Se han pervertido valores y nos hemos quedado mudos

¿Cómo puede haber tantos y tantos que se llaman seguidores del maestro nadando en un espacio silente dando la espalda al grito de los sufrientes de la tierra?

15 DE JULIO DE 2025 · 17:45

Foto: <a target="_blank" href="https://unsplash.com/es/@evstyle">Ev</a>, Unsplash CC0.,
Foto: Ev, Unsplash CC0.

Muchos valores bíblicos que deberíamos estar practicando los cristianos se han perdido. Uno de ellos es la denuncia de la injusticia, el “gritar a voz en cuello” contra el abuso de los débiles, el denunciar la opresión y el despojo de los pobres. Muchos cristianos guardan silencio ante esto mientras quieren paladear los bienes celestiales, las recompensas y las coronas.

Pues una cosa es imposible sin la otra. Dios no nos escuchará y será sordo ante nuestros clamores. Basta con leer los profetas que tan en el olvido están en tantas y tantas ocasiones. Se quedan en silencio ante el grito de los despojados de la tierra.

Ese es uno de los valores mundanos antibíblicos que impiden que nuestras iglesias sean iglesias del reino porque han olvidado sus valores.

¡Terrible crisis de valores hoy en el mundo y entre los cristianos que lo pueblan! Muchas veces en las iglesias también entra una ética secular e insolidaria que sigue la riqueza como prestigio y el olvido de los sufrientes de la tierra.

Se han pervertido los auténticos valores que los cristianos deberíamos no solo conocer sino practicar. Ya no hay denuncias que salgan de nuestras bocas en torno a los injustamente tratados. Así, aunque no lo queramos captar, el silencio nos hace cómplices.

Un manto de silencio cubre a los cristianos del mundo sobre estos temas, aunque, lógicamente, siempre queda un remanente fiel que se compromete, que actúa, que habla y que denuncia la injusticia en el mundo. ¡Cuánta falta hace que en el mundo haya cristianos comprometidos!

Hay que romper esa nube silenciosa, apática y que solo busca bienes espirituales para ellos mismos y que viajan en ella sordos y ciegos ante la realidad de nuestro mundo con esta gran crisis de valores.

¿Cómo puede haber tantos y tantos que se llaman seguidores del maestro nadando en un espacio silente dando la espalda al grito de los sufrientes de la tierra? No solo permanecen mudos, sino estáticos saboreando un ritual que, a veces, los sumerge en el olvido del prójimo!

A veces pienso que algunos podrán decirme: ¡Cállate, Juan! Hoy no se lleva ese discurso. Hay que alabar y orar y dar gracias a Dios porque no somos como muchos otros que vagan por el mundo como pecadores.

Siempre me recuerda esto la oración del fariseo de la parábola ante el publicano que, en cambio se reconocía pecador y se daba golpes de pecho. ¡No! El Evangelio no pasa de moda ni total ni parcialmente. Siempre creer es comprometerse con Dios, con el prójimo y con el mundo.

Creer no es buscar un reducto para disfrutar de bienes espirituales de espaldas a los que consideramos peores que nosotros. Nos podemos equivocar y mutilar la experiencia de nuestra espiritualidad cristiana. Creer no es solo disponerse a disfrutar de goces espirituales insolidarios.

¿A quién afecta más la crisis de valores que hay en el mundo, valores que confunden lo dulce con lo agrio? Pue afecta a los más débiles de la tierra, a los oprimidos, sufrientes, despojados, empobrecidos y robados de dignidad.

Ante esto se necesitan voces, romper silencios, hacer denuncias, clamar por justicia y misericordia, a la vez que mancharse las manos en el cuidado del prójimo como buenos samaritanos.

¡No os calléis! ¡No nos callemos! Si es necesario gritad, si en importante gritemos todos juntos en busca de justicia y misericordia. Si no, ¿Qué cristianismo es éste? ¿Qué sentido tiene nuestro seguimiento al Maestro?

Dejad de vagar en medio de los valores consumistas, egoístas, insolidarios, llenos de prepotencia y orgullos, y buscad los auténticos valores del Reino que tenemos en la Biblia en los que uno de ellos es que “muchos últimos serán primeros”.

Rompamos silencios, practiquemos la misericordia, busquemos la justicia, denunciemos y será entonces cuando el Señor escuchará nuestras oraciones y alabanzas y nuestro culto será acepo a Él.

“Venid luego”, como nos dice el Señor a través de Isaías en su capítulo 1 o “Entonces…” como nos dice en su capítulo 58, ambos de obligada lectura, porque fuera de esto, nuestro culto no será válido ni agradable a Dios, y nuestras oraciones no pasarán nunca del techo de nuestros centros de culto.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - De par en par - Se han pervertido valores y nos hemos quedado mudos