Juan Ruiz Peña (siglo XX)

La producción poética de Ruiz Peña se caracteriza por una sensibilidad muy personal.

11 DE NOVIEMBRE DE 2022 · 10:00

Ilustración de Juan Ruiz Peña para la edición de su antología 'Umbrales de la memoria'. / <a target="_blank" href="http://www.juanruizpeña.es/antologia/">Página web de Juan Ruiz Peña</a>.,
Ilustración de Juan Ruiz Peña para la edición de su antología 'Umbrales de la memoria'. / Página web de Juan Ruiz Peña.

Otro paisano de José María Pemán, Ruiz Peña, nació en Jerez de la Frontera (Cádiz), el 25 de marzo 1915. Su influencia y su adolescencia transcurrieron en su ciudad natal, tierra de vino, donde estudió el bachillerato. En la Universidad de Sevilla cursó la carrera de Filosofía y Letras, licenciándose en 1936, año fatídico en el que media España se enfrentó con las armas a la otra media.

En Burgos ejerció como catedrático de Literatura en el Instituto y en la Escuela de Comercio de la misma ciudad. De Burgos pasó a Salamanca, donde también fue Catedrático de Literatura en la vieja universidad. El año 1939, agonizando ya la guerra incivil, fundó la revista Nueva Poesía, donde llegó a escribir Juan Ramón Jiménez. Fue elegido miembro de la Real Academia Española por Castilla la Vieja. En 1942 se instaló en Madrid, “pero mi corazón siempre está en el sur”, escribió. En 1940 publicó en Cádiz su primer libro de versos titulado Canto de los dos, al que siguió Vida del poeta, por el que logró un accésit al premio de poesía Adonais en 1946.

La producción poética de Ruiz Peña se caracteriza por una sensibilidad muy personal, iniciada con acento andaluz, que luego se hace más desnuda en castellano.

Ruiz Peña murió el 25 de abril de 1992.

Oración

La catedral erguida,

la sombra de los álamos,

y mi pensar.

Era la tarde un resplandor rosado.

 

Mi corazón oía

tu palpitar lejano.

Azul y vívido,

un lucero brillaba solitario.

 

Hablaba tu silencio.

Quería yo escucharlo,

y contemplaba

por la atmósfera el vuelo de los pájaros.

Si eres luz de ti mismo

y en tu fulgor soy rayo,

¡vibre, Señor,

mi pensamiento en todo lo creado!

 

Lámpara de oro

Mi fe es una lámpara

de oro,

con cien mil soles dentro,

pero su claridad es poca

aún, y mi alma

apenas un temblor, sonido, hoja

de otoño o suspirar amarillo del bosque.

Qué importa, si te siento

en mi sangre, en hervor,

si te escucho, resuello de niño dormido,

si te respiro, iris teñido de ilusión.

Te busco con mi lámpara,

pasan los años,

y soy tiempo

desnudo, soledad, trabajo, amor,

tonel de sufrimiento.

Yo te ofrendo la vida,

dame la paz en cambio,

oh Invisible, mi lámpara no puede alumbrar más.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Dios en la poesía religiosa española - Juan Ruiz Peña (siglo XX)