Todo el teatro de Unamuno: ‘El hermano Juan o el mundo es teatro’

“Unamuno y Don Juan frente a frente, hechos los dos, figuras del teatro, lucha cada uno para apoderarse del otro”.

21 DE ENERO DE 2021 · 22:05

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Foto de Annie Spratt en Unsplash CC.

Con motivo del cincuentenario de Unamuno la Universidad de Salamanca publicó un libro de 795 páginas en homenaje al que fuera su rector por largos años. En este libro, que ya he citado en otras letras mías, intervienen treinta y nueve escritores, españoles y extranjeros, considerados todos ellos especialistas en la obra de Unamuno. El crítico literario, ensayista y novelista Gonzalo Torrente Ballester, Premio Nacional de Literatura y Premio de la Crítica Teatral, participa en el homenaje a Unamuno con un excelente artículo de seis páginas en torno al Hermano Juan o el mundo es teatro.

Cree Ballester que este drama de Unamuno fue escrito en Hendaya alrededor de 1929. Opina que “así como los temas de su teatro son temas unamunescos, los de El hermano Juan lo son absolutamente”.

Antes de levantar el telón para representar la farsa Unamuno escribe un extenso prólogo de trece páginas donde ofrece su opinión sobre la leyenda de Don Juan Tenorio. Dice: “El legítimo, el genuino, el castizo Don Juan parece no darse a la caza de hembras sino para contarlo y para jactarse de ello. Recuérdese la lista de sus víctimas, de sus piezas cobradas, que presenta el Don Juan del drama de Zorrilla. Y recuérdense sus desafíos. ¿Por celos? No, el Burlador no los siente. Lo que le atosiga es asombrar, dejar forma y nombre”.

El drama fue publicado en forma de libro en 1934 por la Editorial Espasa-Calpe. García Blanco, uno de los más destacados especialistas en la obra de Unamuno dice que no tenemos noticias de su representación. María del Prado, otra concienzuda analista de todo cuanto escribió el gran vasco, añade que “El hermano Juan o el mundo es teatro nunca llegó a representarse”.

En 1934 Gerardo Rivera publicó en el diario La Voz dos artículos comentando el drama de Unamuno. En el primero decía que su don Juan “llegaba cargado de años, aún más, de siglos”.

Aunque Italia reclama la paternidad de Don Juan empujada por el Renacimiento, Ramiro de Maeztu opina que la figura de Don Juan Tenorio se encuentra en las antiguas leyendas e historias populares de España. Escritores franceses, ingleses, alemanes, italianos, norteamericanos y rusos han escrito libros sobre Don Juan. En España, el fraile Gabriel Téllez, más conocido como Tirso de Molina, autor de unas 400 obras dramáticas, dio a la imprenta hacia 1630 su versión de Don Juan Tenorio con el título El burlador de Sevilla y convidado de piedra. Tiempo después toma el turno José de Zorrilla y Moral. Su Don Juan Tenorio, de 1844, es el más conocido y más querido. Cuando llega el mes de noviembre muchas ciudades españolas representan en sus teatros el drama de Zorrilla. La gran diferencia entre Tirso de Molina y Zorrilla es que en la obra de Tirso, Dios pierde su carácter de Padre misericordioso, aplica a Don Juan el ojo por ojo y diente por diente y lo condena al infierno, en tanto que Zorrilla el amor de Doña Inés lo salva al pie de la sepultura.

Comentando la obra del así llamado Don Juan de Unamuno, el crítico teatral José Antonio Maravall publicó un artículo en el diario El Sol, de Madrid el 1 de noviembre de 1931 en el que, entre otras cosas, decía:

“Unamuno y Don Juan frente a frente, hechos los dos, figuras del teatro, lucha cada uno para apoderarse del otro. El acierto de Unamuno ha sido precisamente hacerse también personaje sobre las tablas, teatralizándose. Era el modo mejor de igualarse en armas a su contendiente”.

El hermano Juan o el mundo es teatro, que Unamuno subtitula ‘Vieja comedia nueva’, consta de tres actos. Intervienen ocho personajes. Juan. El padre Teófilo. Antonio. Benito. Elvira. Inés. Doña Petra. Una pastora.

En la primera escena de esta vieja comedia nueva Unamuno sitúa a Juan y a Inés en un rincón de un parque público. El está vestido a la moda romántica de 1830, con capa.

La escena abarca una conversación entre Juan e Inés. El dice a ella que no puede quererla, que no sabe querer, que no quiere querer, que no quiere a nadie. La aconseja que se case con Benito, pretendiente que está loco por su amor.

En esto se acerca Benito. Al verlos juntos grita a Juan:

—¿Otra vez, miserable, y engañándola? ¿No me prometiste no volver a engatusarla, a enloquecerla?

Luego dirigiéndose a Inés:

—¿Y tú? Pero, ¿no le tienes ya conocido? ¿No sabes que se da a conocer a pobres inocentes, como tú, y cuando están a punto de entregárseles las deja? ¿No has oído de sus diabólicas artimañas?

Benito se abalanza sobre Juan. Este es más rápido, coge al otro, le echa sobre el banco y le aprieta el cuello con las manos. Suplica Inés:

—Juan, Juan, perdónale.

Juan le suelta y dice a Benito.

—Por poco te estrangulo; sentí hundírseme el juicio. Pero ya pasó.

Entra en escena otra mujer, Elvira. Juan le pregunta a qué ha ido. Le responde.

—Supe el peligro que corrías. ¿Cómo? ¡No importa! Y he venido a desbaratar esta nueva aventura, esta nueva trampa que te tendían … a arrancarte del lazo. Míralos; ya se van, taimados.

Inés y Benito se alejan del parque cogidos del brazo.

Sigue Unamuno jugando con sólo dos intérpretes.

Elvira lleva a Juan hasta el cuarto de una vieja posada de Renada, antiguo hogar de sus padres. Elvira recuerda que allí jugaban los dos siendo niños, hasta los acostaban juntos. 

—He querido traerte aquí porque te quiero, y ahora te tengo.

Juan lo duda.

—¿Qué me tienes? ¿Qué me tienes, dices?

—¡Sí, te tengo! Y no te soltaré, porque te quiero— Insiste ella.

Juan se finge sorprendido.

—¿De modo que me has traído aquí a cortejarme, a hacerme el amor? ¡Tiene gracia! ¡Y aquí!

Elvira asiente:

—Te he traído a hacerte hombre y, sobre todo, a hacerme mujer. Y me saldré con la mía, te lo juro. Está de Dios.

Juan la corrige.

—Déjale quieto a Dios, por Dios.

Entra en escena doña Petra. Recrimina a Juan que su hija Matilde se suicidó loca de amor por él.

—Sé de tu vuelta a Renada y aquí me tienes, a maldecirte. Vengo del camposanto, de junto a su tumba, ante la cual he jurado solemnemente, solemnemente digo… ¿Por qué llevaste a desesperación a mi Matilde?

Juan se defiende.

—Bien, señora, no me haga hablar y contar quién suicidó, en rigor, a su pobre hija, no me haga hablar, le repito….

Todos contra Juan. Irrumpe en el escenario Antonio, médico conocido de Juan. Más tarde lo hace Inés. Al preguntarle Juan a qué ha ido, responde:

—¡A por ti! ¿Pues no hay sino zafarte dejándome, aunque sin deshonra, despreciada? Ya él me rechaza; todos, ¡qué todos!, todas, y es peor, se ríen de mí hecha rebojo… ¿Y ahora qué hago?

El médico toma partido por Inés. Dice a Juan.

—Ninguna se te resiste… a pesar tuyo, todas se enamoran de ti, ¿No es eso? ¡Tienes un don fatídico! La una se suicida porque la desprecias; la otra se casa por desesperación; la de más allá suspira en secreto por ti; todas te desean.

La parte más bella de la obra la escribe Unamuno en el tercer acto. Juan, convertido en fraile, da clase a unos niños y niñas sentados en un banco. 

—Ahora, hijitos de Dios, id con su gracia a jugar todos juntos en amor y compañía y no riñáis.

En el convento mantiene largas conversaciones con el padre Teófilo. Este le anuncia que una joven pastora, desolada y desalada, ha acudido al convento pidiendo ayuda al padre Juan. 

—¿Mi ayuda?, exclama sorprendido.

A lo que el padre Teófilo responde.

—¡Sí! ¡Ha cobrado ya tal renombre el hermano Juan en la comarca!

La pastora le dice que su hombre la ha abandonado por una mala hembra que le ha hecho tragar un bebedizo y pide que el fraile Juan le procure otro bebedizo para que su hombre vuelva a ella. Juan la despacha aconsejándole que rece a Santa Rita, abogada de los imposibles.

Como en vida todos tenemos las horas contadas, llegan las últimas para el fraile Juan.

Reunido con Elvira e Inés, les dice.

—Yo dormiré, ya sólo el eterno sueño de la huesa común de esta casa. Es la suerte solo.

Se equivoca. Su muerte es presenciada por todo el elenco de la compañía. El padre Teófilo hace de portavoz.

—El hermano Juan… ¡Se consumó la boda!

Boda con la muerte. Matrimonio eterno. Juan, Don Juan Tenorio, tuvo una muerte gloriosa y volvió a nacer en la historia.

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