Crucifijos, cruz vacía, “cruz joya” y otros iconos
Los evangélicos al mostrar mucho más la cruz vacía, están ya refiriéndose al “Consumado es”. Todo ha terminado. Hay salvación para todos aquellos que se acercan en humildad al Dios vivo pidiendo perdón y mostrando arrepentimiento.
08 DE ABRIL DE 2025 · 17:25

Caminamos por tiempos de pasión. ¡Cuántos aspectos se pueden estudiar de la cruz! Aparte de otros iconos, nos vamos a fijar más en los crucifijos y en la cruz vacía.
Para muchos de los creyentes la cruz es emblema y recuerdo de la salvación que Jesús ofreció a todos los que creyeran en él, pero sin duda hay otras muchas dimensiones de la cruz, muchas otras formas de valorarla que se muestran en el día a día de la vida cristiana y, fundamentalmente, en tiempos de Semana Santa.
Crucifijos, patíbulo, la cruz como instrumento de muerte era uno de sus valores reales y que sigue usándose mucho en varios ambientes confesionales y especialmente en el campo católico.
Éstos usan en sus procesiones y pasos. En su iconografía, la imagen de Jesús como un cadáver inerte y frío con el énfasis en su costado sangrante.
Los evangélicos usamos más y, quizás exclusivamente, la cruz vacía pensando mucho más en el Dios vivo, en el Jesús resucitado y que venció a la muerte.
En nuestras iglesias se usan menos o nada las imágenes de la cruz con una imagen con pies sangrantes agujereados por un terrible clavo, o unas manos clavadas y goteando sangre. En eso los evangélicos celebramos más la cruz vacía que la que está llena de imágenes de muerte. No tenemos crucifijos.
Pensando en otros aspectos de la cruz como icono, parece ser también que muchas personas en el mundo usan de una forma muy profusa la cruz vacía como joya de oro y lujo para colgarla al cuello. Ahí se le ve en su belleza, no se le observa como patíbulo de muerte.
Esta imagen de “cruz joya” ya no se le relaciona con el asesinato, con la pena de muerte, como elemento de tortura cruel. Quizás se le muestra como algo bello y, en el mejor de los casos, como señal de que somos cristianos, al menos cristianos nominales. Se usa con un exceso de lujo incomprensible en la llamada de humildad que se pide a todo cristiano.
Es posible que sí hablemos todos de la cruz como patíbulo maldito en tiempos de pasión, en los días de la llamada Semana Santa.
La cruz como instrumento malvado de muerte se muestra de forma muy frecuente en los pasos de Semana Santa que usa la iglesia católica que puede ser acompañados de penitentes que se flagelan como forma de purificación.
También en estas procesiones quien va colgado en el madero muestra muy claramente otro instrumento de tortura: la corona de espinas.
Es posible que entre los evangélicos en tiempos de pasión también se muestre la corona de espinas sobre la cabeza del Maestro Redentor, pero no siempre rellenando el vacío de una cruz como patíbulo cruel.
Así, las figuras e imágenes de la pasión del Maestro suelen rozar los sentimientos de vergüenza de muchos creyentes al pensar que todo fue a causa de nuestros pecados.
Y así es. Creo que los evangélicos al mostrar mucho más la cruz vacía está ya refiriéndose al “Consumado es”. Todo ha terminado. Hay salvación para todos aquellos que se acercan en humildad al Dios vivo pidiendo perdón y mostrando arrepentimiento.
Entre los evangélicos jamás se muestran imágenes del crucificado con penitentes que se golpeen la espalda o que vayan de rodillas o que se flagelen de alguna u otra manera. Hay más confianza en la victoria y más gozo en el pensamiento de un Dios vivo que ya venció la muerte y todas aquellas flagelaciones.
Él sufrió por nosotros, se puso en nuestro lugar para que nosotros podamos celebrar la vida y la resurrección de todos los que en él creen. Los evangélicos ven en la cruz una fuerza liberadora porque la ven ligada a la resurrección que la podemos ver como la otra cara de la cruz, el reverso del patíbulo.
Así dice uno de nuestros himnos: “En patíbulo cruel dio su vida celestial para que tenga paz en él todo mísero mortal”. El patíbulo unido a la paz que nos da la seguridad de la salvación.
Los evangélicos piensan así que no tiene por qué haber mortificaciones, castigos corporales, flagelaciones, penitentes sangrantes o rodillas machacadas tras procesiones cargadas con imágenes de palo.
La cruz vacía no tiene por qué mostrar aspectos victimistas, sino que se ofrece también como símbolo de acogida por parte de aquél que venció lo horrible de la cruz.
Nos queda una cruz con los brazos abiertos a los pecadores, a los sufrientes del mundo, a los maltratados. La cruz vacía nos dice que hay esperanza para todos aquellos marginados y excluidos del mundo, para los abandonados, los estigmatizados y avergonzados por su raza, color, situación social o económica u otras circunstancias que afecten a cualquiera de los seres humanos.
La cruz vacía con los brazos abiertos a todos aquellos que creen en Él. No tiene por qué haber por parte de nadie más sacrificios ni flagelaciones. “Consumado es”.
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