¡Maranatha!

Comienza a surgir un creciente clamor mundial por el retorno de Cristo en todos aquellos que amamos su venida.

02 DE ABRIL DE 2022 · 18:00

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Imagen de Melissa Askew en Unsplash.

La palabra Maranatha resulta bastante familiar para los cristianos, a pesar de que existe una sola mención explícita en el Nuevo Testamento (1ª Corintios 16:22). Maranatha es la transcripción griega de una expresión de origen arameo, compuesta por dos términos, que significa "El Señor viene". Esta palabra llegó a convertirse en un saludo habitual entre los creyentes de las primeras iglesias de Europa, debido a la expectativa escatológica que sustentaban prácticamente todas las comunidades cristianas de la época.

Desde finales de los años cincuenta, a comienzos de la era cristiana, Pablo lanza esta consigna en la despedida de su primera carta a los corintios, embargado por la sensación del inminente retorno de Cristo a la tierra en su misma generación, y este tipo de declaraciones también se refleja en diferentes escritos de los apóstoles.

Por diferentes registros, sabemos que esta expresión declaraba el gozo y la gran expectación que se había generalizado en todas las iglesias de Eurasia que se encontraba bajo el dominio del imperio romano y que, debido a sus avanzadas comunicaciones terrestres, propició la rápida propagación del Evangelio a todo el mundo conocido de entonces.

Otra de tantas afirmaciones de Pablo acerca de la inminente venida del Señor en su propia generación se nos muestra en la siguiente Escritura: “Pero permítanme revelarles un secreto maravilloso. ¡No todos moriremos, pero todos seremos transformados! Sucederá en un instante, en un abrir y cerrar de ojos, cuando se toque la trompeta final. Pues, cuando suene la trompeta, los que hayan muerto resucitarán para vivir por siempre. Y nosotros, los que estemos vivos, también seremos transformados” 1Corint.15:51-52

La única y más convincente razón que encuentro de esta poderosa sensación escatológica que palpitaba en el alma de los cristianos de la iglesia primitiva es el imponente avivamiento en el que estaban envueltos, debido a la proximidad de la resurrección de Cristo y del derramamiento del Espíritu Santo sobre la Iglesia naciente en Pentecostés de lo que ellos habían sido testigos privilegiados. Esta era la irresistible fuerza que envolvía a la inmensa mayoría de discípulos en una auténtica nube de gloria y, a su vez, les impulsaba a darlo todo por Cristo.

Sabemos que las profecías en cuestión son ciertísimas y totalmente relevantes, y tienen un encaje perfecto con multitud de textos acerca del fin de los tiempos y los acontecimientos finales en los escritos de Pablo, Pedro, Juan, Santiago y los diferentes evangelistas, que también fueron testigos oculares de las maravillas de Dios a través de Cristo; “testificando Dios juntamente con ellos, con señales y prodigios y diversos milagros y repartimientos del Espíritu Santo según su voluntad”. Hebreos 2:4

La gran diferencia entre los testigos de excepción de aquel entonces y nosotros aquí y ahora en estos tiempos tan inquietantes, a la vez que apasionantes, es que nosotros disponemos de la visión del cuadro completo a través de la Palabra profética más segura, que es la Biblia en su conjunto. El puzzle profético sobre la segunda venida de Cristo entre los escritos del Antiguo y Nuevo Testamento encajan a la perfección; y bajo la iluminación del Espíritu, podemos llegar a entender y a discernir en qué tiempo nos encontramos actualmente y hacia dónde se precipita todo, porque los tiempos y los acontecimientos finales se están acelerando como nunca antes. Realmente lo estamos viendo ante nuestros ojos de forma clamorosa.

Para otros muchos, esta es la década de la implementación de la agenda 2030 que está promoviendo la ONU para alcanzar los objetivos del desarrollo sostenible y para que la humanidad alcance un estado social óptimo en cuanto a avances importantes para la erradicación de la pobreza y otros objetivos para el progreso y el bienestar humano, como son la lucha contra el cambio climático, contra las enfermedades y la redistribución de la riqueza, además de un largo etcétera de proyectos más idealistas que alcanzables. No ignoramos que, detrás de estas propuestas, existe una agenda oculta (cada vez menos oculta) de poderes políticos y económicos que están rediseñando una nueva ingeniería social, que tiene como fin último eliminar de la conciencia social la influencia judeocristiana y establecer nuevos patrones de pensamiento y un nuevo orden mundial.

Por todo lo que estamos viendo en estos tiempos, nos damos cuenta que se está configurando un nuevo escenario mundial con un claro espíritu de anticristo, que está estrechando cada vez más el círculo de nuestras libertades so pretexto de nuestra seguridad. La imposición ideológica y la persecución contra los disidentes del pensamiento único está servida. Que Dios nos ayude a no sucumbir ante esta cultura anti Dios  que cada vez nos exige más veneración y pleitesía ante sus nuevos altares, cual Babilonia la grande.

Apenas acabamos de entrar en la tercera década del siglo XXI y, en medio de tantas turbulencias humanas como las que ya estamos viviendo, comienza a surgir un creciente clamor mundial por el retorno de Cristo en todos aquellos que amamos su venida. No se trata de un fanático alarmismo religioso, ni de ningún escapismo ante las predecibles tribulaciones sociales, bélicas y económicas que ya nos están sobreviniendo, se trata de realismo bíblico y lucidez profética ante las claras señales de su venida, que ya estamos viendo ante nuestros propios ojos. Se trata de estar apercibidos y de ser empoderados por el Espíritu Santo para afrontar con determinación y valentía estos nuevos tiempos.

En esta misma década, muy probablemente alcancemos con el Evangelio todos los confines de la Tierra, debido a los enormes recursos misioneros de que disponemos actualmente, “Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin” Mateo 24:14. Esta señal escatológica también nos advierte de la proximidad del fin de los tiempos y esta potente realidad también nos sugiere que podamos encontrarnos en la década del movimiento Maranata más impresionante de todos los tiempos, sabiendo que esta expectativa de su pronta venida nos purifica y fortalece nuestra esperanza. “Mientras que, el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Ciertamente vengo en breve (dice el que da testimonio de estas cosas) Amén; sí, ven, Señor Jesús” y ahora con más fervor que nunca, nosotros también decimos, ¡Maranatha!.  Apocalipsis 22:17, 20.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - El Tren de la Vida - ¡Maranatha!