Martí y el cristianismo
Tal como quedó demostrado en mi último artículo, José Martí, el escritor profundo, el poeta delicado, el héroe nacional de Cuba, creía en la humanidad y en la divinidad de Cristo. ¿Cuál era su sentir acerca del Cristianismo?
29 DE SEPTIEMBRE DE 2007 · 22:00
El escritor comienza por establecer clara diferencia entre Catolicismo y Cristianismo. En “ESCENAS MEXICANAS” dice que “el Cristianismo ha muerto a manos del catolicismo”. Y añade: “Para amar a Cristo es necesario arrancarlo a las manos torpes de sus hijos”
José Martí juzga el Cristianismo por el modelo que nos ofrece el Nuevo Testamento.
Destaca sus principios espirituales, sus palabras impregnadas de sabiduría, sus enseñanzas, las más valiosas que ha alcanzado el espíritu humano.
En su trabajo sobre qué hay en el hombre, escribe:
“Entre las numerosas religiones, la de Cristo ha ocupado más tiempo que otra alguna los pueblos y los siglos: esto se explica por la pureza de su doctrina moral, por el desprendimiento de sus evangelistas de los cinco primeros siglos, por la entereza de sus mártires, por la extraordinaria superioridad del hombre celestial que la fundó. Pero la razón primera está en la sencillez de su predicación que tanto contrastaba con las indignas argucias, nimios dioses y pueriles argumentos con que se entretenía la razón pagana de aquel tiempo, y a más de esto, en la pura severidad de su moral tan olvidada ya y tan necesaria para contener los indignos desenfrenos a que se habían entregado las pasiones en Roma y sus dominios”.
En otro texto del mismo ensayo, con pensamiento claro y verdades que nadie puede refutar, Martí exculpa al Cristianismo de todos los males que falsos cristianos o cristianos inconscientes le han causado a través de los siglos.
“El Cristianismo actual es hijo bastardo del que Cristo fundó con su muerte.”
Martí protesta contra una forma de Cristianismo excluyente, fanático, monopolizador de la conciencia. Dice:
“Pura, desinteresada, perseguida, martirizada, poética y sencilla, la religión del Nazareno sedujo a todos los hombres honrados, airados del vicio ajeno y ansiosos de aires de virtud; sedujo a las mujeres, dispuestas siempre a lo maravilloso, a lo tierno y a lo bello. Las exageraciones cometidas cuando la religión cristiana, que como todas las religiones, se ha desfigurado por sus malos sectarios; la opresión de la inteligencia ejercida en nombre del que predicaba precisamente el derecho natural de la inteligencia a libertarse de tanto error y combatirlo, y los olvidos de la caridad cristiana a que, para afirmar un poder que han comprometido, se han abandonado los hijos extraviados del gran Cristo, no deben inculparse a la religión de Jesús, toda grandeza, pureza y verdad de amor. El fundador de la familia no es responsable de los delitos que cometen los hijos de sus hijos”.
Cuando José Martí define el Cristianismo como “grandeza, pureza y verdad de amor”, se sitúa en la línea de hombres sabios, de todos los tiempos, que han visto en el Cristianismo de Cristo la libertad y el bien supremo sobre la tierra.
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