Tomás de Aquino, ¿un hombre de diálogo?

Entre la lectura crítica y la ecléctica se encuentra cuál es el enfoque adecuado de la fe evangélica frente a Tomás de Aquino y la tradición en general, siempre sujeta al escrutinio supremo de la Escritura.

  · Traducido por Rosa Gubianas

23 DE JUNIO DE 2024 · 20:00

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Internet Archive Book Images, Wikimedia Commons.

¿Cómo se puede tomar como modelo de “diálogo” a un hombre que vivió hace 800 años para hacer frente a la fragmentación cultural y a los vientos de guerra que soplan hoy en el mundo? Esta es la pregunta que subyace en una importante conferencia celebrada en Nápoles (25-27 de abril) con motivo del 750 aniversario de la muerte de Tomás de Aquino (1274). El título de la conferencia era “Santo Tomás de Aquino. Hombre del Mediterráneo, hombre de diálogo”, y se celebró parte en el Pontificio Seminario Teológico del Sur de Italia, y parte en el convento dominico de Madonna dell'Arco. Se presentaron veinticinco ponencias, algunas de ellas de destacados estudiosos italianos de Tomás, tanto dominicos (por ejemplo, Serge-Thomas Bonino, Angelicum, Roma; Giuseppe Barzaghi, Bolonia; Giorgio Carbone, Bolonia), académicos universitarios (por ejemplo, Pasquale Porro, Universidad de Turín; Luciano Malusa, Universidad de Padua) y destacados teólogos católico romanos (por ejemplo, Antonio Staglianò, presidente de la Pontificia Academia de Teología).

La conferencia constó de tres secciones: 1. Tomás y Nápoles, 2. Tomás como un hombre de diálogo, y 3. Tomás y los diálogos del siglo XXI. El objetivo era poner de relieve el alcance global del pensamiento de Tomás, que puede incluir y englobar las preocupaciones del dialogante en un todo mayor. De ahí que se hablara de él como modelo de “diálogo”: su pensamiento no se opone a lo diferente, no lo reduce, sino que lo engloba integrándolo y ampliándolo.

Resumen de la Conferencia

Tomás de Aquino fue presentado por S.-T. Bonino como un intelectual “católico” que podía recoger el pensamiento de otros filósofos y teólogos, purificarlo y recapitularlo en plenitud católica. Como argumentó J. Ellul, Tomás podía aprovechar los principios de la “razón natural” y así invitaba a interlocutores de otras confesiones, por ejemplo, musulmanes, a razonar con él asumiendo la posibilidad universal de la razón “correcta”. A modo de aplicación, lo que necesitamos en nuestro mundo no es el tipo de razón que polariza las cuestiones y las personas sino la que puede tender puentes entre ellas. Tomás es un defensor de este enfoque. Según M. Benedict, la razón es la bisagra que mantiene unidos su diálogo y su confrontación con los judíos. Según F. Tramontano, Tomás sostiene que la razón es accesible a todos, especialmente en la Summa contra Gentiles; en este contexto, Aquino reta a los no cristianos a utilizar la razón para llegar a lo que todos pueden alcanzar y abrirse después a la fe. A. Cortesi llegó a decir que, en cuanto al diálogo interreligioso de hoy, Tomás ayuda a ver “más” de la realidad que nos hará descubrir “más” de la verdad para hacer “más” amigos entre nosotros. Estas son sólo algunas ideas que ayudan a hacerse una idea de lo que se presentó en la conferencia.

Esta comprensión de Tomás sirve a la catolicidad del catolicismo romano, es decir, a su voluntad y capacidad de incluir a todos en su síntesis. Hoy tiene una trayectoria muy atractiva y acogedora. Sin embargo, pierde de vista la integridad del evangelio bíblico porque subestima los efectos devastadores del pecado sobre toda la vida, incluida la razón. También pierde de vista las antítesis del evangelio (“Dios contra los ídolos”, “o conmigo o contra mí”, “luz contra tinieblas”, “pecado contra santidad”) y la llamada a llevar cautivo todo pensamiento a Jesucristo (2 Corintios 10:5) en lugar de coquetear con los patrones de pensamiento del mundo. Lo que se presentó fue un tomismo fascinante, acogedor, no oposicional, que invita a participar en la síntesis ampliada a la que aspira el catolicismo romano, es decir, la Biblia y las tradiciones, la naturaleza y la gracia, la fe y la razón, los cristianos y los no cristianos, el cristianismo y las religiones.

Sobre las lecturas elénctica y ecléctica de Tomás

Como único erudito evangélico que contribuyó a la conferencia, mi ponencia se titulaba “Entre la lectura ecléctica y la teología elenctista: Tomás de Aquino en la recepción de la teología protestante”. En ella, identifiqué dos formas de leer a Tomás que han sido comunes en el bando evangélico: por un lado, la “elénctica” (es decir, objetando y refutando), de quienes se acercaron a él para cuestionar su sistema (Martín Lutero es el principal ejemplo, Francis Schaeffer es el último); por otro, la “ecléctica” (es decir, la que se apropia de secciones y partes), de quienes lo utilizaron de manera selectiva y circunstancial, tomando pistas aquí y allá de su pensamiento, manteniendo siempre una cierta distancia de su sistema (Martin Bucer y Peter Martyr Vermigli son ejemplos en el siglo XVI, Francis Turretin en en el siglo XVII, Herman Bavinck en el siglo pasado).

Por parte de la Reforma, la larga historia de las interacciones protestantes con Tomás de Aquino puede resumirse con una serie de ejercicios teológicos entre el eclecticismo evangélico y el elenctismo. Por un lado, Tomás nunca fue considerado como perteneciente al campo protestante, como si fuera un proto-reformista. Por otro, sí perteneció a la tradición medieval con la que la Reforma siempre ha dialogado críticamente, a veces recuperándola y ampliándola, otras apartándose radicalmente de ella. El mejor vínculo que puede establecerse es ecléctico, caso por caso, cuestión por cuestión, con una fuerte resistencia, si no oposición, a abrazar a Tomás y al tomismo como forjadores de la arquitectura teológica del pensamiento protestante.

El malestar de los protestantes con Tomás se refería a su visión de la relación naturaleza-gracia y sus repercusiones en la comprensión y la vivencia de la fe cristiana. Su visión excesivamente positiva de la razón humana y su confianza demasiado optimista en ella son signos de la consideración moderada que Aquino hace de los efectos del pecado. Tomás parece conceder demasiado a la razón natural y demasiado poco a las consecuencias perturbadoras del pecado. Desde un punto de vista evangélico, su problema no está en los detalles o en algunos compartimentos de su pensamiento (que pueden ser brillantes, ya que reflejan la enseñanza de las Escrituras) sino en el tejido de su sistema, que está impregnado de un optimismo a ultranza en las capacidades humanas. Esta fue la conclusión de mi ponencia.

Fue importante contar con la contribución de una voz evangélica en esta conferencia académica sobre Tomás. La lección de la teología evangélica histórica debería ser atendida por los recuperadores actuales de Tomás: entre la lectura elénctica (crítica) y la ecléctica (apropiación selectiva) se encuentra cuál es el enfoque adecuado de la fe evangélica frente a Tomás de Aquino y la tradición en general, siempre sujeta al escrutinio supremo de la Escritura.

 

P.D. Para un estudio evangélico más profundo de Tomás, recomiendo mi libro recién publicado Engaging Thomas Aquinas. An Evangelical Approach (Londres: Apollos, 2024).

 

 

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