Tirso de Molina (siglos XVI y XVII)

Enamorado como soy de sus dos obras sobre Juan Tenorio, me he inclinado por espigar en ellas pensamientos donde este poeta de los siglos de oro penetra en el corazón del Eterno.

14 DE ABRIL DE 2022 · 19:00

Retrato de Tirso de Molina, por fray Antonio Manuel de Hartalejo. / Biblioteca Nacional de España, Wikimedia Commons.,
Retrato de Tirso de Molina, por fray Antonio Manuel de Hartalejo. / Biblioteca Nacional de España, Wikimedia Commons.

Tirso de Molina era seudónimo. En la vida real se llamaba Gabriel Téllez. Nació en Madrid el 24 de marzo 1579 y desnació en Soria en febrero 1648. Vivió entre dos siglos. Procedente de una familia humilde comenzó el noviciado en el convento de la Merced, en Madrid, y profesó en el de Guadalajara. Perteneció a la Orden Real y Militar de Nuestra Señora de la Merced y la Redención de los Cautivos. Muy pocos son los datos que nos han llegado de su vida. Vivió en varios conventos de su Orden hasta 1616, año en el que embarcó hacia la isla de Santo Domingo, en donde explicaría tres cursos de Teología. Fue el único viaje que hizo más allá del océano. Dos años después regresó a Madrid. Desde la capital de España viajó a Galicia y Portugal. Conoció a Lope de Vega, junto a él intervino en polémicas literarias. Dentro de su Orden llegó a alcanzar posiciones elevadas. En 1626 fue designado comendador de Trujillo. En 1635 fue nombrado definidor general de la provincia de Castilla y más tarde comendador del convento de Soria, donde residió hasta su muerte.

Tirso de Molina ha quedado entronizado en la literatura española por los dos libros que escribió sobre Juan Tenorio, dos siglos antes de que lo hiciera Zorrilla. Son ¿Tan largo me lo fiais? y El burlador de Sevilla y convidado de piedra. Aunque Tirso escribió poemas donde reflejaba lo que Dios sentía, enamorado como soy de sus dos obras sobre Juan Tenorio, me he inclinado por espigar en ellas pensamientos donde este poeta de los siglos de oro penetra en el corazón del Eterno.

Castigo de Dios

¿En el palacio real

traición, y con un amigo?

Traidor, Dios te dé el castigo

que pide delito igual.

Mira que aunque al parecer

Dios te consiente, y aguarda,

tu castigo no se tarda,

y que castigo ha de haber

para los que profanáis

su nombre, y que es juez fuerte

Dios en la muerte.

En la jornada segunda, escena XII de El burlador de Sevilla y convidado de piedra insiste en la idea del castigo divino, opinión que le aparta del Dios misericordia en el Tenorio de Zorrilla. Dice aquí Tirso de Molina por boca de Don Diego al enloquecido Don Juan:

Por tu trato, y tus locuras.

Al fin el rey me ha mandado

que te eche de la ciudad,

porque está de una maldad

con justa causa indignado.

Que aunque me lo has encubierto,

ya en Sevilla el rey lo sabe,

cuyo delito es tan grave,

que a decírtelo no acierto.

¿En el palacio real

traición, y con un amigo?

Traidor, Dios te dé el castigo

que pide delito igual.

Mira que aunque al parecer

Dios te consiente, y aguarda,

tu castigo no se tarda,

y que castigo ha de haber

para los que profanáis

su nombre, y que es juez fuerte

Dios en la muerte.

En la jornada tercera, escena XX de la misma obra, Tirso une las maravillas de Dios con su justicia:

Las maravillas de Dios

son, don Juan, investigables,

y así quiere que tus culpas

a manos de un muerto pagues,

y si pagas desta suerte

esta es justicia de Dios:

“quien tal hace, que tal pague”.

El don Juan Tenorio de Tirso, como creyente católico, pide a gritos un confesor, única manera de salvarse que conocía, pero este medio le fue negado. ¿Por qué se complace Tirso en condenarle? ¿No fue más vil la vida de uno de los ladrones crucificado junto a Cristo? Y Cristo le prometió el paraíso antes de estregar el alma.

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