “prestarla”, sino “regalarla”, despidiéndonos de todo aquello a lo que podríamos haber atendido en su lugar. La cuestión de a quién prestamos la atención va mucho más allá del próximo giro en nuestro GPS vital; abarca todos los giros, todas las relaciones, el camino por el que nos dirigimos y las razones que nos han llevado a elegirlo (“Clics contra la humanidad”. J. Williams). Dependiendo de las cosas a las que les regalemos nuestra atención e interés, nos capacitamos o nos inhabilitamos para llevar el timón de nuestra vida a buen puerto.

 

El itinerario de la indiferencia

“Mi economía es lo contrario de la econotuya” (Mario Benedetti)

Más de un tercio de la población mundial vive en la pobreza.

Casi tres mil millones de personas sobreviven con menos de dos dólares diarios.

Cada día mueren más de treinta mil niños por desnutrición.

Doscientos millones de niños se ven obligados a trabajar para sostener a sus familias.

Más de dos millones de niños mueren anualmente por carencia de medicamentos básicos.

Un total de 12,5 millones de personas, es decir, el 26,4 % de la población española, se encontraba en riesgo de pobreza y/o exclusión social en 2020.

¡Peligro! Necesitamos “vacunas narcotizantes”, antes de que nuestra placidez se vea amenazada y la sensibilidad y la atención se nos despierten. Es preciso, no sólo no conocer lo que ocurre en el mundo, sino también fabricar coartadas eficaces para anestesiar nuestra conciencia, justificarnos ante los demás y seguir viviendo despreocupadamente respecto a los problemas reales que afectan nuestro entorno. ¡Necesitamos acabar con el último vestigio que nos quede de rebeldía, crítica, contestación o inconformismo con la realidad!

La solución pasa por someternos a lo que los gurús del sistema han llamado: “El Entetanimiento” (de “teta”, “mama” o “pecho”). Se trata de vivir, literalmente, de la leche de los pechos o las tetas de otros. Si todos somos capaces de mamar como un sumiso rebaño lanar, las ubres nos mantendrán dóciles y mansos. El “Entetanimiento” no es otra cosa que una mezcla de entretenimiento mediocre y vulgar, bazofia intelectual, propaganda y elementos psicológica y físicamente “nutritivos” con el fin de satisfacernos y mantenernos convenientemente sedados, permanentemente ansiosos, sometidos y serviles ante los dictados de la minoría que decide nuestros destinos sin permitirnos siquiera opinar el respecto.

¿Seguimos? No hace falta. Sin necesidad de púlpitos o espadas acabamos de sumergirnos en el anonimato de una lógica: la “Globalización de la indiferencia”, entregándole mente, corazón y espíritu. Y, ahora sí, ya podemos volver a ser, sin problemas de conciencia, ciegos, sordos y mudos frente a la cara oculta del mundo, ignorando, ninguneando y olvidando a todos los que no pertenecen a nuestra hermosa “familia global”.

La mirada cristiana

“El origen de la acción no es el pensamiento, sino el sentido de la responsabilidad”. (Dietrich Bonhoeffer)

Se ha dicho con razón que, frente a la “mística de ojos cerrados” propia de las religiones orientales, Jesús de Nazaret impulsa una “mística de ojos abiertos” que se abre responsablemente al sufrimiento de las personas. Se trata, por tanto, de una mirada que va más allá de uno mismo, una percepción de las cosas capaz de una cuidadosa atención a todo lo que acontece alrededor:

Una mirada a la realidad desde otro lugar de observación. Desde el centro y desde arriba no se ven las mismas cosas que desde abajo y desde los márgenes. Sólo desde el descentramiento se perciben otros modos de procesar la realidad y se interactúa con ella desde una sensibilidad diferente. Renunciar a convertirnos en el “ombligo del universo” es el primer paso para romper el cascarón de la preocupación propia y sumergirnos en los intereses y las necesidades de los otros.

Una mirada realista a nuestro propio mundo interior. Significa adentrarnos en nuestros propios fracasos percibiendo cómo a lo largo de la vida se nos diluyen tantos proyectos que hemos hecho desde nuestros mejores y más nobles deseos; cómo la realidad es resistente y tantas veces monstruosa y nunca va al ritmo de los deseos más sinceros. Pero, precisamente, en ese anhelo de ser responsables y coherentes con nuestras propias convicciones experimentamos la gracia de Dios, porque la compasión solidaria se teje a base de mucha humildad, sin prepotencia, descubriendo que la tarea siempre es consecuencia del don de la gracia.

Una mirada a los recursos inagotables de Dios. No existe tal cosa como un cambio mágico de la realidad injusta y sufriente del mundo por el mero hecho de creer en un Dios justo y misericordioso. Lo que se nos da es la posibilidad de colocarnos ante la realidad desde la experiencia del Espíritu de Dios. Y eso lo cambia todo. Porque nos situamos en la vida desde la Vida para sumergirnos con hechos y palabras en unos niveles de humanidad que transparentan, visibilizan y proclaman que el reino de Dios se ha acercado. Soli Deo Gloria.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - En el camino - ¡No a la globalización de la indiferencia!