Luis de Góngora (Siglos XVI y XVII)

Sus sonetos están considerados por su arquitectura como los más bellos de toda la poesía española.

20 DE MAYO DE 2022 · 09:00

Luis de Góngora, retratado por Diego Velázquez. / Instituto Cultural de Google, Wikimedia Commons.,
Luis de Góngora, retratado por Diego Velázquez. / Instituto Cultural de Google, Wikimedia Commons.

Luis de Góngora Argote, autor de un lenguaje poético original y de una tendencia artística perenne, nació en Córdoba el 11 de julio de 1561 y desnació en la misma ciudad andaluza el 23 de mayo de 1627. Vivió y escribió entre dos siglos, el XVI y el XVII.

Miembro de una familia acomodada, estudió Leyes y Teología en Salamanca, pero no se ordenó sacerdote hasta cumplidos 50 años. El poeta Dámaso Alonso, quien estudió en profundidad su vida y su obra, dice que la carrera eclesiástica no anuló su vocación por la vida mundana. En 1588 el obispo Francisco Pacheco acumuló cinco cargos contra él. En el último decía que Góngora andaba “de día y de noche en cosas ligeras”. Se ha hablado de sus amores con mujeres incluso cuando ya tenía un puesto importante en la famosa catedral de Córdoba. Rival de Lope de Vega y de Quevedo, su obra poética le consagró como una de las grandes figuras del siglo de Oro. En los últimos años de vida padeció arterioesclerosis prematura y murió perdida la memoria. Sus sonetos están considerados por su arquitectura como los más bellos de toda la poesía española.

¡Cuántos silbos, cuántas voces...!

¡Cuántos silbos, cuántas voces

tus campos, Belén, oyeron

sentidas bien de sus valles,

guardadas mal de sus ecos!

Pastores las dan buscando

el que celestial Cordero

nos abrió piadoso el libro,

que negaban tantos sellos.

No pastor, no abrigó fiera

frágil choza, albergue ciego,

que no penetre el cuidado,

que no escudriñe el deseo.

La diligencia, calzada,

en vez de abarcas, el viento,

cumbres pisa coronadas

de paraninfos del cielo.

Tanto he visto, celestial,

tan luminoso, tan raro,

que, a pesar, hallarás claro

de la noche este portal.

A Cristo en la Cruz

Pender de un leño, traspasado el pecho

y de espinas clavadas ambas sienes;

dar tus mortales penas en rehenes

de nuestra gloria, bien fue heroico hecho.

 

Pero más fue nacer en tanto estrecho

donde, para mostrar en nuestros bienes

a dónde bajas y de dónde vienes,

no quiere un portadillo tener techo.

 

No fue esta más hazaña, ¡oh gran Dios mío!,

del tiempo, por haber la helada ofensa

vencido en flaca edad, con pecho fuerte

 

—que más fue sudar sangre que haber frío—,

sino porque hay distancia más inmensa

de Dios a hombre que de hombre a muerte.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Dios en la poesía religiosa española - Luis de Góngora (Siglos XVI y XVII)