Rebelión en la granja

Este es el título de la magnífica novela de G. Orwell, en la que una granja sirve de plataforma para escenificar la falsa realidad de una teórica justicia social, en una parábola llena a la vez de humor, ironía y cierto regusto amargo.

13 DE JULIO DE 2009 · 22:00

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Quizás se pueda resumir toda la obra en una simple frase, que aparece pintada en las paredes de la granja, matizando la afirmación inicial de que “todos somos iguales”: “Todos somos iguales, pero unos son más iguales que otros”. Así, vivimos rodeados de cristianos y no cristianos “tolerantes” que atacan -con demagogia, injusticia y maleducación- a quienes no son tolerantes a la imagen y semejanza de sus personas y valores. Todos debemos tener igual tolerancia, pero para unos es más igual que para otros. Algo similar ocurre con el actual Ministro de Justicia español, Caamaño, que opina que «la libertad de conciencia no puede ser una excusa permanente para desobedecer la ley». Seguramente no se refiere a la época franquista, en la que la “mili” era obligatoria por Ley, y la enseñanza de la religión católica impuesta oficialmente en las aulas españolas (además… ¿se puede ser objetor de conciencia obedeciendo la ley?). Y es que todos tenemos igual libertad de conciencia, pero unos más igual que otros. Y saltando a otra cuestión, para el actual Gobierno español el aborto -sin conocimiento de sus padres- de jóvenes menores de edad es un derecho de la mujer, mientras que el derecho del no nacido; y de los padres a educar y formar no cuentan, incluso parecen estos últimos un peligro a controlar. Y es que todos tenemos iguales derechos, pero unos más iguales que otros. Y para rematar, vivimos inmersos en una vida social y política infecta de corrupción, en la que la mayoría sólo denuncia la corrupción del de enfrente y calla la de sus amigos. Y todo ser humano es corrupto en potencia, necesitando la supervisión y ayuda de contrapesos de poder a su lado. Porque toda institución y persona tienen igual falibilidad, pero unas menos iguales que otras. Quizás parezca un poco o un mucho negativo este Editorial. Pero es que si callamos las piedras hablarían. Porque todos tenemos el mismo derecho a hablar… pero unos lo hacen más que otros. Los cristianos protestantes de corazón (no necesariamente los de carnet o pedigrí) defienden la libertad de conciencia para todo ser humano. En el caso de los cristianos, en un acto responsable que en última instancia sólo depende y rinde cuentas delante del Dios de la Palabra. Fruto de ello están no sólo Jesús (un desobediente objetor –dicho sea de paso- de las leyes de su tiempo) sino cristianos como Abraham Lincoln o Martin Luther King. Y en este aspecto de la libertad de conciencia todos somos iguales, y no hay jerarquía, instituciones, democracias o unidades en lo universal. Aquí sí que todos somos iguales, absolutamente iguales unos a otros.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Editorial - Rebelión en la granja