Andanzas y lecciones de Don Quijote (26): consejos de Don Quijote a Sancho Panza

Se prolongan las razones que Don Quijote tiene sobre la incapacidad de Sancho para gobernar la ínsula. Luego llegan los consejos.

14 DE JULIO DE 2022 · 09:00

Don Quijote y Sancho Panza sobre Clavileño, una acuarela de Salvador Tusell. / Fondo Antiguo de la Biblioteca de la Univ. Sevilla, Wikimedia Commons.,
Don Quijote y Sancho Panza sobre Clavileño, una acuarela de Salvador Tusell. / Fondo Antiguo de la Biblioteca de la Univ. Sevilla, Wikimedia Commons.

Con el episodio de la dueña Dolorida y el caballo Clavileño concluye el capítulo XLI. El XLII trata principalmente de los consejos que Don Quijote da a Sancho para mejor desempeñar el oficio de gobernador, consejos que se prolongan en el capítulo siguiente.

Aunque en todo el Quijote se nota el arte con que Cervantes sabe variar las escenas, voy a centrarme en los consejos que figuran en los capítulos citados.

Entrados en un aposento Don Quijote cierra la puerta y hace casi por la fuerza que Sancho se siente ante él. El experimentado Caballero de los Leones antes de aconsejar a Sancho se dispara con unas palabras en las que pretende demostrar la grandeza del oficio de gobernador, que tantos deseaban, y la fortuna de ser él el elegido: “Tú, que para mí, sin duda alguna, eres un porro, sin madrugar ni trasnochar, y sin hacer diligencia alguna, con solo el aliento que te ha tocado de la andante caballería, sin más ni más te ves gobernador de una ínsula como quien no dice nada. Todo esto digo, ¡oh Sancho!, para que no atribuyas a tus merecimientos la merced recebida, sino que des gracias al cielo, que dispone suavemente las cosas”.

Se prolongan las razones, duras en su mayor parte, que Don Quijote tiene sobre la incapacidad de Sancho para gobernar la ínsula. Luego llegan los consejos, que pretendo enumerar.

1. Temor a Dios.

“Primeramente, ¡oh hijo! Has de temer a Dios; porque en el temerle está la sabiduría”.

Esta cita está tomada literalmente de la Biblia. Pertenece a Salomón. Se encuentra en Proverbios 1:7.

2. Conocerse a si mismo.

“Pon los ojos en quien eres, procurando conocerte a ti mismo, que es el más difícil conocimiento que pueda imaginarse”.

3. No hacer caso de las murmuraciones.

Gobernar con suavidad, “guiada por la prudencia, libre de la murmuración maliciosa, de la que no hay estado con se escape”.

4. Practicar la humildad.

“Haz gala, Sancho, de la humildad de tu linaje, y no te desprecies de decir que vienes de labradores”.

5. También la virtud.

“Si tomas por medio la virtud, y te precias de hacer hechos virtuosos, no hay que tener envidia a los que los tienen príncipes y señores; porque la sangre se hereda, y la virtud se adquiere”.

6. Comportamiento familiar.

“Si acaso viniere a verte cuando estés en tu ínsula alguno de tus parientes, no les deseches ni les afrentes; antes le has de acoger, agasajar y regalar”.

7. Atención de la mujer.

“Si trujeres a tu mujer contigo enséñala, doctrínala, y desbástala de su natural rudeza; porque todo lo que suele adquirir un gobernador discreto suele perder y derramar una mujer rústica y tonta”.

8. En caso de viudez.

“Si acaso enviudares y con el cargo mejorases de consorte, no la tomes tal que te sirva de anzuelo y de caña de pescar, y del no quiero de tu capilla”.

9. Resoluciones arbitrarias.

“Nunca te guíes por la ley del encaje (resolución arbitraria de un juez), que suele tener mucha cabida con los ignorantes que presumen de agudo”.

10. Compasión y justicia.

“Hallen en ti más compasión las lágrimas del pobre, pero no más justicia que las informaciones del rico”.

11. Búsqueda de la verdad.

“Procura descubrir la verdad por entre las promesas y dádivas del rico y entre los sollozos e importunidades del pobre”.

12. La administración de la ley.

“Cuando pudiere y debiere tener lugar la equidad, no cargues todo el rigor de la ley al delincuente; que no es mejor la forma del juez riguroso que la del compasivo”.

13. Otra vez la misericordia.

“Cuando sucediere juzgar algún pleito de algún tu enemigo, aparta las mientes de tu injuria y ponlos en la verdad del caso”.

14. Ceguera de pasión.

“No te siegue la pasión propia en la causa ajena; que los yerros que en ella hicieres, las más veces serán sin remedio; y si le tuviere, será a costa de tu crédito y aún de tu hacienda”.

15. La mujer hermosa.

“Si alguna mujer hermosa viniere a pedirte justicia, quita los ojos de sus lágrimas y tus oídos de sus gemidos, y considera de espacio la sustancia de lo que pide, si no quieres que se anegue tu razón en su llanto y tu bondad en sus suspiros”.

16. El castigo

“Al que has de castigar con obras no maltrates mal con palabras, pues le basta al desdichado la pena del suplicio, sin la añadidura de las malas razones”.

17. Piedad y clemencia.

“Al culpado que cayere debajo de tu juridición considérale hombre miserable, sujeto a las condiciones de la depravada naturaleza nuestra, y en todo cuanto fuera de tu parte, sin hacer agravio a la contraria, muéstratele piadoso y clemente; porque aunque los atributos de Dios todos son iguales, más resplandece y campea a nuestro ver el de la misericordia que el de la justicia”.

 

Concluida esta serie de 17 consejos sobre temas generales, Don Quijote le da otros de más letras ahondando en la vida personal del escudero. Le dice: “Si estos preceptos y estas reglas sigues, Sancho, serán luengos tus días, tu fama será eterna, tus premios colgados, tu felicidad indecible, casarás tus hijos como quisieres, títulos tendrán ellos y tus nietos, vivirás en paz y beneplácito con las gentes; y en los últimos pasos de la vida te alcanzará el de la muerte, en vejez suave y madura, y cerrarán tus ojos las tiernas y delicadas manos de tus terceros netezuelos”.

La segunda serie de consejos de Don Quijote a Sancho se extiende a lo largo del capítulo XLIII, segunda parte. Esto requiere escribir un capítulo más de tan interesantes admoniciones.

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