Buenas noticias en la tormenta
Como quien se detiene frente a un espejo, nos enfrentamos de golpe a nuestra propia realidad personal.
24 DE MARZO DE 2020 · 18:42

La profunda crisis por la que está pasando Europa no sólo colapsa sistemas sanitarios y golpea a la economía, sino que impacta de forma muy personal en nuestras vidas.
El confinamiento en nuestras casas es quizás la medida que mejor define el parón en seco en la vida de millones de personas. Como quien se detiene frente a un espejo, nos enfrentamos de golpe a nuestra propia realidad personal.
En sus discursos televisados, los líderes políticos nos hablan ya solo de datos macrosociales y medidas contra el coronavirus, sino que dedican una parte importante a aludir a realidades como miedo, los valores, la valentía y la esperanza de que “todo saldrá bien” (el lema popularizado en Italia).
Los temas de debate que nos parecían importantes hace unas semanas han languidecido, mientras que los medios de comunicación generales buscan la voz de filósofos, educadores y psicólogos. La pregunta de fondo para todos ellos se resumen en algo así como: ¿cómo vivir en medio de esta incertidumbre?
Europa podría encontrarse en un momento clave. Nuestro estilo de vida, muy basado en el consumismo, la adicción al trabajo y el individualismo, se enfrenta ahora a su propio “test” de autenticidad. Los valores sobre los que construíamos se están poniendo a prueba. En términos bíblicos, estamos en uno de esos momentos de adversidad en los que los “ídolos” deben demostrar si pueden “salvar”.
Los cristianos, aquellos que decimos creer (es decir, confiar) en Cristo, no estamos exentos de la prueba, también nosotros sufriremos durante esta crisis. De hecho, somos los primeros a los que Dios llama a evaluar sus caminos, prioridades y alabanza, como dice la Escritura. El parón de esta crisis es un buen momento para preguntarnos: ¿habíamos puesto también nuestra confianza en las falsas ilusiones que ofrecía la cultura que nos rodea?
Mientras crece la curva del coronavirus y las cifras de muertos, como iglesia estamos llamada a interceder por nuestros vecinos. Ahora que centenares de miles pierden su trabajo, debemos poder mostrar en la práctica que el evangelio ‘funciona’ aun en las circunstancias más difíciles. Conforme se nos pide que reduzcamos al mínimo las relaciones personales, la iglesia está llamada a ser una comunidad que va más allá de las cuatro paredes.
Muchos en España y el resto del mundo se preguntarán estos días si hay ‘alguien allí fuera’ que esté al control de todo esto. La buena noticia es que sí lo hay. El Dios creador está disponible en medio de la tormenta.
Pidamos sabiduría para ser canales de comunicación de esas buenas noticias. Tenemos esperanza porque hay un Dios que sostiene todas las cosas en sus manos. Como decía Francis Schaeffer, Él está presente y no está callado.
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