Mi saeta en tiempos de Pasión

No hagamos apología religiosa del dolor. Miremos la pasión como un sufrimiento redentor que se da una vez por todas. Dolor liberador.

15 DE ABRIL DE 2025 · 16:20

Foto: <a target="_blank" href="https://unsplash.com/es/@alicia2joy">Alicia Quan</a>, Unsplash CC0.,
Foto: Alicia Quan, Unsplash CC0.

Estas son las líneas de mi saeta de pasión: No te flageles, no te des latigazos, no te rompas las rodillas de arrastrarlas por el suelo, no te causes tantas y tantas escenas de dolor. Alguien sufrió y llevó sobre su cuerpo esos dolores por ti.

Canta si quieres al Nazareno, recuerda su sufrimiento y su pasión, pero no castigues tu cuerpo. Piensa en la pasión que recordamos en Semana Santa con una visión de largo alcance. Ensancha tus tiendas y alarga sus cuerdas hasta que llegues también a captar retazos de alegría llevando tu mente y recuerdos hasta la resurrección.

La Pasión integral, pasión como conjunto, como incluyendo también el final glorioso.

Sigo con mi saeta cantada con el corazón. Con ella quiero dar un no a esas procesiones con penitentes que se dan latigazos o que se flagelan con escenas de dolor que producen miedo, que aterran aunque atraigan a los buscadores de folklores religiosos que también los hay.

Mi saeta dice un no al folklore religioso. Este tipo de folklore no debe caer nunca en la exaltación del dolor, en el entretenerse con escenas de sufrimiento. Alguien fue el que sufrió en nuestro lugar para que nosotros pudiéramos tener liberación del dolor, para que muchos sufrientes del mundo pudieran ser rescatados y dotados de una visión metahistórica excelsa.

No hagamos apología religiosa del dolor. Miremos la pasión como un sufrimiento redentor que se da una vez por todas. Dolor liberador.

Esto dice mi saeta impregnada de valores bíblicos: Si queremos ser sensibles al dolor, participar en algo del dolor de nuestro Maestro, hagámoslo identificándonos y empatizando con el dolor del prójimo sufriente, con el dolor de los pobres y enfermos, con el de los hambrientos del mundo, de los que padecen por causa del racismo, la xenofobia o el soberanismo.

Identifiquémonos con el dolor de los oprimidos del mundo, por la feminización de la pobreza, el hambre y la explotación de la infancia. Mostremos nuestro dolor por esto sin necesidad de flagelarnos físicamente.

Yo sí aprobaría esa procesión dolorosa solidaria y empática y entonaría mi saeta en estas líneas. Esa es mi meta.

Quiero que mi saeta de pasión también diga esto: La participación en el dolor de Jesús también se puede hacer participando del dolor del prójimo que nos hará sensibilizarnos contra toda injusticia, contra las estructuras económicas que oprimen a los más débiles, contra las acumulaciones desmedidas de bienes que dejan en el hambre a mil millones de personas en el mundo y en la pobreza severa a tantos y tantos coetáneos nuestros.

Grita, saeta mía. No es serio ni honesto, desde el punto de vista de la espiritualidad cristiana, el mostrar tanto dolor y flagelarse ante una procesión que resulta un tanto popular para atraer visitantes y turistas al folklore religioso, si luego damos la espalda al grito y al dolor de los pobres y sufrientes de la tierra. No es consecuente. Es mentira si así se hace.

Si el amor a Dios y el amor al prójimo están en relación de semejanza en la Biblia, siempre debemos tener al prójimo presente también en su dolor y debemos hacer como diría el Apóstol Pablo que nuestra fe actúe de forma seria y continua a través del amor para que esta fe no sea una fe muerta a pesar de las flagelaciones y participación en dolores y flagelaciones siguiendo a procesiones que no están oyendo el grito de angustia de los sufrientes de la tierra.

Seta mía: Di que no es coherente pararse de una forma sangrante ante el dolor de Jesús mientras que, quizás, estemos dando la espalda al dolor del prójimo oprimido. Memoria del crucificado junto a la memoria pasiones del prójimo en medio de un mundo de dolor.

Mirar al crucificado cuando estamos de espaldas a la mirada de los que están pasando por su pasión ante el olvido de los que se llaman cristianos, no sería una práctica integral y responsable de la espiritualidad cristiana.

La Semana Santa también nos debe recordar el momento de pasión de muchos de nuestros coetáneos por la injusticia del mundo.

Saeta mía: Di que no es posible celebrar la Semana Santa sin acordarse del prójimo apaleado. Sin este recuerdo estaremos en el simple rito, en la celebración de tradiciones humanas, en religiosidades que mutilan la veracidad y exigencias de la espiritualidad cristiana integral y auténtica.

Suena fuerte mi saeta. Haz que te escuchen en todos los lugares del mundo, que tu voz resuene clamando por justicia a tantos y tantos sufrientes que en nuestro mundo están tirados al lado del camino por la propia insolidaridad y egoísmo humano. Grita fuerte, mi saeta. Canta estos valores.

Publicado en: PROTESTANTE DIGITAL - De par en par - Mi saeta en tiempos de Pasión