Grandes escritores hispanoamericanos: Juan Rulfo

Mucha de la literatura del autor mexicano tiene un trasfondo netamente religioso; este hecho hay que tenerlo en cuenta para comprender su prosa.

16 DE MAYO DE 2024 · 17:14

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Juan Rulfo fotografiado por Lyon. / Wikimedia Commons.

Autor de una obra literaria muy corta, Juan Rulfo nació en Sayula, estado de Jalisco, el 16 de mayo de 1917 y desnació en la capital de México el 7 de enero de 1986. Está considerado como figura fundamental en la narrativa hispanoamericana del siglo XX.

Una experiencia que vivió cuando apenas tenía 10 años fue la llamada revolución cristera, reacción de los católicos tradicionales contra el laicismo laico. Con 16 años se instala en la capital del país e inicia la carrera de leyes, que pronto abandona, pasando a desempeñar actividades burocráticas, y trasladándose a vivir a Guadalajara.

De regreso a la capital, Rulfo trabaja en distintos empleos administrativos, en cine y televisión comerciales. A partir de 1962 se emplea en el Instituto Nacional Indigenistas, donde permaneció hasta su muerte.

En 1953 Rulfo publica un libro de relatos, El llano en llamas, que logra llamar la atención de los críticos literarios sobre aquél narrador sabio, con un conocimiento apasionado de Jalisco.

Dos años después, en 1955, las librerías de México primero y de los principales países del mundo después exhiben su gran obra: Pedro Páramo.

Siguiendo la técnica de Faulkner, Rulfo hilvana una novela de estilo narrativo, en la que vivos y muertos, presente y pasado se combinan en planos alternados sin un orden aparente. Pedro Páramo ha sido considerada como una de las novelas más destacadas de la nueva narrativa hispanoamericana. El llano en llamas y Pedro Páramo colocó a su autor en la lista de los más importantes novelistas hispanoamericanos.

Teodosio Fernández dice en Cien escritores del siglo XX que Pedro Páramo “es una historia de violencia y de muertes, que presta especial atención a los procedimientos que permiten a un cacique rural adquirir un poder omnímodo, poder que no le servirá de consuelo para la pérdida del único hijo que ha reconocido”.

Poco más añadió Juan Rulfo a estas dos novelas. Unos cuantos relatos sueltos y El gallo de oro, de 1980, que recoge sus textos cinematográficos. Seis años antes destruyó el original inconcluso de La cordillera, novela en la que había trabajado durante una década.

Tras la publicación de Pedro Páramo parece que se agotó la capacidad creativa de Juan Rulfo. Alberto Vidal, en Noticias sobre Juan Rulfo, México 2004, sostiene que en sus últimos años de vida Rulfo estuvo dedicado a corregir y variar los textos que le habían consagrado. Tres años antes de su muerte, en 1983, España le concedió el Premio Príncipe de Asturias de las Letras. Como ha quedado escrito, el gran novelista murió en la ciudad de México a los 69 años de edad.

Pedro Páramo ha sido definida repetidamente como una novela donde se traspasan las fronteras entre la vida y la muerte, aspecto íntimamente ligado a las concepciones religiosas de los personajes. La religión se presenta aquí con dos características, no únicas, pero sí principales. Una religión negativa adulterada por las supersticiones, muy común en los países de Hispanoamérica, México incluido, y una religión primitiva, castigadora, contrariamente a la religión que salva, según el Nuevo Testamento, segunda parte de la Biblia.

Al tratar del tema religioso en la obra de Rulfo se hace necesario destacar a dos estudiosos del mismo: González Boixo en Narrativa de Juan Rulfo, México 1980, y Ortega Galindo en Expresión y sentido de Juan Rulfo, Madrid 1984.

Para Galindo, varios críticos han comparado Pedro Páramo con La Divina Comedia, de Dante.

En Pedro Páramo Rulfo confiesa: “Yo fui criado en un ambiente de fe, pero esa fe ha sido trastocada”. Aun así, mucha de la literatura del autor mexicano tiene un trasfondo netamente religioso; este hecho hay que tenerlo en cuenta para comprender su prosa. Rulfo es un observador profundo de su Jalisco natal, estado muy apasionado por la religión.

La trama y el ambiente de Pedro Páramo se concentra en conceptos marcadamente religiosos. Adán y Eva son expulsados del paraíso como pareja incestuosa y son expulsados del Edén. El padre Rentería mantiene fuertes dudas sobre la doctrina de la iglesia católica y Pedro Páramo no concibe“que sea él, el pastor de las almas, quien no tenga esa fe que debe infundir a los demás”.

En otros textos de la novela Rulfo arremete contra la violencia religiosa de la Iglesia católica“como institución que niega el perdón de los pecados”. Además “la Iglesia aparece como cooperadora de otras violencias, bien porque esté unida a los ricos, bien porque contribuya al mantenimiento de este tipo de sociedad”.

Además de Pedro Páramo, la religión está presente en otros escritos de Juan Rulfo. El llanto en llamas plantea la imposibilidad de cualquier clase de salvación espiritual para sus personajes. Macarioestá lleno de alusiones religiosas. Talpa es una crónica de una peregrinación santa. El sacerdote recuerda a los peregrinos que “la Virgen, nuestra madre, no quiere saber nada de nuestros pecados”.Anacleto Morones revela la actitud anticatólica del cuento.

Juan Rulfo no fue un hombre ateo, ni agnóstico, fue un creyente con plena confianza en Dios. El autor de Pedro Páramo dejó un total de 81 cartas que fueron publicadas con el nombre Aire de las colinas. Las cartas fueron dirigidas a Clara Aparicio, primero novia y luego esposa, mujer que permaneció junto a él hasta el día de su muerte. En estas cartas el tema de Dios está siempre presente. Le dice en una: “Pídele a Dios que se arreglen nuestras cosas, tú, que sabes hablar mejor con Él, porque nunca nos falte nada”.

En otra, donde llama a la novia “Caprichito de Dios”, le dice: “Espero que todos estén bien y que Dios los bendiga a todos y a ti en particular, y que tengan una Noche Buena de felicidad”.

Una tercera carta: “Lo esencial es la vida. Poder vivirla es lo principal. Y nosotros viviremos. Dios nos tiene dadas ya para vivir”.

La última carta a Clara, convertida ya en esposa, se la escribe cuando Rulfo se encontraba lejos por cuestiones de trabajo: “Dios te ayudó y te tuvo en sus manos por algunos momentos para que las cosas caminaran por el buen camino. Ahora sé que Él te protegerá siempre, porque eres la hija predilecta de Él y la muy amada y querida”.

No. En Juan Rulfo no hay fatalismo, como pretende ver César Valencia Solanilla. En Rulfo hay fe en el Eterno, hay creencia en el más allá, hay un glorioso canto de esperanza al abandonar la tierra, hay un corazón con puertas abiertas en la casa del Padre.

 

 

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