Francisco de Aldana (Siglo XVI)

El largo poema que dedica a su amigo Arias Montano ha sido considerado “como una verdadera pieza a lo divino”.

21 DE ENERO DE 2022 · 10:30

Batalla de Alcázarquivir (1578), Museo de Forte da Ponta da Bandeira, Lagos, Portugal. Única representación conocida publicada por Miguel Leitão de Andrade en la obra “Miscelânea” (1629)./ Wikipedia,
Batalla de Alcázarquivir (1578), Museo de Forte da Ponta da Bandeira, Lagos, Portugal. Única representación conocida publicada por Miguel Leitão de Andrade en la obra “Miscelânea” (1629)./ Wikipedia

Aldana nació en Alcazarquivir, Marruecos, se calcula que en 1537. No fue hombre de Iglesia, aunque sí autor de poemas religiosos. Sus dotes biográficas lo identifican como político y militar. Creció en Italia bajo la protección de los Médicis. Se educó en el ambiente renacentista de Florencia, donde inició su actividad poética en italiano y en castellano. En 1553 ingresó en la milicia y participó en la batalla de San Quintín. En 1571 viaja a España y al año siguiente se une a las fuerzas de Juan de Austria contra los turcos. En 1578, con 40 años, acompaña a Sebastián de Portugal en la batalla contra los árabes en Alcazarquivir. Allí falleció aquel mismo año.

Su producción poética la constituye versos religiosos y didácticos. El largo poema que dedica a su amigo Arias Montano ha sido considerado “como una verdadera pieza a lo divino”. El fino crítico literario Fernando Díaz Plaja, periodista e historiador, emite esta opinión sobre Aldana: “Pudo ser mejor aún que Garcilaso de la Vega, el símbolo humano del renacimiento español. No lo es por la tremenda despreocupación que hay entre la brevedad de su obra y la magnitud de su ambición poética”.

 

RECONOCIMIENTO DE LA VANIDAD DEL MUNDO

En fin, en fin, tras tanto andar muriendo,
tras tanto varïar vida y destino,
tras tanto de uno en otro desatino,
pensar todo apretar, nada cogiendo;

tras tanto acá y allá, yendo y viniendo
cual sin aliento, inútil peregrino;
¡oh Dios!, tras tanto error del buen camino
yo mismo de mi mal ministro siendo,

hallo, en fin, que ser muerto en la memoria
del mundo es lo mejor que en él se asconde,
pues es la paga de él muerte y olvido;

y en un rincón vivir con la vitoria
de sí, puesto el querer tan sólo adonde
es premio el mismo Dios de lo servido.

 

DEL POEMA A ARIAS MONTANO

Ojos, oídos, pies, manos y boca,

hablando, obrando, andando, oyendo y viendo,

serán del mar de Dios cubierta roca;

cual pece dentro el vaso alto, estupendo,

del oceano irá su pensamiento

desde Dios para Dios yendo y viniendo.

Serále allí quietud el movimiento,

cual círculo mental sobre el divino

centro, glorioso origen del contento,

que, pues el alto, esférico camino

del cielo causa en él vida y holganza,

sin que lugar adquiera peregrino,

llegada el alma al fin de la esperanza,

mejor se moverá para quietarse

dentro el lugar que sobre el mundo alcanza,

do llega en tanto extremo a mejorarse

(torno a decir) que en él se transfigura,

casi el velo mortal sin animarse.

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