El poder de la sangre
Como las ondas de radio llevan la voz, como el wifi que transmite datos, como la radiofrecuencia que destruye un tumor: no se ve, pero existe, y obra en nuestras vidas.
05 DE NOVIEMBRE DE 2014 · 23:00
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“Si mi sangre puede curar, aquí estoy” ha dicho Teresa Romero, la técnico de enfermería que ha superado la infección por el virus del ébola.
Ella expuso su vida atendiendo a pacientes contagiados, y el contacto con el virus supuso una lucha enorme en su organismo, que debió fabricar defensas (anticuerpos) capaces de destruir al agente letal llamado ébola.
Quienes se contagien del virus ébola en un futuro, podrán beneficiarse de la sangre de Teresa Romero para obtener las defensas de las que carecen y así evitar la muerte.
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“Sólo mi sangre puede limpiaros, aquí estoy” dijo Jesús, el hombre que afirmaba ser Dios mismo hecho carne. Él y sólo Él fue capaz de superar la infección del virus del pecado: avaricia, egoísmo, mentira, tiranía, violencia, orgullo, hedonismo, corrupción, intolerancia, relativismo, injusticia, sexualidad insana, superficialidad, ateísmo, insensibilidad, materialismo, cohecho...
El expuso su vida siendo uno más, conviviendo con personas contagiadas de pecado, y el contacto con el virus supuso una vida en la que luchó continuamente contra él, de forma que jamás se contagió. Derramada en la cruz del Gólgota por y para nosotros, su sangre tiene el poder de destruir al agente letal llamado pecado.
No se aplica a través de un sistema de goteo.
Es una transfusión espiritual, invisible pero igualmente efectiva.
Como las ondas de radio que llevan la voz, como el wifi del módem que transmite datos, como la radiofrecuencia que destruye un tumor: no se ve, pero existe, y obra en nuestras vidas.
Si nos volvemos a Jesús. Si se lo pedimos. Es cuestión de vida o muerte.
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