Rosalía de Castro (Siglo XIX)

Todo lo metafísico tiene una importante presencia en la obra de Rosalía de Castro: Dios, la religión, el alma, la muerte, la eternidad. También el amor.

11 DE MARZO DE 2022 · 09:36

Detalle del retrato al óleo que Modesto Brocos hizo de Rosalía de Castro en 1880. / Wikimedia Commons.,
Detalle del retrato al óleo que Modesto Brocos hizo de Rosalía de Castro en 1880. / Wikimedia Commons.

Rosalía de Castro está considerada como “una de las escasas figuras perdurables y universales del romanticismo español”, la mujer que tuvo el mérito irrepetible de “haber elevado el gallego a la categoría de lengua literaria y, en consecuencia, haber formulado mejor que nadie –antes y después de ella– los elementos que componen la identidad gallega”.

Rosalía de Castro nació en Santiago de Compostela el 24 de febrero 1837. En el registro civil fue inscrita como “hija de padres incógnitos”, según la injusticia de aquella época. La madre, María Teresa de la Cruz de Castro, pertenecía a una familia noble. Se ha escrito que el padre biológico de Rosalía fue el seminarista católico, José Martínez Viojo.

Al enterarse de su condición de hija ilegítima, hacia los 15 años, Rosalía sufrió una grave crisis interior que la marcó hasta la muerte.

En octubre de 1858 contrajo matrimonio con el destacado historiador gallego Manuel Martínez Mugía. Tuvieron seis hijos.

Todo lo metafísico tiene una importante presencia en la obra de Rosalía de Castro: Dios, la religión, el alma, la muerte, la eternidad. También el amor.

Un cáncer acabó con su vida cuando sólo tenía 48 años. Sepultada en el cementerio de Uría, junto a su madre, en 1891 sus restos fueron trasladados a la Iglesia de Santo Domingo, en Santiago de Compostela.

Si medito en tu eterna grandeza

Si medito en tu eterna grandeza,

buen Dios, a quien nunca veo,

y levanto asombrada los ojos

hacia el alto firmamento

que llenaste de mundos y mundos...

toda conturbada, pienso

que soy menos que un átomo leve

perdido en el universo;

nada, en fin... y que al cabo en la nada

han de perderse mis restos.

 

Mas si cuando el dolor y la duda

me atormentan, corro al templo,

y a los pies de la Cruz un refugio

busco ansiosa implorando remedio,

de Jesús el cruento martirio

tanto conmueve mi pecho,

y adivino tan dulces promesas

en sus dolores acerbos,

que cual niño que reposa

en el regazo materno,

después de llorar, tranquila

tras la expiación, espero

que allá donde Dios habita

he de proseguir viviendo.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Dios en la poesía religiosa española - Rosalía de Castro (Siglo XIX)