La depresión
La OMS apunta que más de 300 millones de personas pueden ser diagnosticadas hoy con trastornos depresivos.
28 DE JULIO DE 2023 · 21:14
Aunque está considerada como “la enfermedad del siglo xx”, la depresión no es un azote de nuestros tiempos. Es cierto que el estilo de vida que ahora llevamos ha propiciado su desarrollo. Pero hombres y mujeres de la prehistoria ya sufrían depresión, manifestándose ésta a la manera de entonces.
También está la Biblia.
El miedo que sintió Adán después de haber quebrantado la Palabra de Dios, ¿no fue un ataque de depresión?
Los gigantes de la fe: Job, Elías y Jeremías, ¿no sufrieron de depresión en algunas etapas de su vida?
Job: “Hablaré con amargura; porque es más grave mi llaga que mi gemido” (Job 23:2). “Hasta cuando angustiaréis mi alma?” (Job 19:2).
Elías: “Deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quitarme la vida”. (1º de Reyes 19:4).
Jeremías: “Maldito el día en que nací; el día en que mi madre me dio a luz no sea bendito”. (Jeremías 20:14).
¿Qué llevó Lot a sus borracheras y a convertir en madres a dos de sus hijas? ¿No fue la gran depresión que le hundió cuando le invadió el miedo ante los habitantes de Zoar? (Génesis 19:31-36).
Estos grandes hombres de Dios sufrieron esa misma depresión que trepa por todas las paredes y penetra por las ventanas abiertas en los cuerpos y en las mentes de personas en todo el mundo.
La Organización Mundial de la Salud apunta que más de 300 millones de personas pueden ser diagnosticadas hoy con trastornos depresivos. Otras estadísticas elevan el número a 350 millones. Esto supondría el total de la población española multiplicada.
Las mismas fuentes añaden que 800 mil personas al año cometen suicidios a causa de sus depresiones.
Alemania es el país europeo dende sus habitantes más se deprimen, seguida de Italia y Francia, con 3 millones cada una.
En el mapa europeo, España se encuentra en cuarto lugar, contando con 2,5 millones de afectados por la depresión.
El psiquiatra valenciano Adolfo Calle afirma que la depresión la padecen más las mujeres que los hombres.
También los niños. Un estudio llevado a cabo entre la población infantil determinó que nueve de cada cien niños españoles comprendidos entre ocho y diez años padecen tendencias depresivas.
Los educadores de primera enseñanza aseguran que los niños pueden deprimirse por cuatro razones distintas principales.
Una, el miedo a los animales. No se debe forzar al niño o a la niña que acaricien al perrito o al gatito en contra de su voluntad.
Dos, el divorcio de los padres. Aunque éstos crean que la separación no afecta a los hijos, muchos de ellos se deprimen al tener que vivir un tiempo en la casa de ella y otro tiempo en la casa de él, rodando como una pelota.
Tres, angustia ante el fracaso escolar por lo que supondrá para los padres. Estos deben entender que todos no pueden sacar un 10. No todos los niños han de ser médicos o filósofos. Tan digno como ellos son los carpinteros y los albañiles.
Cuatro, hay niños que sienten pavor de llegar a casa con malas notas por temor al castigo de los padres. Se han dado casos de suicidios de niños por estas razones.
Según el psiquiatra Enrique Rojas, estos pueden ser algunos de los síntomas de la depresión.
Sentirse triste sin motivo alguno.
Notar un cansancio excesivo.
Huir de los amigos y familiares.
Dificultad a la hora de conciliar el sueño.
Creerse más malo o más mala de lo que se es en realidad.
Mortificarse por cosas que se habían olvidado.
Pensar que sería mejor acostarse y morir en la cama.
No querer ver a nadie.
Notar disminución de la memoria.
Disminución de la actividad física.
Creer que nadie le comprende.
Rechazar la ayuda de familiares y amigos.
Sentir un malestar interior que no se puede explicar.
Irritación del carácter.
Pensamientos suicidas.
En su terapia contra la depresión la Biblia aconseja asumir la realidad en cada situación. El Salmo 57:8 aconseja: “Despierta, alma mía”.
Antes de acudir al psicólogo o al psiquiatra se ha de ayudar a la persona deprimida que despierte y asuma la realidad de su situación. Convencerla que de no hacerlo puede hundirse totalmente.
El autor de la epístola a los Hebreos señala dos palabras frecuentemente utilizadas en medicina para aconsejar a personas deprimidas: “Despojémonos de todo peso y desmayo. Que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar”. (Hebreos 12:2-3).
Aquí el peso no se refiere al pecado, porque la carga del pecado aparece separada por la conjunción “y”, “el pecado que nos asedia”.
En la mente del autor inspirado el peso es lo que se apodera del alma cuando aparecen los primeros síntomas depresivos.
Desmayo supone punto final. Cuando el deprimido cree que no existe solución alguna a su situación y se deja ir sin luchar.
Despojarse del peso interior y no desmayar en la lucha por la recuperación puede afectar a personas de cualquier ideología, sean creyentes o no. Para deprimidos de fe cristiana el autor de la epístola a los Hebreos recomienda el acercamiento a Cristo y la oración: “Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe”. (Hebreos 12:2).
Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - El color de mi cristal - La depresión