El valor de lo insignificante

No se trata de números ni de los múltiples recursos humanos sino de los sorprendentes y maravillosos recursos divinos.

30 DE AGOSTO DE 2015 · 15:25

La hormiga. / vlada11, pixabay,hormiga
La hormiga. / vlada11, pixabay

Vivimos en un mundo que se siente fascinado por todo lo grandioso, lo sensacional y lo glamoroso. En esta vida solo triunfan ademas de los picaros, los fuertes y los influyentes socialmente hablando. Significarse en el mundo de hoy es alcanzar cotas de influencia en cualquier esfera social y especialmente en el ámbito político o económico, aunque en muchos casos esto se llegue a conseguir con malas artes.

A propósito de lo que hoy quiero destacar, es facil observar que en el mundo actual apenas se promueve y se socializa el valor del esfuerzo, más bien todo lo contrario, que es la ley del minimo esfuerzo y asi nos empieza a lucir el pelo con las nuevas generaciones desprovistas del necesario sentido de responsabilidad y carentes del verdadero valor de las cosas.

Pero veamos un breve comentario sobre algunos proverbios de la sabiduría divina acerca del esfuerzo y de la efectividad de estos cuatro seres tan diminutos como son las hormigas, los conejos, las langostas y el lagarto o la araña como nos dicen otras versiones.

Cuatro cosas son pequeñas en la tierra, pero son sumamente sabias:
las hormigas, pueblo sin fuerza, que preparan su alimento en el verano;
los conejos, pueblo sin poder, que hacen su casa en la peña;
las langostas, que no tienen rey, pero todas salen en escuadrones;
y el lagarto, que se puede agarrar con las manos, pero está en los palacios de los reyes”

Proverbios 30: 24-28.

La simplicidad del sabio Agur es muy descriptiva con respecto a las hormigas y el asombroso sentido de la anticipación que estas tienen en si mismas y también su inagotable tenacidad en aprovisionarse de alimentos para el invierno, ello y siendo tan debiles e insignificantes como son. En cuanto a los conejos, son completamente indefensos pero consiguen hacer sus madrigueras o cuevas entre las piedras, parapetándose en lugares seguros ante cualquier amenaza potencial de diversos depredadores.

Las langostas o saltamontes no estan jerarquizadas, pero su instinto corporativo prevalece en contra del individualismo, sabiendo que unidas masivamente son devastadoras ante todo lo que se les pueda poner por delante

Y finalmente, las lagartijas o salamandras que son tan vulnerables que pueden ser atrapadas por cualquiera, pero sorprendentemente están en los lugares más inaccesibles para muchos de nosotros como son los palacios reales. Su instintiva habilidad y su gran capacidad de penetración son incomparables.

Todo ello nos habla de cuatro fortalezas o llaves para triunfar en la vida ante las muchas contingencias que se nos puedan presentar. La primera es la perseverancia o tenacidad que siempre tienen premio asegurado. La segunda fortaleza es la audacia y el instinto inteligente de preservación familiar. La tercera fortaleza a tener en cuenta es el sentido de pertenencia comunitaria y la disciplina de grupo o el trabajo en equipo, y la cuarta y última fortaleza o llave maestra es la efectividad y el milagroso resultado de nuestra fe.

Estas son semillas apenas intangibles de la sabiduría celestial que ponen de manifiesto el extraordinario valor de lo pequeño o insignificante en un mundo globalizado que magnifica lo grande y lo llamativo incluido el número de personas convocadas para cualquier evento multitudinario como una expresión necesariamente exitosa, manifestando en muchos casos una obsesiva megalomanía por el afán de ser más importantes que los demás

De nuevo nos encontramos ante una de las paradojas bíblicas más sorprendentes acerca del valor de lo insignificante y yo diría incluso del poder de lo insignificante o pequeño. Como diría el mismo Señor por boca del profeta Zacarías "No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los Ejércitos" (Zacarías 4:6). No se trata de números ni de los múltiples recursos humanos sino de los sorprendentes y maravillosos recursos divinos aunque estos puedan parecer exiguos y sin importancia ante la sociedad o incluso insignificantes para cualquier observador humano. Este es por ejemplo el caso de un pequeño David ante Goliat, aquel mastodóntico filisteo que fue vencido por el ingenio y la valentia de un simple pastor de ovejas

Otra alusión similar y llamativa acerca del pueblo de Dios, entiéndase la Iglesia de Jesús en el mundo, es la que nos describe como una minoria insignificante a los ojos humanos pero significativa para Dios, Porque tú eres pueblo santo para Jehová tu Dios; Jehová tu Dios te ha escogido para serle un pueblo especial, más que todos los pueblos que están sobre la tierra. No por ser vosotros más que todos los pueblos os ha querido Jehová y os ha escogido, pues vosotros erais el más insignificante de todos los pueblos; sino por cuanto Jehová os amó…” Deuteronomio 7: 6-8

Y finalmente no dejan de sorprenderme los originales y amorosos métodos de Dios hacia todos nosotros, esto queda muy patente en la reveladora declaración del apóstol Pablo a los Corintios, diciéndoles algo similar a lo que venimos hablando: Mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles;  sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte;  y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia” 1ª Corintios 1: 26-29. Palabras como lo débil, lo vil y menospreciado, lo que no es nada destacable, los que no son sabios intelectualmente hablando, ni poderosos socialmente ni tampoco economicamente. Lo necio en el concepto biblico es lo torpe, lo incompetente y de bajo perfíl humano, ejemplo de ello son el equipo apostólico, hombres de bajo perfíl; pero en Pentecostés fueron transformados por el poder del Espíritu Santo en hombres con una lucidez mental y espiritual realmente sobrehumana y asombrosa.

Este extraño método de Dios tiene como fin último, “el que nadie se jacte en su presencia”.

Por supuesto que no es mi intención magnificar la ignoracia en modo alguno, ahí tenemos el ejemplo contrario en el apóstol Pablo, un intelectual como la copa de un pino entre pocos, pero de lo que si se trata es reconocer que nuestro Dios es único en todo lo que hace y sus estrategias van contracorriente según el concepto humano de lo insignificante y lo pequeño.

La simplicidad del poderoso mensaje de la cruz contra las corrientes populares de la época como era la filosofía greco – latina y la erudición rabinica produjeron el milagroso cambio de millones de personas a lo largo de la historia hasta nuestros días por la sorprendente locura de la predicación, realzando lo que para muchos era y sigue siendo el desconocido valor de lo humanamente insignificante.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - El Tren de la Vida - El valor de lo insignificante