Chávez patina como Pat
La encuesta de Protestante Digital no deja lugar a dudas sobre la postura de los evangélicos sobre la “sugerencia” de Pat Robertson de “liquidar” a Chávez: condena casi unánime. Pero la actuación reciente de Chávez de expulsar a “Nuevas Tribus” de Venezuela merece la misma actitud de rechazo, sin duda alguna.
17 DE OCTUBRE DE 2005 · 22:00
En la encuesta de Protestante Digital se preguntaba sobre la opinión respecto las declaraciones de Pat Robertson de `eliminar´ a Chávez. El 78% pensaba que “cometió un gravísimo y condenable error como líder cristiano”, el 10% que “se equivocó, pero no pensó realmente lo que decía”; y finalmente un 7% pensaba que “se equivocó, pero en realidad quiso decir otra cosa “. Un 5% se abstuvo.
Pero la violencia engendra violencia, dice la Biblia. Y sin duda el efecto dominó de la agresión se está desarrollando en el país venezolano de manera injustificada en contra de “Nuevas Tribus”, tras 60 años de trabajo con los indígenas venezolanos, con el respaldo generalizado de las instituciones evangélicas de este país.
Y es que resulta fácil atacar a los misioneros norteamericanos. Se les asimila con Bush, se les tacha de fundamentalistas, de espías de la CIA, de ramificaciones del Imperio yanqui.
Y nadie debe ser juzgado por su apariencia, su raza o su religión; sino por sus hechos. Nadie debe sufrir los prejuicios, ni los inmigrantes de los países pobres, ni los misioneros norteamericanos. Sobre todo cuando estos últimos viajan a selvas en las que no existe ninguna de las comodidades de su país de origen, y sí en cambio enfermedades e inseguridad que ponen en riesgo sus vidas. Porque en 60 años ningún misionero norteamericano en Venezuela ha sido acusado de espionaje. Y porque los protestantes o evangélicos de Venezuela –al margen de su ideología política y su posicionamiento respecto a Chávez- defienden la labor de “Nuevas Tribus”.
Si existe alguna hecho delictivo, que se juzgue y se actúe en consecuencia; pero el sambenito de "fundamentalista" y "norteamericano" no puede ser esgrimido como razón suficiente para que una persona (Chávez) actúe según sus propios criterios personales al margen de la ley”.
Chávez patina como Pat Robertson. Quiere acabar con quien ve como un posible enemigo o peligro, sin pararse a pensar con ecuanimidad, por encima de los odios, las aversiones y los gustos personales.
Nos gustó mucho un artículo de Isabel Pavón en Protestante Digital titulado “Licencia para amar”. Dice que entre ARMA y AMAR sólo hay un pequeño cambio de orden de letras. Sería bueno que Robertson, Chávez y todos nosotros aprendiésemos a poner las letras en el orden adecuado.
Sin negar nuestros principios, nuestras diferencias y nuestras pequeñas batallas, debemos aprender la lección de Jesús: amad a vuestros enemigos. ¿O no creemos ni queremos obedecer estas palabras del Maestro?
Y no queremos olvidar a los evangélicos de San Nicolás (México) que siguen en la picota por la misma intolerancia de los católicos de su pueblo, del que quieren echarles por el simple hecho de ser diferentes. Siguen en nuestro corazón y en nuestras oraciones.
Pero la violencia engendra violencia, dice la Biblia. Y sin duda el efecto dominó de la agresión se está desarrollando en el país venezolano de manera injustificada en contra de “Nuevas Tribus”, tras 60 años de trabajo con los indígenas venezolanos, con el respaldo generalizado de las instituciones evangélicas de este país.
Y es que resulta fácil atacar a los misioneros norteamericanos. Se les asimila con Bush, se les tacha de fundamentalistas, de espías de la CIA, de ramificaciones del Imperio yanqui.
Y nadie debe ser juzgado por su apariencia, su raza o su religión; sino por sus hechos. Nadie debe sufrir los prejuicios, ni los inmigrantes de los países pobres, ni los misioneros norteamericanos. Sobre todo cuando estos últimos viajan a selvas en las que no existe ninguna de las comodidades de su país de origen, y sí en cambio enfermedades e inseguridad que ponen en riesgo sus vidas. Porque en 60 años ningún misionero norteamericano en Venezuela ha sido acusado de espionaje. Y porque los protestantes o evangélicos de Venezuela –al margen de su ideología política y su posicionamiento respecto a Chávez- defienden la labor de “Nuevas Tribus”.
Si existe alguna hecho delictivo, que se juzgue y se actúe en consecuencia; pero el sambenito de "fundamentalista" y "norteamericano" no puede ser esgrimido como razón suficiente para que una persona (Chávez) actúe según sus propios criterios personales al margen de la ley”.
Chávez patina como Pat Robertson. Quiere acabar con quien ve como un posible enemigo o peligro, sin pararse a pensar con ecuanimidad, por encima de los odios, las aversiones y los gustos personales.
Nos gustó mucho un artículo de Isabel Pavón en Protestante Digital titulado “Licencia para amar”. Dice que entre ARMA y AMAR sólo hay un pequeño cambio de orden de letras. Sería bueno que Robertson, Chávez y todos nosotros aprendiésemos a poner las letras en el orden adecuado.
Sin negar nuestros principios, nuestras diferencias y nuestras pequeñas batallas, debemos aprender la lección de Jesús: amad a vuestros enemigos. ¿O no creemos ni queremos obedecer estas palabras del Maestro?
Y no queremos olvidar a los evangélicos de San Nicolás (México) que siguen en la picota por la misma intolerancia de los católicos de su pueblo, del que quieren echarles por el simple hecho de ser diferentes. Siguen en nuestro corazón y en nuestras oraciones.
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