Un abrazo muy fuerte
El odiado virus nos está haciendo pensar en lo realmente importante que nosotros pensábamos que era accesorio.
20 DE ABRIL DE 2020 · 11:24

Todos los que me conocen saben que cuando escribo una nota personal suelo decir “un abrazo muy fuerte”. Alguno de mis amigos se ríen y me dicen: “Jaime, basta con que pongas “un abrazo”, ¡simplemente!.” Estos días recordaba esto que hasta hace poco podía parecer una tontería pero que hoy, desgraciadamente, es de una actualidad irreversible. Me explico.
Una y otra vez al ver las redes sociales y al hablar con mis amigos me doy cuenta que el dichoso virus nos ha robado la capacidad de abrazarnos, algo que nos parecía tan sencillo y a lo que no le dábamos casi ninguna importancia. Y no me refiero sólo al abrazo que damos a quienes queremos, sino a todo tipo de abrazos imprescindibles para vivir: Los abrazos emocionantes, los que nos damos cuando estamos felices, los que nos consuelan, los que certifican el perdón, los abrazos de despedida…
Sí, precisamente éstos últimos son los que más nos duelen, los abrazos que no podemos dar. Muchos han tenido que despedirse de sus seres queridos simplemente hablando a distancia o ¡más terrible todavía! No han podido hacerlo porque el tiempo y la distancia fueron los enemigos imposibles de vencer. El abrazo que más ansiamos es el que no hemos podido dar.
Durante todos estos días, Dios me está enseñando que no debemos mirar atrás si no es para aprender o rectificar algo. El tiempo que Él nos regala es para aprovecharlo y mirar hacia delante: en ese sentido, el odiado virus nos está haciendo pensar en lo realmente importante y nosotros pensábamos que era accesorio. O quizás al menos pensábamos que nadie podía quitárnoslo, y es el placer de hablar y abrazarse.
Déjame dar un paso más, algo que nos puede ayudar mucho en este momento, aunque no hayamos pensado en ello, y es la trascendencia del abrazo del perdón. Ahora no es el momento para pensar en lo que no hemos podido hacer o lo que nuestro carácter (o las circunstancias) nos han impedido hacer; ahora lo que necesitamos es tomar decisiones, El proceso del perdón es muy sencillo:
1. Amar,
2. Perdonar
3. Abrazar
Como digo, el proceso es muy sencillo ¡lo difícil es ponerlo en práctica! Pero quizás en este momento tengamos que agradecerle al “virus” que nos “obligue” a hacerlo ¡No debemos tener ninguna duda! Este no es el momento de pensar en quién tiene o no tiene razón en la última discusión o conflicto que hemos tenido con nuestra familia, amigos, compañeros, etc. Ahora es el momento de abrazar antes de que sea demasiado tarde, es el momento de perdonar y de recibir el perdón de otros.
Es el momento de darnos un abrazo muy fuerte. Sea como sea (virtualmente o físicamente cuando sea posible), y por la razón que sea.
Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - Desde mi habitación - Un abrazo muy fuerte