Don Quijote con fondo bíblico: consejos para adorno del cuerpo

Mucho se ha escrito sobre los consejos de Don Quijote a Sancho. Américo Castro cree que en ellos vierte Cervantes su experiencia de la turbulenta vida que le tocó vivir.

16 DE ABRIL DE 2025 · 16:00

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En el capítulo XLII, segunda parte del Quijote, el caballero da al escudero 17 consejos que ha de tener en cuenta antes de entrar en posesión de la prometida ínsula.

Don Quijote aclara que se trata de consejos para el alma. Un capítulo después, el XLIII, amplia los consejos a «los que van a servir para adorno del cuerpo».

Son estos:

 

1. Aseos personales.

«En lo que toca a cómo has de gobernar tu persona, Sancho, lo primero que te encargo es que seas limpio, y que te cortes las uñas, sin dejarlas crecer, como algunos hacen».

 

2. Evitar la flojedad.

«No andes, Sancho, desceñido y flojo; que el vestido descompuesto da indicios de ánimo desmazalado, si ya la descompostura y flojedad no cae debajo de socarronería, como se juzgó en la de Julio César».

 

3. Distribución equitativa.

«Toma con discreción el pulso a lo que pudiere valer tu oficio, y si sufriere que des librea a tus criados, dásela honesta y provechosa más que vistosa y bizarra, y repártela entre tus criados y los pobres; quiero decir que si has de vestir seis pajes, viste tres y otros tres pobres, y así tendrás pajes para el cielo y para el suelo».

 

4. Ajos y cebollas.

«No comas ajos ni cebollas, porque no saquen por el olor tu villanería».

 

5. Hablar con reposo.

«Anda despacio; habla con reposo; pero no de manera que parezca que te escuchas a ti mismo; que toda afectación es mala».

 

6. Comer poco.

«Come poco y cena más poco; que la salud de todo el cuerpo se fragua en la oficina del estómago».

 

7. Beber poco.

«Se templado el beber, considerando que el vino demasiado ni guarda secreto, ni cumple palabra».

 

8. Manera de comer.

«Ten en cuenta, Sancho, de no mascar a dos carrillos, ni de erutar delante de nadie».

 

9. Refranes.

«También, Sancho, no has de mezclar en tus pláticas la muchedumbre de refranes que sueles; que puesto que los refranes son sentencias breves, muchas veces los traes tan por los cabellos, que más parecen disparates que sentencias».

 

10. Subir a caballo.

«Cuando subieres a caballo, no vayas echando el cuerpo sobre el arzón postrero, ni lleves las piernas tiesas y tiradas, y desviadas de la barriga del caballo, ni tan poco vayas tan flojo, que parezca que vos sobre el rucio; que al andar a caballo a unos hace caballeros y a otros caballerizos».

 

11. Moderar el sueño.

«Sea moderando tu sueño; que el que no madruga con el sol, no goza del día; y advierte, ¡oh Sancho!, que la diligencia es madre de la buena ventura; y la pereza, su contraria, jamás llegó al término que pide un buen deseo».

 

12. Disputas de linajes.

«Jamás te pongas a discutir de linajes, a lo menos, comparándolos entre sí, pues, por fuerza, en los que se comparan uno ha de ser el mejor, y del que abatieres serás aborrecido, y del que levantares, en ninguna manera premiado».

 

13. El vestido.

«Tu vestido será calza entera (la que cubría muslos y piernas), ropilla larga, herreruelo un poco más largo; calzones muy anchos, ni por pienso; que no le están bien ni a los caballeros ni a los gobernadores».

 

Estos son los 30 consejos que Don Quijote dio a Sancho antes de que fuera nombrado gobernador de la ínsula. 13 aquí y 17 en el capítulo anterior.

Mucho se ha escrito sobre los consejos de Don Quijote a Sancho. Américo Castro cree que en ellos vierte Cervantes su experiencia de la turbulenta vida que le tocó vivir. Menéndez y Pelayo señala el antecedente y da como fuente inmediata el Diálogo de Mercurio y Carón, de Alfonso Valdés. En los antecedentes de estos consejos ha sido también mencionadas las instrucciones de gobierno de Felipe II a don Juan de Austria el año 1568, casi medio siglo antes de que apareciera la segunda parte del Quijote. Según el tomo (1.450 páginas), Don Quijote de la Mancha, dirigido por el gran cervantista Francisco Rico, «también se pueden encontrar muchos opúsculos contemporáneos pseudoprivados que, bajo el título de «instrucciones», «cartas», «avisos», «documentos», «preceptos» o «apuntamientos», recogen e imponen las normas prácticas de conducta para situaciones muy concretas de la vida, se dejan encuadrar como pequeños manuales de urbanidad y educación y están emparentadas con las epístolas renacentistas; los consejos se suelen disponer en pequeños párrafos, de forma que sea fácil buscar, memorizar y consultar».

Otro tema muy debatido en relación con estos consejos ha sido el de la capacidad intelectual de Don Quijote.

¿Tenía el Caballero de la alegre figura la inteligencia necesaria para matizar los grandes conocimientos que demuestra en los consejos a Sancho? Lo que Hamete Benengelí dice de su educación queda en que tenía una biblioteca regular compuesta principalmente de libros de caballería, pero no sabemos si tuvo estudios universitarios. En la novela aparece como un hombre de talento, pero ¿tanto como demuestra en los consejos a Sancho? Otro tanto ocurre con Sancho, quien a pesar de ser un rústico analfabeto se expresa en ocasiones como lo haría el mismo Platón.

Volviendo a Don Quijote, Cervantes intenta explicar el misterio al iniciar el capítulo XLIII: «¿Quién oyera el pasado razonamiento de Don Quijote (los consejos a Sancho) que no le tuviera por persona muy cuerda y mejor intencionada? Pero, como muchas veces en el progreso desta grande historia queda dicho, solamente disparaba en tocándole en la caballería, y en los demás discursos mostraba tener claro y desenfadado entendimiento, de manera que a cada paso desacreditaban sus obras su juicio y su juicio sus obras; pero en ésta destos documentos (consejos) que dio a Sancho, mostró tener gran donaire, y puso su discreción y su locura en un levantado punto».

Si esto dice Cervantes, nada que añadir.

En Israel, durante el reinado de David, la Biblia afirma que fueron los consejeros quienes salvaron la monarquía, tal como se ve en el segundo libro de Samuel capítulo 15. Otro de los consejeros de David, Ahitofel, era tenido en aquellos días como oráculo de Dios. El cisma de las 10 tribus fue el resultado de malos consejos. Cuando Joroboam tenía problemas en su reino pidió consejos a los consejeros más ancianos, quienes le aconsejaron bien. No conforme con ellos, pidió la opinión de consejeros jóvenes y le aconsejaron mal (1º de reyes 12).

Job 12:13 dice que con Dios está el consejo y la inteligencia.

Saltando del Antiguo al Nuevo Testamento leemos que los fariseos tomaron consejeros falsos con la intención de destruir a Jesús.

El salmo 73, uno de los mejores del salterio, trata de la batalla que en ocasiones sostenemos contra la inseguridad, contra las dudas, contra el futuro y nos dice que lo más sabio es dejarnos llevar por los consejos de Dios. Si lo hacemos, cuando llegue el momento del último suspiro podemos dirigirnos a Él y decirle: «Me has guiado según tu consejo y después me recibirás en gloria» (Salmo 73:24).

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