Federico García Lorca

Lorca, anticatólico, como lo demuestran biógrafos imparciales, no era ateo. En sus poemas incorpora a Dios.

21 DE SEPTIEMBRE DE 2023 · 15:41

Ilustración de Federico García Lorca. / Maitane Azurmendi, Wikimedia Commons.,
Ilustración de Federico García Lorca. / Maitane Azurmendi, Wikimedia Commons.

Ian Keith Gibson es un escritor e historiador irlandés nacionalizado español y residente desde su juventud en nuestro país. Ha realizado estudios sobre la guerra civil española y ha escrito algunas biografías de autores españoles. Está considerado como el mayor y mejor experto en la vida y en la obra de García Lorca. Sobre el poeta trágicamente asesinado ha escrito una biografía en dos volúmenes, publicados en 1985 y 1987. Además, es autor de El asesinato de García LorcaVida, pasión y muerte de Federico García Lorca y Lorca y Dalí.

Desde hace un tiempo Gibson viene sosteniendo una serena polémica con Laura, sobrina de García Lorca, porque ésta se opone a sus deseos de continuar investigando dónde están enterrados los restos de Lorca. La familia es partidaria de dejar en paz al muerto y no seguir especulando con su cadáver.

Federico García Lorca nació en Fuente Vaqueros, provincia de Granada, el 5 de junio 1898 y desnació en la misma Granada, vilmente asesinado, el 19 de agosto 1936. Su padre, Federico García, era un hombre de campo inteligente y acomodado. La madre, Vicenta Lorca, era profesora de escuela con una exquisita sensibilidad para la música.

En Granada Lorca estudió el bachillerato y en su Universidad se graduó en Filosofía y Letras. En Granada alternaba sus lecciones en la Universidad con estudios de música, que amplió con el maestro Falla. También estudió pintura y dibujo. En el libro Lorca y la generación del 27, Gregorio Prieto dice: “La pintura es la secreta amante por la que se siente atraído todo poeta. Federico hacía dibujos de verdad, esos que se hacen con auténticos lapiceros y tinta”. El primero de los dos tomos con las Obras Completas editadas por Aguilar, reproduce 56 excelentes dibujos de Lorca.

En entrevista concedida a Giménez Caballero, Lorca confiesa: “Yo empecé a escribir a los 17 años. Mi primer libro: Impresiones y paisajes”.

A este libro siguió una incesante actividad literaria. Poesía, teatro, ensayo, prosa, drama, y una serie de cartas escritas a amigos, que constituyen un valioso epistolario.

Como buen Géminis, Júpiter le mantenía en continua agitación.

Con 21 años Lorca viene a Madrid para continuar su carrera en la Residencia de Estudiantes. Allí conoce, entre otros genios como Buñuel, a Dalí, con quien pasa un tiempo en Cadaqués. Pintor y poeta en vacaciones catalanas.

En 1932 Lorca funda la agrupación teatral La Barraca, con la que recorre España representando a autores clásicos.

La fama internacional que ya le acompaña le lleva a Argentina, Nueva York, Cuba, Brasil y Uruguay, regresando a España en 1934. En mayo 1936, ante la gravedad de los acontecimientos políticos, decide trasladarse a Granada, donde tenía muchos amigos. Allí fue asesinado por autoridades del régimen franquista el 19 de agosto 1936.

Jorge Guillén, amigo íntimo de Lorca, poeta como él, dice que “Lorca y Picasso, sumos andaluces modernos con Falla, Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez, son los españoles contemporáneos más visibles del horizonte de la historia occidental. Federico García Lorca es un gran poeta como dos y dos son cuatro. La historia no tendrá más remedio que decir: Amén”.

Lorca, anticatólico, como lo demuestran biógrafos imparciales, no era ateo. En sus poemas incorpora a Dios, como el que escribió en 1922 titulado Abandono:

¡Dios mío, Lázaro soy!

Llena de aurora mi tumba,

da a mi carro negros potros.

¡Dios mío, me sentaré

sin preguntas y con respuesta!

A ver moverse las ramas.

Como a otros poetas de todos los tiempos, de quienes son ejemplos Rubén Darío y Juan Ramón Jiménez, el tema de la muerte preocupaba a Lorca.

En Lamentaciones de la muerte, escribe:

Vine a este mundo con ojos

y me voy sin ellos.

¡Sueño del mayor dolor!

Y luego, un velón y una manta en el suelo.

Quise llegar a donde

llegaron los buenos.

¡Y he llegado, Dios mío!

En Memento parece oír la muerte andando en zapatillas por el zaguán de la casa, casi rozándole el alma, y pide ser enterrado con su guitarra:

Cuando yo me muera, 

enterradme con mi guitarra 

bajo la arena.

Cuando yo me muera,

entre los naranjos 

y la hierbabuena.

Cuando yo me muera, 

enterradme si queréis 

en una veleta.

¡Cuando yo me muera!

En su celebrado Llanto por Ignacio Sánchez. Mejías, elegía dividida en cuatro partes, la muerte lo invade todo con una embestida de fiera. Un sentimiento de frustración, de angustia, de nada, corre por todo el poema. La muerte se presenta como algo terrible y fatal porque está ausente la seguridad cristiana de la inmortalidad. Ya en la primera parte del poema se advierte la victoria de la muerte con insistencia obsesionante, con ese repetido “a las cinco en punto de la tarde”, que termina ensombreciéndolo todo: “¡Eran las cinco en sombras de la tarde!”

En fin, García Lorca quiere dejar la vida con las puertas abiertas a lo posible, a la esperanza que puede materializarse, y pide:

Si muero,

dejad el balcón abierto.

El niño come naranjas. 

(Desde mi balcón lo veo). 

El segador siega el trigo.

(Desde mi balcón lo siento). 

¡Si muero,

dejad el balcón abierto!

 

Y que por ese balcón abierto entren a raudales las sonrisas de los ángeles desde el otro lado del mundo.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - El punto en la palabra - Federico García Lorca