¡Peligro! Falsa pureza

No es que esté mal buscar la pureza, pero cuando se hace desde la confianza en uno mismo, resulta ser eso de lo que estamos hablando, falsa pureza.

12 DE MARZO DE 2024 · 14:00

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Imagen de Jeremy Yap, Unsplash.

Muchos religiosos hacen búsquedas de pureza falsas. Hacen esfuerzos humanos pensando en una mayor pureza que, en muy diferentes casos son esfuerzos inútiles y que pueden ir en contra de la valoración del prójimo al que se puede llegar a despreciar por verlo más sucio o menos merecedor de consideración humana.

La búsqueda de la falsa pureza es un peligro para la iglesia desde los mismísimos tiempos de Jesús. A esos buscadores de pureza con sus propios esfuerzos religiosos no se les puede considerar justificados por Dios en el auténtico sentido de la justificación divina. Mejor llamarles los autoconsiderados puros. Además, se autojustificaban comparándose con otros que para ellos eran menos dignos, peores, impuros, manchados, sucios. 

Preguntas: ¿se da esto hoy en el mundo religioso actual? ¿Puede haber personas de diferentes confesiones religiosas que se consideran más puros que las de otras confesiones? ¿Pueden existir también en nuestros ámbitos denominaciones que se consideran mejores, más puros, por considerarse más arraigados a la historia de las religiones, a la historia de sus confesiones religiosas, a la propia Reforma o a otras consideraciones que parece dotarles de una mayor pureza, una especie de “pata negra” confesional?

Pues hay que tener cuidado porque de ahí al desprecio del otro solo hay un paso. De ahí se puede pasar a hablar del otro como errado, fundamentalista, simples ritualistas según los casos, hermanos cerrados o, en otros casos religiosos fríos que no sienten la fuerza del Espíritu y otras mil consideraciones.

¿Se pueden dar la espalda unos a otros gozándose en su pureza o, en su caso, en su falsa pureza, en sus orgullos doctrinales, en su “pedigrí” religioso? ¿Hay “golpes de pecho” de autoconfianza en sí mismos, mientras que sus oraciones no pasan del techo de sus templos? ¡Cuidado! De ahí a la oración del desprecio “Gracias, Señor, porque no soy como ellos”, hay solo un paso.

No es que esté mal buscar la pureza, pero cuando se hace desde la confianza en uno mismo, la prepotencia y el orgullo, resulta ser eso de lo que estamos hablando: la búsqueda de la falsa pureza que convierte al otro en pecador y en indigno, sin necesidad de contar con Dios para nada. Nos autopurificamos a nosotros mismos.

Lo curioso, lo bíblico, es que, el prepotente y autoconsiderado puro, se pueden encontrar con que el observado por ellos como pecador, está en una situación de arrepentimiento ante Dios que escucha su oración y súplica, mientras que la de los que buscan la falsa pureza en contra del hermano, pueden lanzar sus oraciones hablando consigo mismos.Recordad la parábola del Fariseo y el Publicano. Fue el criticado, el falsamente juzgado como impuro, el que salió perdonado.

Cuidado con nosotros que podemos tropezar también en la misma piedra al juzgar desde nuestros parámetros prepotentes al otro, a la otra denominación, a la otra iglesia, al sencillo, al inmigrante, al que tiene otra raza o color, al pobre, al considerado por nosotros como ignorante. Triste.

Yo he discrepado siempre, y seguiré haciéndolo, de los prepotentes que se creen mejores, aunque hay que tener cuidado y pedir la ayuda de Dios para no equivocarse. Tampoco debemos callarnos, siguiendo las líneas bíblicas, por el bien del Evangelio en España, por la unidad del pueblo evangélico español. Hay que tener un cuidado especial con las falsas seguridades, entrar en líneas de humildad y de valoración del hermano, del prójimo que está a nuestro lado intentando ser, simplemente, un seguidor del Maestro a pesar de dificultados, de las diferencias con algunas pautas que seguimos e incluso de los posibles errores involuntarios de los que saldremos cuando estemos en la presencia del Señor. Humildad, siempre humildad y dependencia del Señor. No vayamos a caer en el error de intentar justificarnos o purificarnos a nosotros mismos.

 

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