Cómo superar y vencer la tentación

Hemos de aprender a luchar contra la pasividad y contra lo deliberadamente pecaminoso.

14 DE MAYO DE 2022 · 18:00

Imagen de <a target="_blank" href="https://unsplash.com/@nadineshaabana?utm_source=unsplash&utm_medium=referral&utm_content=creditCopyText">Nadine Shabaana</a> en Unsplash.,mano, decir no, resistir
Imagen de Nadine Shabaana en Unsplash.

La tentación se puede relacionar con cualquier aspecto que apele a nuestra lujuria, codicia o a una morbosa ociosidad; y por supuesto, a la exaltación de nuestro ego.

La Biblia, que es el libro de la Verdad, nos muestra una pauta muy elemental pero realmente práctica, y es la de "huir de las pasiones desordenadas" como huyó José ante el acoso de la mujer de Potifar; también como Daniel fue capaz de no sucumbir a los encantos de la gran Babilonia y a la buena mesa del rey Nabucodonosor que violentaba su conciencia. En el peor de los casos vemos a Judas envenenado por la codicia económica, al igual que Giezi el ayudante del profeta Eliseo y, de la misma manera, percibimos a Balaam un profeta corrupto que aceptaba el soborno al mejor postor. Todos estos, fueron inducidos a pecar por el mismo Satanás.

Hemos de aprender a desarrollar nuestra fuerza de voluntad con la necesaria gracia de Dios para que, en momentos de debilidad o de una fuerte presión satánica, seamos capaces de resistir al diablo hasta que huya de nosotros. El principio clave para que el enemigo huya, es someternos a Dios decididamente con la inestimable ayuda del Espíritu Santo hasta que esté se aleje de nosotros totalmente.

Por el inmerecido favor de Dios, hemos sido dotados de importantes recursos para repeler las agresiones del enemigo: armas como el poder virtual de la sangre de Jesús, el poder del Espíritu Santo que mora en nosotros y la misma Palabra de Dios declarándola a viva voz ante las perversas insinuaciones del tentador, pueden alejar de nosotros el fuego de la tentación.

Pero si nos dejamos arrastrar por la corriente de los deseos carnales que batallan contra el alma, perderemos mucho. Hemos de aprender a luchar contra la pasividad y contra lo deliberadamente pecaminoso. Satanás y el pecado están coaligados y mantienen una perversa complicidad contra los santos. El enemigo de nuestras almas tiene la maldita obsesión de destruirnos a toda costa. Pero nosotros tenemos una bendita responsabilidad además de estar facultados por Dios contra las asechanzas del Diablo. Se trata de no abdicar.

Hemos de ser gente santa en nuestras determinaciones y en nuestras convicciones personales. No podemos estar cayendo una y otra vez en los mismos pecados y vivir siempre en la letanía de las lamentaciones y de la autocompasión. No podemos estar justificándonos respecto a nuestra responsabilidad apelando a la misericordia y a la gracia de Dios que si bien es cierta, no es barata. Ni tampoco podemos exhibir una disculpa fácil para seguir como siempre magnificando nuestras debilidades y, mientras tanto, seguir jugando a una falsa espiritualidad que solo pretende acallar nuestra conciencia y que puede acabar destruyendo nuestra vida espiritual. Por tanto, no hagamos ineficaz la maravillosa gracia de Dios ni malogremos el poder que emana de la cruz de Cristo con falsas interpretaciones.

Dios está levantando una nueva generación al estilo Josué, para demostrarle al mundo entero y a los poderes de las tinieblas que hay una estirpe santa capaz de vencer con el bien el mal y desbaratar audazmente las confabulaciones del maligno, que continuamente quiere manchar el honor y el buen Nombre de nuestro Dios induciendo a los creyentes a caer en las diversas tentaciones que él mismo nos propone.

Velad y orad para no caer en la tentación, es una poderosa revelación que se cumple al pie de la letra, si la practicamos disciplinadamente. Nosotros tenemos el Espíritu del Vencedor y, según la misma Palabra, se nos afirma que: “ somos fuertes y que hemos vencido al maligno". Esta misma Palabra creída y asumida en fe nos llevará a la victoria sobre las múltiples tentaciones que puedan presentarse en nuestra vida… Oremos en fe: “Señor, líbranos del malo… Amén”.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - El Tren de la Vida - Cómo superar y vencer la tentación